Trump nombra a un nuevo director del FBI en plena turbulencia por la trama rusa
Christopher Wray fue fiscal general adjunto con Bush y se le considera próximo a los republicanos
Donald Trump no está dispuesto a perder la iniciativa. El día antes de la explosiva comparecencia en el Senado del despedido director del FBI, James Comey, el presidente de Estados Unidos dio a conocer su candidato para sustituirle. Es Christopher Wray, de 50 años, un graduado en Yale que con George W. Bush trabajó de fiscal general adjunto al mando de la división criminal. Durante su desempeño, de 2003 a 2005, se especializó en la persecución de escándalos corporativos como el caso Enron.
De perfil plano y poco polémico, su elección busca calmar unas aguas que el propio Trump ha agitado con el abrupto despido de Comey y sus constantes comentarios en Twitter sobre la trama rusa. A Wray se le considera próximo a los republicanos (en la última década ha contribuido a este partido con 35.000 dólares), pero también un hombre de leyes respetado entre los agentes del FBI. Quienes le han tratado destacan su independencia de criterio y su veteranía en asuntos penales. Otros subrayan también su capacidad de maniobra política, un elemento al que la Casa Blanca dio peso en la selección final. Antes de su designación, que debe ser ratificada por el Senado, estaba trabajando en la firma privada King & Spalding. Entre sus últimos litigios figura la defensa del gobernador de Nueva Jersey, el republicano Chris Christie, y un caso de evasión de Credit Suisse.
Trump, fiel a su estilo, hizo público el nombramiento en su cuenta personal de Twitter. Ni siquiera empleó la oficial. Le definió como “un hombre de credenciales impecables” y agotados los 140 caracteres no dio más datos pese a la transcendencia del anuncio. Para blindarlo de presiones, el puesto tiene una vigencia de 10 años. Antes de Comey, sólo un director del FBI había sido destituido. Ocurrió con Bill Clinton y por un asunto de manejo de fondos públicos para fines personales.
Wray llega al cargo en un momento especialmente delicado del vertiginoso mandato de Trump. El presidente mantiene un alocado pulso contra el anterior director del FBI, James Comey, y su jefe directo, el fiscal general, Jeff Sessions, está inhabilitado para tratar la trama rusa. Un caso del que puede depender el futuro de la presidencia y cuya investigación recae ahora en un fiscal especial, el implacable Robert Mueller, que dirigió la agencia federal de 2001 a 2013.
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