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FUCT, la camiseta malsonante y legal

El Tribunal Supremo de Estados Unidos da la razón a un diseñador que no podía registrar una marca por “inmoral” y “escandalosa”

Pablo Ximénez de Sandoval
Erik Brunetti, en Los Ángeles el pasado abril.
Erik Brunetti, en Los Ángeles el pasado abril. Patrick Fallon (REUTERS)

El juego de palabras es evidente, nadie pretende disimular. La palabra FUCT se pronuncia muy parecido a fucked (jodido), una palabra tan malsonante en Estados Unidos que está vetada en televisión. Tan mal, que el Gobierno se negaba a registrar la patente de un diseñador de Los Ángeles que había lanzado toda una línea de ropa con este motivo. Este viernes, el Tribunal Supremo ha sentenciado que las objeciones del Gobierno a esa marca violan la libertad de expresión. FUCT es ofensivo, sí, y legal.

El pleito comenzó en 2011 cuando el diseñador de estilo callejero Erik Brunetti intentó patentar su marca y fue rechazada por la Oficina de Patentes de Estados Unidos por “inmoral” y “escandalosa”. La palabra que se le había ocurrido era un acrónimo que significa Friends U Can’t Trust (amigos de los que no te puedes fiar) y al mismo tiempo daba pie a juegos de palabras como The world is fuct o We are fuct, que estampaba en camisetas, sudaderas y pantalones. Brunetti llevaba vendiendo esta ropa desde 1991 y quería registrarlo como marca para defenderse de imitaciones.

Una sudadera de FUCT.
Una sudadera de FUCT.AFP

La Oficina de Patentes decidió que la línea de productos de FUCT contenía ejemplos de “nihilismo extremo” y “comportamiento antisocial” y que transmitía “misoginia, depravación y violencia”. Brunetti denunció la parte de las normas de patentes según la cual se pueden rechazar una marca por “inmoral” y “escandalosa”. Un juzgado le dio la razón y un tribunal de apelaciones lo ratificó. La decisión final del Tribunal Supremo, que ratifica esa decisión, anula esa parte de la normativa por ser contraria a la Constitución. La libertad de expresión en Estados Unidos tiene una protección extrema y está recogida en la Primera Enmienda de la Constitución.

La decisión, escrita por la juez del ala progresista Elena Kagan, se ha tomado por seis votos a tres sin una clara identificación ideológica. “El principio más fundamental de la libertad de expresión es que el gobierno no puede penalizar, o desfavorecer, o discriminar una expresión basándose en sus ideas y puntos de vista”, escribe Kagan. “Hay muchas ideas inmorales y escandalosas en el mundo (incluso más que palabras malsonantes)” y la ley de patentes ya las cubre todas, dice Kagan, por lo que el principio general de “inmoral o escandaloso” en el que se escuda el Gobierno en este caso es inconstitucional.

Todos los magistrados coinciden con ella en que no se puede rechazar una marca por “inmoral”. Tres de ellos, sin embrago, creen que debería haberse respetado el principio de “escandaloso” para poder rechazarla y han expresado sus reservas en votos particulares.

El abogado del Gobierno había argumentado que eliminar esa restricción abriría la puerta a todo tipo de expresiones extremas, insultos y violencia gráfica. Los tres magistrados que coinciden en que debería haber algún límite son el presidente del Tribunal, el conservador John Roberts, y los progresistas Stephen Breyer y Sonia Sotomayor.

Sotomayor, por ejemplo, cree que esta decisión deja al Gobierno sin armas para rechazar marcas “contengan las imágenes y palabras más vulgares, profanas u obscenas imaginables”. Especialmente se refiere a “un epíteto racial particularmente atroz”. Breyer advierte contra esta posibilidad también.

Este viernes, en la portada de la página web de FUCT se podía leer: “Fuct is free speech, free speech is fuct” (Fuct es libertad de expresión, la libertad de expresión está jodida).

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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