Putin anuncia un nuevo misil balístico intercontinental que puede eludir los escudos
El presidente ruso proclama la superioridad militar de su país y avisa de la creación de "armas invulnerables" durante el discurso de estado de la nación
El reforzamiento de la capacidad bélica, la puesta en funcionamiento de nuevas armas sin parangón en el mundo y la proclamación de la superioridad militar de Rusia han sido los grandes temas del discurso que el presidente Vladímir Putin pronunció el jueves ante la Asamblea Federal (el parlamento bicameral formado por la Duma Estatal y el Consejo de la Federación).
Putin hizo una presentación del nuevo armamento ruso que en múltiples casos calificó de “invulnerable” y que, según dijo, constituye la respuesta de Moscú a la decisión estadounidense de abandonar en 2002 el tratado ABM sobre misiles balísticos de 1972. Aquel documento bilateral entre la URSS y Estados Unidos era considerado la piedra angular del sistema de contención mutua. Putin reiteró que la defensa global antimisiles de EE UU es una amenaza para su país, que combinada con el tratado de reducción de armamento estratégico de 2010 (también bilateral entre Rusia y EE UU), devalúa el potencial nuclear de Rusia.
La alocución de Putin se presentaba como “discurso sobre el estado de la nación”, pero no respetó lo establecido por la Constitución rusa, según la cual, la cita del presidente con el parlamento tiene carácter anual. En 2017 Putin, a diferencia de todos los años de su presidencia, no pronunció el discurso correspondiente, que ha ido demorándose hasta transformarse de hecho en un gran mitin electoral. El líder ruso, de 65 años, lleva al frente del Estado desde 2000 y espera revalidarse en su puesto (formalmente por cuarta vez) para otros seis años en las elecciones del 18 de marzo.
El retraso de la cita anual no se debió a la dificultad para consensuar una política de reformas económicas y sociales entre todas las fuerzas que apoyan al líder ruso, tal como habían afirmado fuentes próximas al Kremlin. Por su énfasis en las cuestiones de defensa y armamentistas (más de 45 minutos de las casi dos horas que duró la alocución), el retraso parece obedecer al deseo de movilizar a los ciudadanos recurriendo de nuevo al tema de la defensa de Rusia ante un mundo exterior que es presentado como hostil.
En su parte social y económica, el discurso presidencial fue una retahíla de cifras de inversiones y objetivos, pero no una explicación de cómo lograrlas. Putin no abordó asuntos impopulares como la previsible subida de los impuestos o de la edad de jubilación y no mencionó la corrupción, el desarrollo de la sociedad civil, los problemas del sistema de justicia y de las relaciones entre el centro y las provincias. Sí se refirió a los problemas demográficos y la necesidad de fomentar la emigración de gente joven y sana.
Para la cita con el presidente, por primera vez se eligió el Manezhe, las antiguas caballerizas imperiales, que sustituyeron a las dependencias del Kremlin. En el Manezhe se instalaron tres enormes pantallas de video, donde se proyectaron gráficos económicos y, por orden de Putin, se pasaron hasta seis videos, consistentes en infografías sobre las nuevas armas rusas en acción, misiles varios que surcaban los mares o cruzaban los cielos, camino del territorio enemigo (en occidente o entorno de la OTAN) por sofisticadas rutas que burlaban las defensas del adversario.
Entre las nuevas armas, mencionó las que no utilizan trayectorias balísticas al dirigirse hacia su blanco, como los misiles de crucero que pueden llegar “a cualquier lugar del mundo”. Se trata, según dijo, de un arma que vuela a baja altitud, es difícil de detectar y lleva una carga nuclear con un “alcance prácticamente ilimitado y una trayectoria impredecible que puede burlar las líneas de intercepción y que es invulnerable ante todos los sistemas existentes y futuros de defensa de misiles y defensa antiaérea”.
Estos misiles fueron probados a fines de 2017, afirmó Putin, según el cual “nadie en el mundo tiene algo semejante hoy. En algún momento seguramente aparecerá, pero para entonces nuestros chicos habrán pensado en algo más”.
Mencionó también Putin un misil de largo alcance lanzado por submarinos y capaz de llevar cabeza nuclear y un misil intercontinental llamado Sarmat que sustituye al Voevoda de fabricación soviética y tiene un alcance “prácticamente ilimitado” pudiendo atacar objetivos tanto a través del Polo Norte como del Polo Sur y para el cual “ningún sistema antimisiles es un obstáculo”. Además se refirió al complejo de misiles Kinzhal, que según dijo se encuentra ya instalado en el distrito militar del sur (zona que incluye el mar Negro) desde principios del pasado diciembre. Este sistema hipersónico y de precisión se lanza desde aviones, es capaz de maniobrar en todos los tramos de su trayectoria, supera la velocidad del sonido diez veces y tiene un alcance de más de doscientos kilómetros.
Putin también habló del complejo de misiles Avangard para vuelos intercontinentales en capas densas de la atmósfera y las armas basadas en el láser con las que, según dijo, ya han comenzado a ser abastecidas las tropas rusas. Sin dar detalles, el jefe del Estado afirmó que en este tema Rusia está un paso por delante en relación a otros Estados.
Después de que EE UU se negara reiteradamente a permanecer en el tratado antimisiles, Rusia trabajó para crear nuevos sistemas de armas estratégicas, dijo el presidente ruso, que acusó a los occidentales haber llegado a pensar que Moscú no podía asegurar su potencial estratégico y que no valía la pena “tener en cuenta la opinión de Rusia” ya que podían conseguir la supremacía unilateral y luego “dictar sus condiciones en todos los otros campos”. “Trabajamos con intensidad” lo que permitió dar “un gran paso para crear nuevos modelos de armas estratégicas”. “Es sorprendente que a pesar de todos los problemas con los que nos encontramos (…), Rusia sigue siendo una gran potencia nuclear y nadie quería hablar con nosotros y nadie quería escucharnos. Escúchenos ahora”, anunció con énfasis. Sus palabras fueron seguidas de una gran ovación por el público reunido en el Manezhe.
“La operación Siria mostró las crecientes posibilidades de las Fuerzas Armadas de Rusia”, aseveró Putin, que utilizó a una de las víctimas de aquella guerra para afirmar la supremacía moral de su país frente a occidente. “La técnica, las armas, incluso las más modernas, tarde o temprano aparecen en otros ejércitos del mundo. Esto no nos preocupa en absoluto, porque las tenemos y serán aún mejores. Lo principal es otra cosa, que ellos no tendrán nunca gentes y oficiales como nuestro aviador, el mayor Román Filípov. Este oficial ruso fue abatido en Siria, cuando efectuaba una misión sobre una de las zonas de descalada controlada por Turquía. Filípov se catapultó con éxito, pero se quitó la vida antes de caer prisionero".
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