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Los últimos marxistas-leninistas de Europa

La muerte anunciada del Partido Comunista de Portugal ya ha retrasado varias veces su fecha. Contra todo pronóstico, mantiene su fuerza parlamentaria fiel a las esencias

Manifestación del Partido Comunista portugués en Lisboa el 1 de marzo de 1975.
Manifestación del Partido Comunista portugués en Lisboa el 1 de marzo de 1975.GETTY IMAGES

La caída del muro de Berlín, el fin de los referentes internacionales curiosamente no han hecho mella en la marca del comunismo portugués. Marxista, leninista, patriótico e internacionalista, el Partido Comunista Portugués (PCP) vive la época más gloriosa a efectos prácticos. Su grupo parlamentario (junto al del Bloco) mantiene al Gobierno socialista, aunque haga “política de derechas”. Para algunos, el PCP es un anacronismo, una anomalía del siglo XXI; para otros, forma parte de la identidad del país. Sea lo que fuere, ni el rumbo de la historia ni la aparición de nuevos partidos de izquierda han podido con él.

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Decenas de miles de personas agitaban sus banderas, mayoritariamente rojas con la hoz y el martillo, en el cierre de la última fiesta del PCP, hace dos domingos. Tronaba Jerónimo de Sousa: “Es el capitalismo y su naturaleza explotadora, opresora, depredadora y agresiva quien está en el origen de los gravísimos problemas que afectan a la humanidad”. El secretario general, al igual que el de hace 98 años, cuando nació el PCP, sabe la causa de todos los males: “Es del capitalismo de donde nacen las crisis económicas, los conflictos, las guerras y las atrocidades que lastran el mundo”.

No hay más que leer la mayor parte de los ensayos políticos publicados para saber que la filosofía de Marx, Lenin y De Sousa está más vigente que nunca. La realidad del mapa geopolítico, sin embargo, se empecina en llevarles la contraria. Si en 1964 Kruschev impulsó una conferencia mundial con los 26 países comunistas del mundo, hoy se podría convocar la misma reunión en un smart y estirarían las piernas. Con los partidos comunistas de China, Vietnam, Laos y Cuba reconociendo la propiedad privada y el libre comercio, apenas Corea del Norte guarda las esencias.

En esta misma deriva histórica, los partidos comunistas han ido desprendiéndose de su ideología original o renegando de su mismo nombre. No así en Portugal. “Vamos a cumplir 98 años y nunca hemos renunciado al marxismo-leninismo”, aclara Manuel Rodrigues, director de Avante!, órgano oficial de los comunistas lusos. Sus camaradas franceses, italianos y españoles abrazaron el eurocomunismo en los años setenta; en 1991, el colega angoleño MPLA, se pasó a la Internacional Socialista de Soares y González. “Cada partido hermano debe adoptar las mejores armas para enfrentarse a las realidades concretas de su país”, afirma Rodrigues.

Avante! llega cada semana a los quioscos con una tirada media de 14.000 ejemplares, que para sí quisieran la mayoría de las publicaciones portuguesas. Nunca ha dejado de imprimirse desde que naciera en 1931 y, pese a los 40 años de dictadura, siempre fue impreso dentro del país, caso único en el mundo. “Ahora llevamos cuatro décadas de políticas de derechas y estamos otra vez dominados por grupos monopolísticos imperialistas”, advierte su director, pese a que su partido apoya al Gobierno socialista.

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El PCP marxista-leninista votó contra las sanciones a Orbán en Europa, aprueba la tauromaquia y no la eutanasia

El PCP tuvo su mejor momento en 1975, en las primeras elecciones libres tras la Revolución de los Claveles: un 12,4% de los votos. La reciente fiesta del partido, en terrenos de su propiedad adquiridos por cuestación popular, certifica que tampoco son malos los tiempos que corren. Hoy el PCP tiene cuatro puntos menos (8,25%) que hace 43 años. Sus 15 escaños en la Asamblea de la República son los mismos que en 1991. En las últimas elecciones europeas consiguió más votos (12,6%) que en las de 1987. En las municipales roza el 10%, 7 puntos menos que en 1976, y cuenta con 24 alcaldías, por las 37 de hace 40 años.Si los tiempos están cambiando, en el caso del PCP, cambian poco. “Es un caso peculiar, al igual que los de Chipre, Grecia y Finlandia”, explica José Pacheco Pereira, historiador, exdiputado y ensayista político. “En todos esos casos existía una fuerte implantación en sectores económicos que se sentían amenazados por la llegada de la modernización”.

¿Cómo se han mantenido? La fuerza del PCP se concentra en el cinturón industrial de Lisboa y en el mundo rural del Alentejo. “Álvaro Cunhal —secretario general de 1961 a 1992— comprendió que si seguía la vía de los otros, perdería el control en esos sectores y no ganaría en los nuevos, principalmente servicios, banca o juventud. Con el sindicato CGTP pudo retardar los cambios en la industria, y con el control del empleo rural hacerse fuerte en el Alentejo”, añade Pacheco Pereira.

No es que en estos años nadie haya intentado arañar el espacio político del PCP. En 1999 el nacimiento del Bloco de Esquerda, que agrupaba a excomunistas y pequeñas agrupaciones marxistas, preconizaba una vez más la muerte del PCP. A ello contribuían cabezas de cartel más jóvenes, mejor marketing, con un discurso más a la moda, más feminista y más urbano.

Los comunistas reivindicaron las esencias y la tradición. A diferencia de los bloquistas, el PC está a favor de los espectáculos taurinos, en contra de los vientres de alquiler y de la eutanasia. En Europa, votó junto a la derechona contra las sanciones a la Hungría de Orbán, porque no le gustan las injerencias de la UE en un país soberano (por cierto, el PCP nunca condenó la invasión soviética de Praga).

Los comunistas superaron al Bloco de Esquerda en dos puntos en las elecciones europeas y en seis en las municipales

Esa orientación no hace mella en el electorado comunista. Después de dos décadas compitiendo por el mismo trozo de pastel, el Bloco le saca dos puntos en las elecciones legislativas, pero el PC le gana en las europeas (por ocho puntos) y municipales (seis puntos).

“Al Bloco le faltan dos cosas del PCP”, afirma Pacheco Pereira, “la base local y los sindicatos. Veinte años después sigue sin tenerlas y al final busca más arañar votos a los socialistas que a los comunistas. En cualquier caso, el incuestionable proceso de decadencia del PCP pasa por el envejecimiento de su voto rural y por la pérdida de fuerza de sus sindicatos”.

Pero la muerte anunciada ya ha retrasado varias veces su fecha. “Muchos clichés, muchas caricaturas fueron creados para intentar disminuir nuestra influencia en el pueblo”, explica el director del Avante! “El PCP no ha desaparecido porque tiene profundas raíces en la clase operaria. El PCP mantiene una relación umbilical con el pueblo, es la alternativa de izquierdas a los grandes monopolios; y, como se acaba de demostrar con los miles de jóvenes que participaron en la fiesta del partido, el PCP es también el futuro”.

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