La UE exige al Reino Unido que evite la competencia desleal tras el Brexit
Bruselas endurece el tono aun a riesgo de que Londres opte por una ruptura abrupta de la negociación
La Unión Europea no se fía del Gobierno de Boris Johnson. Los líderes de los 27 países de la Unión, reunidos este jueves y viernes en Bruselas, han cerrado filas para la negociación sobre el acuerdo que regulará la convivencia entre la UE y el Reino Unido tras el Brexit. La cumbre europea ha exigido al primer ministro británico que haga “los movimientos necesarios” para garantizar que Londres no se embarcará en una competencia desleal cuando se consume su salida del club el próximo 31 de diciembre. Johnson había amagado con levantarse de la mesa de esa negociación si Bruselas no ofrecía alguna concesión antes del 15 de octubre. Pero la UE ha decidido reservarse esa carta aun a riesgo de que Londres opte por una ruptura abrupta que provocaría una gran sacudida económica a final de año.
El texto pactado en la cumbre europea insta al Gobierno de Johnson “a hacer los movimientos necesarios para hacer posible el acuerdo”. Y, aunque reafirma su deseo de establecer una relación lo más estrecha posible con el Reino Unido, también encarga a la Comisión que comience a preparar medidas de contingencia “unilaterales” por si el 1 de enero se produjera una ruptura sin acuerdo.
La UE subraya así que, en caso de salida definitiva sin acuerdo, ni siquiera negociará con Londres todas las medidas necesarias para preservar una cierta normalidad en los importantes flujos de personas, bienes y servicios que fluyen entre las dos orillas del canal de la Mancha. La UE se centraría solo en preparar las medidas de emergencia imprescindibles.
El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió al inicio de la cumbre: “No aceptaremos un acuerdo a cualquier precio”. Y añadió: “Hay riesgo de no acuerdo y Francia está preparada para afrontar ese escenario”. Otros líderes —entre ellos, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel— secundaron, con matices, esa posición y reafirmaron su compromiso para preservar la integridad del mercado interior.
El negociador jefe del Reino Unido, David Frost, expresó casi de inmediato su “decepción”. Frost se mostró “sorprendido por la sugerencia de que para llegar a un acuerdo todos los movimientos tengan que venir del lado británico”. “Es una forma poco habitual de conducir una negociación”, ironizó en un tuit.
El primer ministro británico, Boris Johnson, anunciará este viernes su respuesta a la cumbre, que podría oscilar entre la ruptura definitiva o la continuidad de las negociaciones para apurar el tiempo disponible antes del 31 de diciembre. Bruselas confía en que Londres mantenga viva la negociación y los 27 países han explorado este jueves los márgenes de maniobra de cada uno. El debate ha sido tan sensible que Charles Michel ha pedido a los líderes que dejen fuera de la sala todos sus dispositivos móviles (teléfonos, tabletas…) para evitar cualquier filtración que pudiera minar la fortaleza de la posición europea con vistas a las próximas semanas.
El duro tono de la Unión denota la tensión de la recta final de unas negociaciones que han avanzado a trompicones desde su inicio en febrero, tras la salida oficial del club del Reino Unido el pasado 31 de enero. Ese día se inició el período de transición en que ambas partes aceptaron mantener intactas las condiciones vigentes antes del Brexit hasta el 31 de enero.
El periodo de transición se podía prolongar durante uno o dos años, para dar tiempo a negociar un acuerdo político y comercial de colaboración de una ambición sin precedentes en la historia de la Unión. Pero Johnson descartó la prórroga y anunció su intención de negociar un acuerdo puramente comercial que mantuviera el acceso del Reino Unido al mercado interior europeo y el de los socios europeos al mercado británico.
La negociación, obstaculizada por las limitaciones impuestas por la pandemia de covid-19, logró, a pesar de todo, reducir a tres los puntos más polémicos: la gobernanza del futuro acuerdo, las cuotas pesqueras de los países europeos en aguas británicas, y sobre todo, las garantías de que Londres no se convertirá en un gigantesco competidor desleal a solo unos kilómetros del continente.
Empleos en riesgo
Michel ha señalado en rueda de prensa tras el acuerdo de la cumbre que no puede permitirse el riesgo de un competidor desleal que “pondría en peligro miles de puestos de trabajo” en el club europeo. El negociador jefe europeo, Michel Barnier, ha subrayado: “Es la primera vez en una negociación comercial que ofrecemos desde el principio reducir a cero los aranceles y las tarifas”. Barnier considera que esa oferta de apertura total del mercado europeo (donde el Reino Unido coloca el 43% de sus exportaciones) requiere un compromiso claro por parte de Johnson de que Londres no iniciará una competencia basada en la reducción de estándares sociales, laborales, fiscales o medioambientales.
“El Reino Unido ha estado en la UE más de 40 años, ambas partes conocemos muy bien nuestros puntos débiles y fuertes y eso hace que la relación futura sea especialmente delicada”, apunta una fuente europea de la negociación. La misma fuente subraya que el acuerdo con Londres es especialmente delicado porque “hay una gran integración económica y comercial entre las dos partes” y “la geografía es otro factor a tener en cuenta porque el Reino Unido será un competidor a pocos kilómetros de nuestro mercado”.
La estrategia negociadora de la Unión pasa por que cada socio fije los temas “más sensibles” que afectan a sus mercados para que Barnier conozca el margen de flexibilidad del que dispone si Johnson no se levanta de la mesa. Ese regateo interno, iniciado en la cumbre, se llevará a cabo con máxima discreción y con numerosos contactos bilaterales entre Bruselas y las 27 capitales durante las próximas semanas. Otro de los capítulos abiertos, el del sector pesquero, afecta solo a ocho de los 27 países, muy en particular a Francia, el más afectado en términos de volumen de capturas y facturación, por la limitación de cuota en aguas británicas.
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