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México perdió 250.000 hectáreas de bosques en 2016

El área deforestada el año pasado supera la extensión territorial de la Ciudad de México

Luis Pablo Beauregard
Una zona boscosa deforestada de Yucatán.
Una zona boscosa deforestada de Yucatán. Eugenio Fernández

El crecimiento ganadero y agrícola está acabando con los ecosistemas boscosos y selváticos en México. La deforestación en el país ha crecido un 36% en el último año, según la plataforma Global Forest Watch y la organización no gubernamental mexicana Reforestamos. Esto significa que México perdió el año pasado 253.000 hectáreas de bosques y selvas, 100.000 hectáreas más que el promedio registrado por el Gobierno mexicano ante la FAO en el lustro 2010-2015. Está área representa más de la extensión territorial de la Ciudad de México, la capital del país. Los Estados que más han resentido este fenómeno se encuentran en el sureste mexicano, en la Península de Yucatán. 

“El problema que ha presentado la Península es el cambio de uso de suelo en temas agrícolas. Se han incrementado el cultivo de soya y de alimento para ganado”, explica Emilio Cruz, vocero de Reforestamos. El Estado de Campeche es el más deforestado de la Península de Yucatán porque ha perdido 54.700 hectáreas de selva, lo que representa el 22% del total perdido en México el año pasado. La cifra de hectáreas deforestadas en ese Estado ha crecido agudamente desde 2006, cuando se perdieron 23.909 hectáreas. 

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“Si la deforestación mantiene ese ritmo, antes de que termine el siglo XXI no quedará una sola hectárea de estas selvas. Con ellas se perderán una enorme diversidad biológica y servicios ambientales para la agricultura, la producción industrial y la vida en las ciudades”, considera Reforestamos. 

Además de la expansión de territorio para la pastura del ganado también se ha incrementado el cultivo de la palma. “No es casual la cifra de deforestación en Campeche y Chiapas, donde estas actividades ejercen una presión terrible y han tenido un impacto brutal”, considera Eugenio Fernández, un consultor independiente. El aceite de palma es muy utilizado por la industria alimentaria y las regiones del sureste del país han respondido con gusto para satisfacer su demanda en la fabricación de productos de alimentación altamente químicos e industrializados. “Los mexicanos nos estamos muriendo de diabetes y además la comida chatarra nos está asfixiando porque está acabando con nuestras selvas”, agrega Fernández. 

La Península de Yucatán cuenta con uno de los macizos forestales más sanos del país. En 10 metros cuadrados de selva puede encontrarse una diversidad fantástica. Allí conviven hasta 30 tipos de árboles, centenares de insectos y otras varias plantas. En las décadas anteriores, la región había quedado a la zaga del desarrollo en México, lo que le había permitido mantener sus ecosistemas en muy buen estado. La mejora de la infraestructura y sus mejores caminos la ha hecho más accesible. “Esto ha permitido que la frontera agropecuaria se expanda en ausencia de una política y una procuraduría ambiental que funcionen. En términos reales, los ganaderos y agricultores pueden hacer lo que quieran”, dice Fernández. 

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Junto al caso de Campeche se suman Yucatán y Quintana Roo. Los tres sumaron más de 95.000 hectáreas perdidas de selva. Yucatán perdió 23.000 hectáreas, su peor cifra desde 2007. Quintana Roo, la entidad en la que se encuentran Cancún, Tulum y Playa del Carmen y que ha apostado al turismo como palanca de desarrollo, perdió 17.824 hectáreas. Es una mejor cifra a la registrada en 2015 (37.000 hectáreas deforestadas). En diciembre de 2016, los tres gobernadores de la región se comprometieron a reducir a cero la deforestación para el año 2030. El primer paso será reducir 80% la pérdida de la selva en 2020. 

El Gobierno federal también se ha comprometido a frenar el exterminio de los bosques y selvas mexicanas. La Secretaría (ministerios) de Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) y el ministerio encargado de Medio Ambiente han firmado un compromiso similar al de los mandatarios locales que se compromete a restaurar con árboles 8.5 millones de hectáreas en los próximos dos años. 

Chiapas merece una mención aparte porque en el listado por Global Forest Watch y Reforestamos aparece como el más afectado en 2016. La entidad en la frontera con Guatemala tuvo su peor año en lo que va del siglo XXI con 65.760 hectáreas reforestadas. En el año 2001 la pérdida fue de 18.100 hectáreas, una cifra que promedió hasta que en 2013 la entidad comenzó a deforestar 30.000 hectáreas de pérdida. Guerrero, en la costa del Pacífico, también registró su peor dato en 15 años con 8.210 hectáreas deforestadas. 

Reforestamos cree que el ejemplo de Durango, al norte de México y el primer productor de madera en el país, puede servir de modelo a seguir. “Muestra cómo las comunidades pueden vivir del manejo forestal”, dice Emilio Cruz. El Senado tiene en sus manos, desde hace tres meses, una iniciativa de la Ley forestal. El texto apoyado por varias ONG unificaría varios trámites que significarían un ahorro de costes para los productores de madera. De esa manera, los campesinos podrían ahorrar hasta 100.000 pesos (5.200 dólares) para obtener planes de manejo en ecosistemas delicados como las selvas. “El problema en la Península de Yucatán es que la venta de madera nunca ha sido un negocio. Pero la gente podría vivir de la selva y de su aprovechamiento sustentable. Habría otro modelo de desarrollo”, dice Cruz.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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