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Interpol captura al carnicero más famoso de Argentina

El “rey de la carne”, como se hace llamar Alberto Samid, huye de su país en medio de un proceso por evasión fiscal

El empresario argentino Alberto Samid, el 18 de marzo pasado frente a los tribunales de Buenos Aires, donde enfrenta una causa por por evasión fiscal.
El empresario argentino Alberto Samid, el 18 de marzo pasado frente a los tribunales de Buenos Aires, donde enfrenta una causa por por evasión fiscal.Telam
Federico Rivas Molina

“Atención: Violento”, dice de Alberto Samid la notificación roja emitida este viernes por Interpol. La policía internacional aclara luego que “se trata de un individuo de edad avanzada” que “públicamente ha manifestado y exteriorizado por vías de hecho su oposición para cumplir las órdenes de la autoridad pública”. Esas órdenes le exigen presentarse en Buenos Aires ante el tribunal que lo juzga por evasión fiscal. Nada tan grave en Argentina como para ir preso, al menos en lo inmediato, pero amenaza suficiente para Samid, que decidió fugarse hacia Belice. La huida y posterior captura de Samid ha sido la noticia del día en los medios argentinos. El personaje así lo amerita.

Este hombre de 71 años es el carnicero más famoso del país, un personaje excéntrico que se hace llamar “el rey de la carne” y posa con corona y cetro en las marquesinas de sus comercios, dueño de grandes campos y miles de cabezas de ganado, exdiputado, exasesor de Carlos Menem en los noventa, kirchnerista en el inicio del siglo y hasta participante en el programa Bailando por un sueño, el más popular de la televisión argentina, donde revoleó sin éxito sus 120 kilos enfundado en una bata roja y sus canas cortas convenientemente teñidas de negro. La lista sigue.

Interpol advierte que el personaje es violento, tal vez temeroso del aire de matón que Samid cultiva. Acostumbrado a las denuncias en su contra, no duda en insultar a los periodistas que lo increpan. Los argentinos aún recuerdan aquella tarde de enero 2002, cuando el empresario ganadero se presentó en el plató del periodista Mauro Viale y le pegó una trompada en la cara. El motivo no era nimio: Viale, de origen judío, acusaba a Samid, hijo de inmigrantes árabes, de haber avalado el atentado terrorista que en 1994 destruyó la mutual judía Amia.

Ficha de Interpol con el pedido de captura internacional contra Alberto Samid.
Ficha de Interpol con el pedido de captura internacional contra Alberto Samid.Interpol

Samid se declara tercera generación de matarifes y peronista, muy peronista. En los noventa se abrazó a Carlos Menem y su promesa de “revolución productiva”. Por ese entonces, Samid era diputado por Buenos Aires y el presidente lo nombró asesor. La aventura duró poco meses, hasta septiembre de 1990. Menem despidió a Samid por haber enviado 140 toneladas de carne a Irak en medio del embargo de Naciones Unidas contra Sadam Husein.

El carnicero no se dio por vencido, y meses después desplegó en el obelisco de Buenos Aires un globo aerostático con la leyenda “Compre argentino”, un golpe a la mandíbula de la política de importaciones que llevó al cierre de miles de empresas durante el menemismo. El kirchnerismo, en cambio, lo tuvo de su lado. El exgobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, entregó a Samid el control del Mercado Central, el principal centro mayorista de abasto de la capital. Cuando Mauricio Macri llegó al gobierno, el empresario enfrentaba múltiples causas por evasión y una particular por utilizar el nombre "Mercado Central", una empresa pública, para promover sus negocios privados.

Hay que remontarse a 1996 para encontrar el inicio de los problemas de Samid con el fisco. Aquel año, la agencia tributaria lo denunció por la evasión de 88 millones de dólares en impuestos a la renta, IVA y aportes patronales. Esa causa es la que ahora, 23 años después, lo tiene en el banquillo. El juicio ha sido largo y está a punto de prescribir. Sus abogados defensores aseguran que la posibilidad de una condena a prisión fue siempre remota, por eso se mostraron “atónitos” cuando se enteraron de que el carnicero había huido del país.

Samid se ocultó en Belice, pero él sostuvo hasta su arresto que se encontraba en Argentina, oculto en una “provincia peronista”. Tras el pedido de captura de Interpol, el empresario emprendió un raid mediático telefónico para advertir que no estaba en sus planes entregarse. "Estoy en Argentina, sí, en un campo muy grande, con ocho tranqueras, es difícil que puedan entrar. Y si entran hay árboles, es difícil, y me avisan igual. Ojalá no me encuentren, porque yo no me voy a entregar", dijo Samid, sin olvidar su estilo. No hizo falta. La policía de Belice lo atrapó el viernes por la noche en un complejo de condominios. Estaba solo y no se resistió. Policías argentinos viajaron ahora al país centroamericano para acelerar su extradición.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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