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Muere Horacio Serpa, el “caballero liberal” de la política colombiana

El expresidente de la Asamblea Nacional Constituyente y tres veces candidato presidencial ha fallecido a los 77 años

Catalina Oquendo
Fotografía de archivo del político colombiano, Horacio Serpa, hablando con periodistas a su llegada a Casa de Nariño
Fotografía de archivo del político colombiano, Horacio Serpa, hablando con periodistas a su llegada a Casa de NariñoMauricio Dueñas Castañeda (EFE)

Pocas figuras en la política de un país tan polarizado como Colombia logran un consenso acerca de lo que representa su pérdida. La muerte de Horacio Serpa, dirigente liberal y expresidente de la Asamblea Constituyente -que sentó las bases de la Constitución colombiana de 1991- ha logrado reunir a líderes políticos de orillas opuestas. “Un caballero de la política”, como ha dicho el presidente Iván Duque; “un gran liberal y siempre un noble caballero”, como lo calificó el expresidente Juan Manuel Santos o “uno de los grandes artífices del Estado social de Derecho que ha consolidado el espíritu de nuestra Constitución”, en palabras del procurador Fernando Carrillo.

Horacio Serpa (Bucaramanga, 1943) ha fallecido este sábado tratando de superar un cáncer de hígado y en compañía de su familia, que ha informado el deceso a través de redes sociales. Tres veces candidato presidencial y exministro del Interior durante el Gobierno de Ernesto Samper, Serpa era uno de los máximos representantes del partido liberal colombiano y partícipe de procesos de paz en la historia del país. “Siento una tristeza inmensa, nos ayudó a salir a la paz, éramos un grupo disidente del ELN que buscaba la vida civil y nos dio la mano generosamente, nos protegió hasta donde le fue posible, gran ser humano, político audaz que llegó desde abajo”, escribió el analista político León Valencia, exguerrillero del Ejército de Liberación Nacional. Serpa participó de al menos cuatro procesos de paz en diferentes momentos, aunque no logró hacerlo directamente con las dos guerrillas más grandes, la FARC, extinta tras el Acuerdo de Paz, y el ELN, que permanece activa.

Su participación más destacada fue como uno de los presidentes de la Asamblea Constituyente de 1991, que reconfiguró las bases constitucionales y se hizo con políticos de todos los partidos, indígenas y exmiembros de las guerrillas del EPL y el M19, entre otros. “El mérito de este trabajo memorable fue de la Colombia representada en 74 colombianos –dijo Serpa en uno de sus discursos más recordados– liberales conservadores, del M19, PRT, cristianos indígenas, políticos y pobres, capitalinos y provincianos, intelectuales, campesinos, exguerrilleros. Colombia entera en el recinto de las más ponderadas deliberaciones, todos igualmente preocupados y patriotas, la posibilidad saludable de la paz. Ojalá llegue muy pronto para los colombianos”, pronunció en 1991.

Nacido en Bucaramanga (Santander) en una familia de pocos recursos, estudió derecho y ocupó decenas de cargos públicos desde alcalde hasta ministro. “Nací pobre y logré igualarme cuando me gradué de abogado, pues de ahí en adelante mi vida fue diferente”, dijo durante una de las múltiples campañas presidenciales en las que participó. Serpa vivió uno de sus momentos más bajos como ministro de Ernesto Samper, mandatario señalado por elrecibir dinero de la mafia en su campaña presidencial en el llamado “Proceso 8.000”. Leal a su compañero político, Serpa lo defendió de las exigencias de renuncia que llovían desde distintos sectores políticos, con uno de los discursos más recordados y que le valió ser conocido como el Doctor mamola: “que renuncie Samper, como decía Jorge Eliécer Gaitán: mamola”, dijo con un tono airado.

Para este avezado político que, sin embargo siempre perdió en su empeño por llegar a la presidencia de la República, el ingreso de los dineros de la mafia a la campaña de Samper fue uno de los momentos más dolorosos de su carrera, solo comparado con haber sido señalado por la familia del asesinado líder conservador, Álvaro Gómez Hurtado, de tener responsabilidad en el magnicidio ocurrido hace 25 años. Una de sus últimas declaraciones públicas fue precisamente sobre este crimen, después de que excomandantes de las FARC reconocieran su participación en el asesinato de Gómez Hurtado. “En los últimos años, hemos sido víctimas de los insultos y calumnias de la familia de Álvaro Gómez” y también “del silencio de las FARC sobre su responsabilidad en este homicidio”, difundieron Samper y Serpa, con cuya partida –como coinciden las voces políticas más representativas de Colombia–, se fue un liberal en el sentido más tradicional de la palabra.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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