“La seguridad no es suficiente para combatir el terrorismo”
El experimentado diplomático mauritano cree que una buena estrategia antiterrorista sirve para combatir la inmigración vinculada al tráfico ilegal de personas
Llegó al Ministerio de Exteriores de Mauritania en junio de 2018 y ya sonaba en la prensa local como posible candidato del presidente Mohamed Ould Abdelaziz, que no concurre en las elecciones del próximo verano. Finalmente fue otro el elegido. Nacido en Nuackchot hace 58 años, Ismael Ould Cheikh Ahmed, llegó a la dirección de Exteriores tras una dilatada carrera internacional, desde la guerra en Libia, a la crisis del ébola y, finalmente, el aún sangrante conflicto en Yemen. Saca pecho de dos cosas: Mauritania ya no sufre atentados terroristas, en plena cruzada contra la violencia en el Sahel, y, en segundo lugar, tampoco es tierra de paso para inmigrantes. Y es aquí donde apela al apoyo del Norte: "[A los inmigrantes] No puedes detenerlos. Cualquiera de ellos lo intenta una vez, dos veces, tres veces. Además, tienen que pagar. Incluso cuando se meten en esos pequeños botes y se juegan la vida. Tenemos que frenarlo porque va en contra de cualquier ley sobre humanidad".
Pregunta. ¿Cuál es la clave de que Mauritania ya no sea objetivo del terrorismo en el Sahel?
Respuesta. El acercamiento a las comunidades. Descubrimos que estas comunidades en áreas aisladas en medio del desierto eran pobres y habían estado al margen de cualquier intervención estatal por muchos años. No había carreteras, agua... Los terroristas tienen vínculos con el tráfico de drogas, tabaco y personas. Así consiguen el dinero. Y de los secuestros también porque desafortunadamente hay países que pagan el rescate.
Lo más importante es ver el valor añadido que tiene para las comunidades el Estado, servicios básicos como la educación, los colegios y el agua. Y es así como se convierten de forma voluntaria en informantes. Se dan cuenta de que estos terroristas son terribles.
P. ¿Se puede trasladar el modelo mauritano al resto del Sahel?
R. Esa fue la idea del G5 [grupo de contacto de cinco países del Sahel: Burkina Faso, Malí, Níger, Chad y Mauritania]: crear una estrategia basada en la seguridad y el desarrollo. Solo la seguridad no es suficiente. Creamos la fuerza del G5, liderada por el general mauritano Hanena Ould Sidi. Cada país tiene sus especificidades: tenemos aún focos serios en Malí, especialmente en el norte y algo en el centro. Pero estamos felices de la reelección reciente del presidente [Ibrahim Boubacar Keita]. Parte del problema también está en el norte de Burkina Faso. Y finalmente, el sur de Libia, que se está convirtiendo en tierra de nadie, sin control, donde mercadean con armas, drogas…
P. Precisamente por la inestabilidad en Malí, Mauritania está recibiendo a miles de refugiados. ¿Tienen capacidad para gestionar esa crisis?
R. Mantenemos como posición estratégica no cerrar nuestra frontera a los hermanos y hermanas de Malí, o de cualquier otro país vecino que sufra dificultades. Actualmente tenemos entre 60.000 y 65.000 refugiados en el campo de Mbera. Cada semana llegan más, unos cientos. ¿Podemos absorberlos? Contamos con el apoyo de la Unión Europea, de España y de la ONU. Pero el principal desafío no son los refugiados sino las comunidades locales que se siente excluidas y pueden pensar que es mejor ser refugiado que un ciudadano local. Se lo estamos contando a los donantes pero muchas veces no son sensibles a ello. Es un gran problema para nosotros. Y si no llueve, si hay sequía, va a ser más problemático.
P. Mauritania necesita a los donantes para gestionar esta crisis.
R. Absolutamente. De nuestros socios en Europa, de España, Francia…
P. ¿Por qué no hay un frente regional contra la inmigración como sí lo hay contra el terrorismo?
R. Estoy convencido de que el tipo de respuesta del G5 es la respuesta del futuro. Todo está unido. La inmigración también proviene de la falta de oportunidades, de desarrollo, de empleo, con una población joven creciendo mucho. La mayoría de estos países cuentan con un 60 o 70% de población por debajo de los 30 años. En Mauritania, durante los años 2008, 2009 y 2010, 15.000 inmigrantes cruzaron el país para ir a Marruecos, a la costa de España, a Europa. Desde 2011 no hemos vuelto a tener un caso. Y la razón de esto es que Mauritania fue capaz de garantizar la seguridad de sus fronteras. Nuestra preocupación era el terrorismo, pero frenamos además todo sistema de inmigración ilegal. Instauramos además un sistema biométrico para el registro de las personas. Pero quizá fuimos víctimas de nuestro propio éxito y hemos olvidado asistirles en otras áreas. Lo que tenemos está bien pero también es muy frágil.
P. ¿Podríamos entonces usar las estructuras antiterroristas para combatir la inmigración ilegal?
R. No asociaría las dos cosas, hay que tener cuidado con eso. Pero con la inmigración ilegal y el cruce de fronteras, si tienes una buena estrategia antiterrorista y un buen sistema de registro, puedes seguramente evitar la inmigración ligada al tráfico de personas. Europa recibe a miles de inmigrantes que no puede absorber en sus economías. El gran desastre es que algunos de ellos tuvieron que pagar dinero, otros fueron objeto de un trato inhumano por estos grupos, y hay que combatirlo. El futuro de nuestra cooperación pasa por que los Estados tengan un estrategia regional. Pero tiene que haber apoyo de los países europeos.
P. Fue el enviado especial de la ONU para Yemen hasta febrero de 2018. ¿Ha fallado la comunidad internacional en Yemen?
R. Yemen es una crisis humanitaria desastrosa. Lo sigo aún, no solo por mi anterior trabajo sino porque soy el ministro de Exteriores de mi país y nos interesa lo que pasa en Yemen. Pero no soy optimista. Los Huthi no están listos para un acuerdo de paz. Ellos creen que están ganando la guerra y salvo que se encuentren presionados no creo que apoyen el acuerdo [de la mesa de diálogo de Estocolmo]. Como hemos visto no fueron capaces de llevar a cabo el pacto sobre [la batalla en] el puerto Hodeida. Y mientras, la población sigue sufriendo. Ha habido algún avance, el acceso a la asistencia en el país ha mejorado, pero estamos lejos de la paz. La comunidad internacional ha fracaso aquí, sí.
P. ¿Quién debiera presionar a los Huthi para que el acuerdo prospere?
R. Tras el acuerdo sobre Hodeida, no estuvieron listos para retirarse. Alguien tiene que responder a por qué no lo hicieron. Firmaron algo para hacer una cosa distinta. No estoy instando a Arabia Saudí u otros a continuar con la guerra porque es un desastre. Cuando eres elegido enviado especial, como lo fui yo y ah ora Martin [Griffiths] es muy difícil señalar con el dedo porque no quieres perder ninguna parte. Ahora estoy en una posición más cómoda hoy porque mi país apoya la paz y la seguridad de Arabia Saudí y los países del Golfo en general y, por lo tanto, es muy importante lograr la seguridad de la frontera saudí. Por desgracia, lo que presenciamos a diario son ataques de los Huthi hacia esta frontera.
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