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China convierte un hotel en la nueva sede de sus servicios de inteligencia en Hong Kong

El edificio acogerá temporalmente la Oficina de Protección de la Seguridad Nacional en el territorio autónomo, que vigilará el cumplimiento de la draconiana ley impuesta por Pekín

Macarena Vidal Liy
La jefa del Gobierno autónomo de Hong Kong, Carrie Lam, y sus predecesores en el cargo descubren este miércoles la placa que identifica la sede de la nueva Oficina de Protección de la Seguridad Nacional.
La jefa del Gobierno autónomo de Hong Kong, Carrie Lam, y sus predecesores en el cargo descubren este miércoles la placa que identifica la sede de la nueva Oficina de Protección de la Seguridad Nacional.HANDOUT (AFP)

Un hotel de cuatro estrellas con vistas a la bahía, en uno de los barrios comerciales de Hong Kong, es desde este miércoles la sede de los servicios de inteligencia de China en el enclave. El MetroPark, de 266 habitaciones, piscina al aire libre, spa y gimnasio, acogerá temporalmente y al menos durante los próximos meses la Oficina de Protección de la Seguridad Nacional, que vigilará que el territorio autónomo cumple escrupulosamente la draconiana ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín y que amenaza con poner fin al régimen de libertades del territorio autónomo.

Desde su nacimiento, la nueva institución es una de las más poderosas dentro de Hong Kong. Será la primera vez en que los servicios secretos chinos puedan operar abiertamente en el territorio. No tendrá que responder ante ninguna autoridad de la antigua colonia británica: los tribunales locales no tienen jurisdicción sobre este cuerpo. No se les podrá interponer una demanda, ni detener a sus agentes. Ni siquiera se podrá registrar sus vehículos.

El organismo, en cambio, sí tendrá potestad para decidir qué casos son lo bastante graves para —también por primera vez— trasladar a un sospechoso abiertamente a la China continental para que sea juzgado allí.

La importancia del órgano de nueva creación en el Hong Kong sometido a la ley recién estrenada quedaba claro en la ceremonia de inauguración celebrada a las 07.00 horas (01.00 en la España peninsular). Participaban la jefa del Gobierno autónomo, Carrie Lam, y todo el elenco de sus predecesores en el cargo desde el retorno del territorio a la soberanía china, en 1997. También estaban los máximos representantes de Pekín: el flamante director de la Oficina, Zheng Yanxiong, y el director de la Oficina de enlace del Gobierno central en Hong Kong, Luo Huining. Lam optó por pronunciar su discurso en mandarín, en lugar de los más habituales cantonés o inglés.

Horas antes, durante la noche, se había rodeado el acceso al hotel de vallas protectoras rellenas de agua, se había instalado un mástil para el izado de la bandera china y se había colocado el escudo de la República Popular sobre la puerta de entrada al edificio de 33 plantas. Quedaba bloqueada la calle, frente al parque Victoria, el mayor del centro de Hong Kong y donde cada año, desde 1989, ha tenido lugar la única vigilia en recuerdo de la matanza de Tiananmen que se celebra en suelo chino. El parque es también el tradicional punto de partida de las manifestaciones del 1 de julio, el aniversario del retorno a la soberanía china y jornada habitual de protesta en la antigua colonia. Desde Victoria comenzaron también el año pasado muchas de las protestas contra China que paralizaron la ciudad y que precipitaron que China impusiera la nueva ley.

En la ceremonia, Zheng —conocido por su política de mano dura en las protestas de 2011 de los campesinos en la aldea de Wukan, en Cantón, sobre expropiaciones forzosa de tierra— aseguró que aunque hará cumplir la ley de manera estricta, no “infringirá los derechos e intereses legítimos de ningún individuo u organización”.

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Por su parte, Luo describió la nueva institución como la “salvaguarda de la seguridad nacional”, y sostuvo que cuenta con el apoyo de los residentes que aman a China y a Hong Kong. “Los antiChina y quienes quieren desestabilizar Hong Kong no solo han estigmatizado la Oficina, sino que también han calumniado el sistema judicial y el Estado de derecho en la China continental, en un intento de sembrar el miedo y preocupaciones innecesarias entre los residentes de Hong Kong”, agregó.

La nueva ley, en vigor desde hace una semana y que ha enfrentado a China con diversos países occidentales, castiga el “terrorismo”, el “separatismo”, la “subversión” y la “confabulación con fuerzas extranjeras” con penas que pueden llegar a la cadena perpetua. Con definiciones muy vagas de lo que constituye cada uno de estos delitos en su texto, la norma ha comenzado ya a dejar sentir sus efectos. Las bibliotecas públicas y las escuelas han comenzado a retirar libros sobre asuntos “sensibles”; muchos simpatizantes de las protestas del año pasado han borrado sus cuentas, o al menos su historial, en las redes sociales; varios gigantes tecnológicos internacionales, como Google o Facebook, han anunciado que suspenden su colaboración con el Gobierno hongkonés para la entrega de datos de sus usuarios.

Este miércoles, el departamento de Educación también prohibía que el himno de las protestas, Gloria a Hong Kong, sonara dentro de las escuelas locales. “Se originó a partir de los incidentes sociales comenzados en junio del año pasado, contiene fuertes mensajes políticos y está muy relacionado con los incidentes sociales y políticos, incidentes violentos e ilegales que duraron meses”, ha declarado el secretario hongkonés de Educación, Kevin Yeung.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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