Las guardianas del agua de Ciudad de México
Las mujeres de los barrios más secos de la capital se encargan de resguardar el agua ante la escasez que hay en la ciudad
Hace más de cinco años que Rosa Duarte Pérez no usa la ducha de su casa. En su lugar, llena un balde con agua de varios bidones que tiene en su patio y se baña "a jicarazos", con un pequeño recipiente de plástico. De esa forma utiliza la menor cantidad de agua posible. No tienen otra opción, la presión del agua en su casa es tan poca que solo llega a las llaves que están a pocos metros de la entrada. Ella y su familia, de cinco personas, se paran en una tina pequeña donde cae el líquido que después reutiliza para lavar o, si no tiene jabón, para regar sus plantas.
“Ese es mi dolor. Más que yo no tenga agua para mí, ¡mis plantitas!”, dice Rosa Duarte que se lamenta porque su árbol de limones ya no da frutos. “A esta también le falta agua”, dice mientras hurga en otro árbol y busca si tiene chirimoyas. De sus 72 años, lleva más de 50 viviendo en la colonia de Santa Úrsula, en la delegación Coyoacán, al sur de la Ciudad de México. A pocos metros de su casa hay una fuente de roca volcánica en la que desde hace años la única agua que ve es el de la lluvia estancada. Hoy en día el agua no sale ni del grifo.
Esta familia es una de las afectadas por el servicio de agua por tandeo, que limita la distribución a unas cuantas horas, entre uno y tres días a la semana. Este hogar no tiene cisterna. Esto hace que todo balde, bote y garrafón que encuentre en su casa se convierta en un recipiente para cuando funciona el grifo. Rosa no sabe cuándo será el próximo día en que vuelvan a abastecer su casa. “Hasta una bacinilla [orinal] llenaría”, dice con una carcajada.
Las mujeres de los barrios más secos de Ciudad de México son quienes se encargan de resguardar el agua ante la escasez que sufre la capital. Esto en una ciudad donde uno de cada cinco habitantes tiene agua corriente durante solo parte del día.
“En estas zonas las mujeres dedican mucho más tiempo a reciclar el agua del lavado que en la misma acción de lavar”, explica Juana Martínez Macedo, una investigadora respaldada por Women for Climate, que se dedica a estudiar el papel de la mujer en situaciones de escasez hídrica.
La investigadora asegura que la falta de agua afecta más a las mujeres, quienes asumen el rol de almacenar, reusar, y administrar el agua en sus hogares. Esto sucede en las colonias con menos recursos, como es el ejemplo de Iztapalapa, una delegación al oeste de la capital que sufre la falta de acceso y distribución. Allí se encuentran 105 de las 283 colonias que tienen el servicio irregular por tandeo, según datos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México marzo de 2018.
En general, se estima que en la Ciudad de México se utilizan en promedio 366 litros por persona al día. Este número no toma en cuenta que el 15% de los capitalinos no cuenta con este recurso todas las horas, ni todos los días, según la investigadora.
Rosa Duarte y otros antiguos vecinos de Los Pedregales —como le llaman a este conjunto de barrios donde viven— han sido testigos de cómo el agua desaparecía de sus llaves a medida que los edificios residenciales se construían en la zona.
“Donde se ven esos edificios grandotes, que están altísimos, ahí brotaba agua”, señala Rosa Duarte. “Y construyeron esos edificios y pusieron albercas para que la gente vaya a nadar. Llenan la alberca, y mientas tanto nosotros sin agua”.
Ante la situación, los vecinos de la zona protestaron y cerraron las calles en febrero y marzo. La delegación gestionó mesas de trabajo y recorridos a los pozos de los alrededores. Además, se comprometió a monitorear las válvulas de presión de agua que estaban siendo manipuladas por terceros. Los residentes aceptaron tener agua por tandeo en esta zona. Prefirieron esto a recibir pipas o camiones cisterna a domicilio. Según ellos, porque los encargados de las pipas elegían de forma arbitraria a quien y cuánta agua suministrar, e incluso aceptaban sobornos.
“Tenemos más de 15 pozos en Los Pedregales y a pesar de eso carecemos de agua”, dice Teresa Cruz Torres, de 60 años, una de las vecinas que participó en las mesas de trabajo de la delegación. “Nuestra agua está siendo desviada a las zonas de departamentos. ¿Qué nos espera de aquí a unos años?”, agrega.
La duda no solo la tiene Teresa. La investigadora Martínez Macedo cree que la sobreexplotación de los pozos ya es problemática. La extracción desmedida ha generado hundimientos en los terrenos de la ciudad durante las últimas siete décadas. Por esto se habría establecido en los años 50 una veda para la protección de estos mantos acuíferos, que no ha sido respetada. “En lugar de estar sacando deberíamos estar metiendo y eso no está sucediendo”, concretó la investigadora.
“¿Y nosotros?”, se pregunta Rosa Duarte, al ver que con el paso de los años la falta de agua ha llegado hasta su casa. Este riesgo de escasez es latente para el resto de la ciudad en un futuro cercano. Según la organización Agua.org, en 2030 no habrá agua suficiente para todos los habitantes de la Ciudad de México. Debido a la gran concentración de población que hay en las ciudades y al boom inmobiliario que vive en capital.
Mientas la Ciudad de México se seca poco, las mujeres cuidan el preciado líquido gota a gota para seguir resistiendo.“Yo ya me acostumbré. Todos acá ya nos acostumbramos a cuidar mucho el agua, guardarla mucho”, dice Rosa Duarte.
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