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Nicolas Hulot, exministro francés de Ecología: “La desconfianza en la política es comprensible, pero excesiva”

“No esperemos otras crisis para ponernos en marcha”, declara en una entrevista el activista medioambiental, figura política más popular del país e inspirador de algunos disidentes del macronismo

Marc Bassets
Nicolas Hulot, en el Museu de les Ciències de Valencia, en 2019.
Nicolas Hulot, en el Museu de les Ciències de Valencia, en 2019.Mònica Torres

El presidente francés, Emmanuel Macron, exhortó en pleno confinamiento a “salir de los senderos trillados, de la ideología”. Había llegado la hora de “reinventarse”. “Yo el primero”, añadió. Con manifiestos y entrevistas, Nicolas Hulot, exministro de Ecología con Macron y la figura política más popular en Francia, no ha esperado para aportar su contribución a la reinvención del mundo.

“Espero que esta epidemia nos permita extraer las lecciones de un modelo económico que ha tenido sus virtudes, y todavía las tiene, pero que tiene fallas”, declaró hace unos días Hulot a EL PAÍS y otros medios. “No esperemos que otras crisis se combinen y se sucedan para ponernos en orden de marcha”.

Hulot, que no era un político profesional sino que venía del mundo del activismo y la comunicación, salió del Gobierno en 2018. Aunque él se mantiene a una media distancia de la política, algunos de los diputados que este martes crearon un nuevo grupo en la Asamblea Nacional lo ven como una inspiración.

“Dimití cuando tuve la certidumbre de que no dispondría de los medios políticos ni financieros para avanzar en la transición que yo quería que fuese irreversible”, argumenta Hulot, quien evita la crítica directa a Macron. “La desconfianza en la política es comprensible, pero también excesiva. La política puede hacer aquello que el ciudadano acepta”, declara.

Con la pandemia, algo profundo ha cambiado, en su opinión. La agenda ecológica puede recobrar la iniciativa. “He visto hombres y mujeres, procedentes de formaciones políticas muy diferentes, comprender que, al destruir los ecosistemas, la mundialización, tal como se ha desarrollado, ha alcanzado sus límites", sostiene. "Hemos visto que los Estados, en caso de fuerza mayor, eran capaces de transgredir los dogmas presupuestarios y económicos. Todo esto son buenas señales”.

Acusado de ingenuo, bien visto por los votantes y políticos desde la izquierda moderada a la derecha moderada, Hulot no es un revolucionario, ni un populista, ni un ecologista dogmático. Defiende, por ejemplo, que, en un primer momento, el Estado ayude a sectores contaminantes como el automóvil o la aeronáutica, porque “hay un tiempo en el que no hay que añadir dificultad a la dificultad”. Después, cuanto antes, llegará la obligada transformación.

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“La dificultad, ahora, es gestionar dos ejercicios", resume. "La prioridad absoluta es la urgencia sanitaria. Pero después habrá que ralentizar. Llevamos décadas en un mundo precipitado. Avanzamos sin controlar la dirección en la que vamos. Estamos atrapados como en un río desbordado. No definimos nuestros fines ni nuestros medios. Es peligroso”.


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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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