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Alhucemas no se rinde

Miles de jóvenes rifeños desafían la amenaza de cárcel en Marruecos para manifestarse

Manifestantes en Alhucemas, este jueves. F.PFoto: atlas | Vídeo: ATLAS
Francisco Peregil
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Este 20 de julio, víspera de la derrota que el rifeño Abdelkrim el Jatabi infligió al Ejército español conocida como el desastre de Annual, era el día en que el líder de las protestas de Alhucemas, Nasser Zafzafi, escogió hace meses para convocar “la manifestación del millón de personas”. Al final, no fueron un millón ni de lejos. Pero sí salieron miles de jóvenes a la calle, tal vez decenas de miles, a pesar de que la protesta había sido expresamente prohibida por el Gobierno, a pesar de que la plaza principal de esta ciudad de 56.000 habitantes estaba acordonada por los agentes y costaba caminar por una sola calle donde no hubiera policías.

Antes de salir de sus casas y despedirse de los suyos, cada uno de los jóvenes manifestantes sabría, probablemente, que se arriesgaba a pasar varios meses, tal vez años, en la cárcel. Y salieron a las cinco de la tarde sin ningún líder carismático al frente, sin ninguna cabeza visible, ni de hombre ni de mujer. Sin altavoces, ni estrados, ni discursos; sin redes de teléfono ni de Internet, porque la policía se encargó de cortarla durante la manifestación. Y pidieron lo de siempre: mejores condiciones de vida y la liberación de los 180 presos detenidos desde hace mes y medio. Trajeron un lema difundido previamente en Facebook: “Mejor la muerte que la humillación”.

Todo el mundo era consciente de que la ciudad y sus alrededores estaba tomada por la policía. “Hay mucho miedo, pero también hay ganas de gritar”, comentaba un miembro del Movimiento que, como la gran mayoría de los consultados, prefiere mantenerse en el anonimato. Al principio se reagruparon en las esquinas unas decenas y después fueron unos cientos. Comenzaron a marchar por Alhucemas mirando constantemente hacia atrás para ver la reacción de los antidisturbios.

Qué fue de la mujer que abanderaba las protestas

Nawal Benaisa, la mujer de 36 años, madre de cuatro hijos y casada con un taxista, fue llamada dos veces a comisaría después de convertirse en el símbolo de las manifestaciones en el Rif, tras la detención del líder de las protestas, Naser Zafzafi. Desde entonces, su papel en las protestas se volvió mucho más discreto, y su participación en las redes sociales se redujo de forma considerable. Ayer, sin embargo, resultó hospitalizada tras sufrir golpes en la manifestación, según informaron fuentes locales.

Este diario no pudo hablar con Benaisa, pero a otras personas les confesó hace días que los agentes le advirtieron de que iría a la cárcel si continuaba liderando las protestas.

En las redes sociales hay miembros del Movimiento que la han criticado por dar un paso atrás. Otros aseguran que la policía la ha amenazado con difundir información comprometedora contra ella. Y muchos de los consultados coinciden en afirmar que, aunque no siga al frente de forma tan visible, continúa apoyando el Movimiento y es una mujer con mucho valor. “No es nada fácil, en una sociedad machista como la rifeña, dar un paso al frente como lo dio Nawal, teniendo cuatro hijos menores que dependen de ella y su marido”, concluye un miembro del Movimiento.

A medida que recorrían las calles se sumaba más gente. Los policías, apostados en cada esquina, los dejaban hacer. Hasta que los agentes lanzaron varias bombas lacrimógenas. Hubo una desbandada, pero los manifestantes se reagruparon y se aprestaron a seguir su camino. Algunos se tapaban la cabeza con camisas para sofocar el picor del humo en los ojos, varias mujeres les ayudaban dándoles botellas de agua desde los balcones. La calma volvió a imponerse. Entonces varios agentes se fueron hacia uno de los jóvenes, lo separaron del grupo y se lo llevaron. Varios manifestantes atacaron en ese momento con piedras a la policía. Otros llamaron a la calma. Enseguida los manifestantes se volvieron a reagrupar para proseguir de forma pacífica el recorrido. Pero no había forma de seguirlo. La policía cortaba todos los accesos. Y entonces los jóvenes se concentraron en las esquinas, en grupos separados por la policía, cantando sus lemas de siempre. Al cabo de una hora todo parecía haber concluido. Sin embargo, a las ocho y media de la tarde volvieron más jóvenes que nunca al centro de Alhucemas, reagrupados en una nueva fila homogénea. Los antidisturbios dispararon las bombas lacrimógenas y los jóvenes salieron corriendo. La noche fue cayendo sobre la ciudad, entre sirenas de policía y carreras.

Hamid El Mehdaoui, un periodista que goza de gran popularidad en las redes sociales de Marruecos, director del sitio Badil.info, fue detenido durante la manifestación. La fiscalía le acusa de "incitar a los individuos a cometer delitos", según un comunicado del ministerio público. "[El Mehdaoui] ha tomado la palabra en la plaza de Mohamed VI en medio de un grupo de individuos y les ha incitado a manifestarse, a pesar de la prohibición emitida por las autoridades competentes", señalaba el escrito.

Las cifras oficiales indicaron un saldo de 72 policías heridos y 11 manifestantes. Pero los civiles heridos no suelen acudir al hospital de forma voluntaria porque saben que a buen seguro terminarán en prisión. Hubo al menos tres focos de manifestación en Alhucemas. Aquellos en donde este periodista estuvo presente los manifestantes actuaron en su inmensa mayoría de forma pacífica.

Manifestación multitudinaria en Alhucemas.
Manifestación multitudinaria en Alhucemas.F. P.

Las protestas llegaron hace nueve meses a Alhucemas con la muerte del vendedor de pescado Mouhcine Fikri, quien falleció triturado dentro de un camión de la basura cuando intentaba recuperar la mercancía que le acaba de confiscar la policía. Pedían una universidad y un hospital especializado en la lucha contra el cáncer, entre otras cuestiones. Ahora reclaman también la liberación de los presos.

“En Alhucemas los jóvenes no hablamos de emigrar a Europa para escapar de la represión”, señala un miembro del Movimiento. “Entre nuestras discusiones no está cómo y dónde coger una patera, sino cuándo nos vamos a manifestar la próxima vez. De eso hablamos. Puede que se dé el caso de algún rifeño que llegue a las costas de España pidiendo asilo político, pero yo no conozco a nadie del Movimiento que lo haya hecho. Y tampoco a nadie que se vaya por motivos económicos. Este es el momento de estar aquí”.

Cuando Nasser Zafzazi convocó “la manifestación del millón” él contaba con la presencia de miles de rifeños provenientes, sobre todo, de Holanda, que vienen como cada verano a pasar sus vacaciones. Y los rifeños contaban con él. Sin embargo, Zafzafi está en la cárcel aislado desde el 29 de mayo, hay otros 180 miembros del Movimiento detenidos, el Movimiento está descabezado y este verano han venido muchos menos rifeños residentes en Europa que otros años.

Silya Ziani, una cantante de 23 años que solía inventar los lemas de las manifestaciones es la única mujer del Movimiento presa. Está en huelga de hambre desde hace cinco días en una prisión de Casablanca. Su amiga y compañera, Nawal Benaisa, el ama de casa de 36 años, casada con un taxista y con cuatro hijos de entre cuatro y 13 años, está libre pero advertida por la policía de que puede ir a la cárcel si continúa en las manifestaciones. Pero la llama de las protestas sigue viva.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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