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Relato de la huida de un opositor venezolano

Lester Toledo, cofundador del partido del encarcelado Leopoldo López, narra su persecución por la policía política y la búsqueda de aliados en EE UU y Europa

Ignacio Fariza
Lester Toledo, este lunes en Madrid.
Lester Toledo, este lunes en Madrid.Álvaro García

Noche del 28 de agosto. Una decena de funcionarios del Sebin, la policía política venezolana, irrumpe en el domicilio de Lester Toledo, uno de los fundadores de Voluntad Popular. Es un departamento de un bloque de viviendas del Estado de Zulia (noroeste de Venezuela) en el que vive con su esposa y su hija de tres años. Los agentes tumban la puerta, allanan 105 apartamentos, toman militarmente el edificio con un helicóptero y 60 patrullas, y le obligan a huir a través de un departamento contiguo, en el que permaneció 72 horas.

Su huida no había hecho más que empezar: “Tuve que atravesar la selva, dejarme barba y ponerme lentes para burlar los mecanismos de seguridad con los que rodearon Zulia para dar conmigo”, afirma Toledo en la primera conversación con un medio de comunicación.

Ese día, el diputado por Zulia y fundador, junto al encarcelado Leopoldo López, de Voluntad Popular se convirtió en un perseguido político más en Venezuela, donde más de 100 personas han sido encarceladas por sus posicionamientos públicos. Tras 14 horas en una lancha y un vuelo, casi tres meses después Toledo se reencontró con su familia en EE UU, donde reapareció en compañía del secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Sobre su esposa, Yenny Chacín, abogada, que recibió a los agentes del Sebin cuando llegaron a su domicilio, pesa una orden de prohibición de regresar a Venezuela durante los próximos 200 años. Sobre él, una orden de arresto tan pronto como aterrice en Caracas: “Voy a regresar a mi país. Estoy dispuesto a asumir la cárcel, no tengo problemas. Mi historia es solo una de tantas”.

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Las autoridades acusan a Toledo de financiación del terrorismo y asociación para delinquir, lo que podría conllevar una pena de hasta 28 años de cárcel “sin pruebas, sin testigos, sin ningún proceso judicial y, lo más grave aún, sin respetar mi inmunidad parlamentaria”, apunta. “Me persiguen por liderar una investigación por corrupción en mi Estado que afectaba a pesos pesados del Gobierno nacional, entre ellos Diosdado Cabello [el hombre fuerte del Gobierno de Nicolás Maduro], y por construir una alternativa democrática en Zulia”, subraya. Además, achaca a su cercanía con Leopoldo López, de quien fue abogado defensor y jefe de campaña en 2012, y a quien califica de “líder moral de los venezolanos”, parte de las acusaciones.

Un mes después de salir de la clandestinidad, Toledo está de gira por Europa para contar su caso y “ser la voz” de sus compañeros. “Esto no es un tema personal del diputado Toledo”, subraya. “Estoy acá, pero todos los días recuerdo a los 112 presos políticos que dejé en Venezuela tras unas rejas por pensar distinto”.

La ruta comenzó en la sede de la OEA, ahora recorre Europa y seguirá por América Latina. Después, el diputado volverá a Zulia para “ejercer y defender” los derechos políticos que el pueblo le dio. Su principal objetivo es visibilizar la “ruptura del orden constitucional” en Venezuela. “El mundo no puede seguir creyendo que es un país normal. Si no se pone en contexto a la comunidad internacional, creerá que el mal llamado proceso de diálogo es tal”. Toledo acusa al Ejecutivo de Maduro de robar a los ciudadanos el derecho a decidir y destaca que cualquier diálogo que no devuelva a los venezolanos el derecho a votar y que no pase por una elección “no será más que una estafa”. “La comunidad internacional debe exigir una salida electoral en Venezuela”, sostiene.

Para referirse a la situación que vive su país, en plena oleada de protestas violentas en las calles por la escasez de efectivo —después de que el Gobierno retirase de la circulación los billetes de 100 bolívares—, con saqueos de comercios en varios puntos del país y una crisis humana sin precedentes, Toledo opta por dos palabras gruesas: “caos” y “anarquía”. “El comercio informal, que vive del día a día y es el que más emplea estos billetes, hizo horas de cola ante los bancos para depositar el dinero y luego los estafaron: cuando fueron a canjearlos por los nuevos, éstos aún no habían llegado”, apunta. “La gente salió a la calle, se produjeron destrozos y dos muertos”.

Toledo niega cualquier división en la oposición, que quedó patente en los inicios del proceso de diálogo con el Gobierno, a la que se sumó solo una parte de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD): “Entiendo la frustración y el pesimismo de la gente, pero la oposición está más unida que nunca y tiene las ideas muy claras”.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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