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JÖRG MEUTHEN | Copresidente de Alternativa por Alemania

“El plan de recuperación europeo es un error terrible”

Jörg Meuthen, copresidente de Alternativa para Alemania, reconoce que el partido atraviesa una crisis y confía en ganar el pulso contra el ala más radical, que amenaza con partir la formación

Jörg Meuthen, copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), en Berlín el pasado julio
Jörg Meuthen, copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), en Berlín el pasado juliopicture alliance (dpa/picture alliance via Getty I)

Jörg Meuthen posa para un fotógrafo en un pequeño plató en un quinto piso al oeste de Berlín. La aparente tranquilidad del líder de la ultraderecha alemana oculta la descarnada lucha por el poder que desgarra su partido, Alternativa para Alemania (AfD). Minutos después de la sesión, Meuthen (Essen, 59 años) recibe a este diario sentado en la mesa ovalada, en la que toma las decisiones la ejecutiva del partido, y trata de enmarcar la crisis que atraviesa AfD como una pugna entre lo que considera el ala moderada, encabezada por él mismo, y los radicales. Pero lo cierto es que las inquinas personales y la sed de poder en estado puro explican también la guerra abierta que consume al principal partido de oposición alemán, que hace tres años irrumpió con fuerza en el Parlamento.

Desde la llegada de la pandemia, además, las encuestas reflejan una caída de la formación ultra, frente a una subida de los partidos de la gran coalición de gobierno conservadores y socialdemócratas. Meuthen cree que con la recesión postpandémica llegará la gran oportunidad para la ultraderecha alemana. “No es tan importante la posición en las encuestas, porque ahora no hay elecciones. Lo que me importa es qué va a pasar el año que viene. Habrá una recesión muy profunda, millones de personas perderán su trabajo y tendremos que ofrecer respuestas. La respuesta no puede ser más socialismo y más presencia del Estado. Nuestra alternativa por ejemplo es una fuerte bajada de impuestos”, adelanta.

No les ha granjeado siquiera gran apoyo su oposición al gran plan de reconstrucción europeo para paliar con 750.000 millones euros los estragos de la pandemia en los países más afectados como España. “Es un error terrible porque no le corresponde a la UE salir al rescate. No debería estar permitido que la UE asuma deuda pública, este tipo de financiación no forma parte de las reglas de la Unión. Además, nadie dice cómo van a gastar el dinero. ¿Por qué no lo hacen los Estados en lugar de la UE?. Lo que tienen en mente es otra cosa, quieren que cada vez más decisiones se tomen en Bruselas y quieren construir unos Estados Unidos de Europa”.

Desde que AfD nació en 2013, los autodenominados moderados han perdido todas las batallas. Los más ultras han acabado por imponerse, radicalizando cada vez más el partido. Meuthen defiende que esta vez es distinto. “Yo he actuado de forma diferente, tienes que tener el partido de tu lado y eso es lo que tenemos ahora”. Fuentes de la formaión aseguran sin embargo que la división es profunda, hasta el punto de que el riesgo de que AfD acabe dividido en dos es más real que nunca. “Es cierto que en torno al 20%-30% del partido está muy enfadado con lo que hemos hecho [la disolución de Der Flügel, el ala radical], que piensan que debemos estar unidos y que quienes tienen posiciones más a la derecha también pertenecen al partido […] pero estoy seguro de que no se va a partir. Es una crisis necesaria y a final de año seremos un partido unido con vistas a las grandes elecciones de 2021”, reconoce Meuthen.

El detonante de la crisis interna ha sido la expulsión del partido de Andreas Kalbitz, un poderoso líder regional del Este, cuyo pasado neonazi puso en alerta a los servicios secretos alemanes. Kalbitz, que logró un espectacular segundo puesto para AfD en Brandeburgo el año pasado y al que apoya una minoría muy activa del partido, principalmente en el este del país, es además el cerebro de Der Flügel, el Ala, en alemán, una suerte de formación dentro del partido, en cuya órbita gravitan los representantes más extremistas. Meuthen ordenó disolver el grupúsculo en un arriesgado pulso, cuyo final están aún por escribir. Por eso, por si acaso, este eurodiputado y profesor de Economía lanza un guiño a sus adversarios. “No todos los que pertenecen a El Ala son extremistas. La mayoría de la gente de El Ala, por supuesto que pertenece a nuestro partido y así seguirá siendo. Lo que tenemos es una decisión sobre una persona: Andreas Kalbitz”.

Kalbitz cuestionó su expulsión ante la justicia alemana, que este viernes le denegó la permanencia provisional en el partido y que se prevé que emita su resolución final en primavera. Mientras, la situación ha acabado de enfangarse con la hospitalización de un colega de la formación esta semana, al que Kalbitz propinó un supuesto “puñetazo amistoso”, que le envió al hospital con el bazo roto.

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Muethen ha protegido y defendido hasta hace poco a los ultras de los que ahora reniega. Asegura que decidieron declarar la guerra a Kalbitz cuando recibieron “nueva información que indicaba que [Kalbitz] tiene un pasado muy extremista y que no había mencionado que había sido miembro del HDJ [la organización neonazi prohibida ] Heimattreue Deutsche Jugend cuando se apuntó al partido. Se refiere Meuthen al informe de los servicios secretos alemanes de 258 páginas, al que ha tenido acceso este diario y en el que se puede leer que Kalbitz mantiene desde hace 14 años relaciones con organizaciones extremistas, incluida la HDJ.

Pero más allá del pasado y la virulenta pugna por el poder, no está tan claro en qué se diferencian moderados y radicales en la formación ultra. Meuthen sostiene que las grandes diferencias radican en las posiciones económicas. “Las de Höcke y sus amigos de Turingia son un tipo de socialismo. Somos un partido fundado sobre la idea de una economía de mercado y ellos no lo aceptan. En el euro estamos todos unidos, todos estamos en contra”.

En temas como la inmigración, Meuthen reconoce que tienen posiciones muy similares. “Tenemos que controlar toda la migración que llega a Europa y a nuestro país de manera estricta para que no haya inmigración ilegal, algo que sucede en nuestro país desde 2015. No tenemos problemas con que haya un derecho al asilo pero el problema es que llegan a la frontera, dicen la palabra asilo y ya vale, pero la mayoría no tiene derecho a estar aquí”.

Mientras otros partidos nacionalpopulistas europeos moderan su mensaje, AfD no ha dejado de radicalizarse en los últimos años, según coinciden los analistas, y se desprende de los discursos y campañas electorales de sus representantes. Meuthen lo niega y atribuye a malos entendidos declaraciones como la del exlíder Alexander Gauland relativizando el Holocausto, al considerar el nazismo una cagada de pájaro en la historia de Alemania.

Cuando se le recuerda que en los mítines, Höcke, por ejemplo, equipara a los migrantes con criminales, responde: “pero es que tenemos problemas con la criminalidad de los migrantes”. Cuando se le pregunta si ese es el gran problema de Alemania, responde: “es un problema muy importante”.

Discurso de odio

Lo cierto sin embargo es que las autoridades alemanas consideran la violencia de la ultraderecha la mayor amenaza para la seguridad de Alemania, con 22.300 crímenes cometidos el año pasado. Asesinatos ultraderechistas como el del político Walter Lübcke, o de ocho jóvenes en Hanau, son solo la punta de un gran iceberg. La clase política alemana acusa a AfD de crear el caldo de cultivo de la violencia con un discurso xenófobo. Meuthen dice que el suyo no es mensaje de odio. “Nosotros somos las víctimas. Hay un aumento de crímenes de izquierdas y de derechas y hay que luchar contra ambos”.

En el quinto piso del apartamento berlinés, por el que transitan encorbatados empleados diversos del partido, se respira hoy cierta tensión. Es la víspera de la decisión preliminar del tribunal de Berlín que juzga el caso Kalbitz. Horas después, Meuthen lograba una primera victoria, al ordenar el juez que el político con pasado neonazi siga fuera del partido como medida cautelar hasta que se adopte la decisión final en unos meses. Pero la batalla no ha terminado. Quien conoce a Kalbitz cuenta que es un hombre sin nada que perder y dispuesto a todo, con los medios que hagan faltan. El hombre que amenaza con partir la ultraderecha alemana advirtió el viernes que no tira la toalla. La batalla continúa.

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