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País pobre patrocina a club de fútbol rico

Ruanda firma un polémico acuerdo de patrocinio con el Arsenal inglés por el que gastará más de 30 millones en tres años

ÓSCAR GUTIÉRREZ
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, junto al exfutbolista del Arsenal, Tony Adams, en 2014.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, junto al exfutbolista del Arsenal, Tony Adams, en 2014.Flickr

Cuando el Arsenal cayó derrotado ante el Atlético de Madrid en semifinales de la Liga Europa, el 3 de mayo, uno de los mensajes de pesar más leídos fue el de Paul Kagame, presidente de Ruanda. "El final de esta era no debiera haber sido así", dijo en su perfil de Twitter el dirigente de 60 años, en el poder desde hace 18 y fan apasionado de los gunners. "Aún soy un seguidor comprometido y voy hacia delante. Culpad a los propietarios". Aquel partido en el Metropolitano de Madrid era la despedida, ese final de era, del mítico entrenador francés Arsène Wenger, al que, por cierto, el propio Kagame había pedido marcharse del club británico hacía ya seis años. Toda una pasión declarada por el Arsenal que ha contagiado a los ruandeses y que, pese a las críticas del carismático Kagame hacia los dueños del equipo, se tradujo 20 días después en la firma de un acuerdo por el que el país africano pagará más de 30 millones de euros en tres años a cambio de aparecer en la manga de la camiseta de los jugadores. La idea no ha gustado mucho en Reino Unido, que destina más de 60 millones de euros anuales en proyectos de desarrollo en Ruanda.

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La paradoja está servida: ¿cómo un pequeño país africano considerado pobre puede pagar un patrocinio nada despreciable a uno de los clubes de fútbol más ricos del mundo? La relevancia del Arsenal es indudable. Según la última clasificación de la auditora Deloitte, el club londinense, uno de los más seguidos en el mundo, con buen apego en África, facturó el pasado año 487,6 millones de euros, una cifra que le sitúa como el sexto club más adinerado. En esas cuentas destacan los 34 millones de euros anuales que se lleva de la también acaudalada aerolínea dubaití Emirates por poner su logo en la parte frontal de la camiseta, al que desde agosto acompañará en la manga el pagado por el país de los Grandes Lagos con el lema Visit Rwanda (Visita Ruanda).

Sobra decir que Reino Unido es país emisor de ayuda al desarrollo y Ruanda es uno de sus destinatarios. El DFID, agencia británica para esta cooperación, gastó en 2017/2018 60 millones de euros. Por ese motivo, la prensa británica ha vertido críticas contra el acuerdo. ¿No sería que ese dinero lo gasta Kigali ahora en patrocinio? Pero no solo Reino Unido; en el Parlamento de Holanda, emisor también de ayuda, se ha denunciado el contrato, desde la bancada de los cristianodemócratas hasta la de diputados de GroeLinks (Verdes). El Gobierno de Kagame se ha defendido: lo que Londres aporta a cooperación va en gran medida a proyectos sobre mejora de la justicia; el dinero que invertirán en el patrocinio proviene del sector turístico, que no deja de crecer, y, en último lugar, la campaña de marketing a través del Arsenal prevé precisamente que extranjeros sigan visitando el país para dejar de depender de las donaciones foráneas.

Ante el mordisco del hombre blanco, Kigali ha tratado de sacar pecho con las cifras. El país obtuvo en el último ejercicio 346 millones de euros en turismo, una cantidad que quiere llevar hasta los 800 millones para 2024 a través de ofensivas de promoción como la de la camiseta del Arsenal —el acuerdo también llevará el mismo lema a las vallas publicitarias y paneles del estadio—. Más aún, el número de británicos que visitaron el país en 2017 creció un 21%. Alguno habría del Arsenal. Según declaró a la publicación Jeune Afrique el secretario de Estado de Exteriores Olivier Nduhungirehe, de esos 346 millones anuales, solo un 3% irá destinado al acuerdo de patrocinio con el club inglés. Se prevé que ese refuerzo de imagen-país —vital para deshacer el vínculo entre Ruanda y el brutal genocidio de 1994— ayude a doblar en seis años los ingresos por turismo, principal fuente de entrada de divisas.

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Y tras las cifras, el sentimiento. “Cualquiera que critique nuestro acuerdo con el Arsenal porque Ruanda es pobre y receptor de ayuda”, manifestó el sábado en un hilo de Twitter Clare Akamanzi, responsable del Departamento de Desarrollo de Ruanda, encargado de la promoción del turismo, “o bien desea que lo siga siendo permanentemente o no entiende que, en cualquier negocio, los costes del marketing son un componente clave en los gastos de una compañía”. Para Akamanzi, “cuanto más se gane en turismo, más se podrá invertir en la gente”. Pero el posible contrasentido sigue latente, ¿por qué no invertir directamente ese dinero en agua y electricidad?

En efecto, Ruanda es uno de los países del África Oriental más expuestos a la dependencia de la ayuda externa. Esta cubre el 17% del presupuesto nacional, una cifra muy elevada pero ya alejada del 80% de hace una década. El Banco Mundial sugiere precisamente en sus análisis que la iniciativa privada debe permitir a Ruanda sacudirse esa dependencia. Y es ahí donde también saca pecho el pequeño país africano (12 millones de habitantes), con una economía que crece a buen ritmo, en torno al 5%, y la vitola de ser el segundo en el continente donde se puede montar un negocio más rápidamente. Siendo eso así, según datos de Naciones Unidas, el 60% de la población vive con menos de 1,6 euros al día, la pobreza está muy extendida, con un especial impacto en la infancia, y la renta per cápita permanece en torno a los 700 euros.

Ruanda ha mejorado desde los años noventa notablemente en educación, con una media de 10,8 años de escolarización, o sanidad, con una expectativa de vida de 64,7 años. Pero eso no ha evitado que el país africano ocupe el puesto 159 de 188 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, sumergido en la categoría más baja de esta medición, por debajo de vecinos como Kenia o Tanzania.

Kagame pidió aquel 3 de mayo, en su prolija cuenta de Twitter, un cambio en el Arsenal: “Algo fundamental tiene que cambiar en el club”. Eso ya se verá en los terrenos de juego. Lo que sin duda cambió fue la apuesta del pequeño país africano para hacer correr su economía. Siguiendo con el símil futbolístico, eso es pasar al ataque.

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Sobre la firma

ÓSCAR GUTIÉRREZ
Periodista de la sección Internacional desde 2011. Está especializado en temas relacionados con terrorismo yihadista y conflicto. Coordina la información sobre el continente africano y tiene siempre un ojo en Oriente Próximo. Es licenciado en Periodismo y máster en Relaciones Internacionales

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