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Alberto Nisman, a tres años del gran misterio argentino

La investigación por la muerte del exfiscal del caso Amia se concentra en la hipótesis del asesinato

Federico Rivas Molina
La tumba de Alberto Nisman en el cementerio judío de La Tablada, Buenos Aires.
La tumba de Alberto Nisman en el cementerio judío de La Tablada, Buenos Aires.AFP
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Este jueves se cumplieron tres años de la muerte de Alberto Nisman, pero el tiempo transcurrido apenas ha echado luz sobre el que ya es el gran misterio judicial argentino. Las hipótesis superan hoy a las certezas y la causa tiene apenas sospechosos. Los investigadores ni siquiera pueden confirmar si Nisman se suicidó o fue asesinado. Así está el caso, envuelto en dudas. En medio está la familia del exfiscal que investigaba el atentado terroristas a la Amia, convencida de que Nisman no apretó el gatillo que le voló la sien en el baño de su casa de Buenos Aires. "La única manera de callar a Nisman era matarlo, hubo un plan criminal con intervención de agentes del Estado", dijo su exesposa, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. Ella no tiene dudas acerca del asesinato, como buena parte de los argentinos. Falta que la justicia lo confirme.

La noche de la muerte, Nisman tenía listo sobre su escritorio un informe en el que acusaba a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrir a los iraníes acusados del atentado de 1994. Era el resultado de una larga investigación, producto de su trabajo como investigador del peor atentado terrorista de la historia argentina, un estallido en pleno día que dejó 85 muertos. Esos papeles debían llegar al Congreso, pero Nisman murió en la víspera de su presentación.

En medio de la gran conmoción política que siguió a la muerte del exfiscal, el juez Daniel Rafecas desestimó la denuncia contra Kirchner y la archivó, pero con la llegada de Mauricio Macri al poder otro juez tomó la decisión contraria. Kirchner está ahora a un paso del jucio oral, acusada de encubrimiento. La expresidenta negó siempre cualquier relación con la muerte de Nisman, al punto que se consideró víctima de una conspiración orquestada desde los servicios de inteligencia para desestabilizar su Gobierno.

El exfiscal Alberto Nisman, en mayo de 2009.
El exfiscal Alberto Nisman, en mayo de 2009.

Durante los últimos meses, la causa pareció avanzar a grandes pasos hacia la teoría del asesinato. "El 2015 fue un año de mucha soledad, de miedo, de maldad y de aprietes. El 2016 fue el año de la expectativa, donde la Corte reconoció que si hay una investigación es porque hubo un asesinato; y el 2017 fue un año de concreción y reconocimiento al arduo trabajo del juez [Julián] Ercolini, el fiscal [Eduardo] Taiano y de los 24 expertos de la justicia, que terminan reconociendo que Nisman fue asesinado", dijo Arroyo Salgado.

En septiembre del año pasado, 24 expertos coordinados por la Gendarmería, un organismo que depende del Gobierno de Mauricio Macri, presentaron un informe que asegura que Nisman no se suicidó. El resultado contradijo a los peritos que habían estudiado el caso dos años atrás y supuso un giro en la investigación. El informe fue suficiente para que el juez Ercolini concentre sus pesquisas hacia un posible asesinato. Según los expertos, la posición del cuerpo de Nisman y una droga encontrada en la autopsia son prueba de que al menos dos personas participaron del crimen en aquella noche del 18 de enero de 2015.

La causa Nisman cambió de fiscal, de juez y de peritos varias veces, pero a tres años de la muerte todo ha vuelto al punto de inicio: el de un posible asesinato. Eso pensó la familia aquella noche y también Cristina Kirchner en su primera referencia al caso, antes de virar hacia la hipótesis del suicidio. En medio de una gran discusión política, que tiñó toda la investigación, los argentinos volvieron a hablar de un crimen. El problema del juez es que no tiene autores materiales ni intelectuales. De hecho, la causa tiene un solo imputado que ni siquiera está preso: Diego Lagomarsino, un informático al servicio de Nisman que hace tres años reveló que él dio al fiscal el arma de donde salió el disparo que lo mató.

Lagomarsino cuenta que la tarde del 18 de enero de 2015, Nisman lo llamó para pedirle un arma. El exfiscal le dijo que la necesitaba defender a sus hijas. Lagomarsino entonces fue a su casa, tomó una Bersa calibre 22 y se la llevó al fiscal. Por la noche se enteró que Nisman había muerto de un disparo en la cabeza. “Este es el tercer aniversario de una tortura. Alberto se murió y yo también”, dijo hoy Lagomarsino. La situación del informático se complicó cuando tomó fuerza la hipótesis del asesinado. El juez lo proceso como partícipe necesario del crimen e ahora investiga cientos de llamadas telefónicas para determinar si además está detrás de un supuesto “plan criminal”. Un plan que hoy no tiene siquiera sospechosos.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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