Honduras vota la polémica reelección de Juan Orlando
El país centroamericano afronta unas atípicas elecciones presidenciales donde por primera vez se aprobó la reelección
Entonando el himno nacional en la sede del Tribunal Electoral dio inicio a las 7 am (hora local) la apertura de colegios electorales para unas polémicas y atípicas elecciones donde está en juego la reelección del mandatario conservador Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional.
Miembros de la junta electoral, junto a sacerdotes y pastores evangélicos, juraron el cargo con la bandera ante lo que el presidente del Tribunal calificó de “esfuerzo titánico”, para organizar los comicios en los que más de seis millones de hondureños elegirán presidente, diputados y alcaldes.
Solo unos minutos después del arranque de la jornada electoral, el actual presidente, un abogado de 49 años, ejerció el voto en un colegio electoral de Lempira. Desde tres horas antes de que se abrieron las urnas en Honduras, se votaba ya entre la comunidad de hondureños en Estados Unidos.
El fenómeno de la reelección que durante décadas sobrevolaba la política latinoamericana como un fantasma repudiado por su evocación de los eternos gobiernos militares, reaparece en esta ocasión en medio de la polémica.
Según las encuestas Juan Orlando podría repetir en el cargo durante cuatro años más gracias a que la Corte Suprema, compuesta por integrantes afines, le permitió en 2015 contender pese a la indignación de la oposición, que asegura que la decisión va en contra de la Constitución.
“Ya sabemos que no se hizo como debería haberse hecho, a través de una consulta popular, sino a través de una interpretación legislativa que hizo la Corte Suprema de Justicia, que le quita un poco de legitimidad al proceso”, criticó la analista Léster Ramírez en El Heraldo.
Al margen de Hernándz, otros ocho candidatos buscan la presidencia pero solo Luis Zelaya- aspirante del Partido Liberal y sin relación con el expresidente- y el popular presentador de televisión Salvador Nasralla tienen alguna posibilidad de lograr la victoria.
Nasralla se presenta ante los votantes como heredero del zelayismo, el movimiento político cercano al chavismo, que surgió tras el golpe de Estado de 2009 mediante el Manuel ‘Mel’ Zelaya fue expulsado del poder de madrugada y en pijama.
Zelaya, quien gobernó el país centroamericano de 2005 a 2009 como miembro entonces del Partido Liberal, fue desalojado por una coalición político-militar ante las acusaciones de conspiración para lograr la reelección presidencial, algo prohibido por la Carta Magna y que el político aspiraba enmendar en un improvisado referendo.
El líder izquierdista y su Partido Libertad y Refundación (Libre) –una escisión del Partido Liberal- son parte de la Alianza de Oposición contra la Dictadura que surgió tras el fallo del alto tribunal que permite la reelección de Hernández.
Por este partido se presenta como candidata al Congreso, Olivia Zúñiga Cáceres, hija de la ecologista Berta Cáceres, asesinada en marzo de 2016.
La campaña electoral que concluyó ha estado marcada por la apatía colectiva, según los sondeos de opinión debido al bajo nivel de la misma. Durante semanas los candidatos han protagonizado numerosos ataques verbales en medio de una falta de propuestas generalizada para solucionar los problemas centrales de la sociedad: corrupción, violencia y falta de oportunidades.
Numerosos casos de corrupción han afectado a los dos últimos gobernantes del Partido Nacional - Incluido Porfirío Lobo cuyo hijo fue condenado a 24 años de cárcel en Estados Unidos acusado por narcotráfico- como al propio Zelaya. Paralelamente la violencia, a pesar de la disminución en la tasa de homicidios, se mantiene en niveles altos incluso para un contexto latinoamericano.
En 2014, San Pedro Sula, la capital administrativa del país, registró una tasa de 142 homicidios por cada 100.000 habitantes, por los 81 de Tegucigalpa o los 95 de La Ceiba, la tercera localidad, según los datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma (UNAH) Honduras cerró 2016 con 5.154 homicidios, 59 por cada 100.000 habitantes.
A ello se suma la dificil situación económica por la que miles de hondureños emigran cada año para tratar de llegar de forma ilegal a Estados Unidos.
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