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Argentina ordena cortes de luz por primera vez en 27 años

El Gobierno de Macri afronta una crisis energética que heredó del kirchnerismo

Alejandro Rebossio
La central eléctrica Costanera, de Buenos Aires, una de las que registra problemas de generación en este verano argentino.
La central eléctrica Costanera, de Buenos Aires, una de las que registra problemas de generación en este verano argentino.Ricardo Ceppi

En los últimos años, los argentinos se han acostumbrado a regañadientes a que cuando llegan los días más calurosos del verano la electricidad puede cortarse. Sin previsión alguna, tal barrio o manzana se quedaba sin luz, frigorífico, ventilador o equipo de aire acondicionado por unas horas o por varios días. Tampoco han sido apagones masivos. Así es que usuarios afectados de Buenos Aires comenzaron a protestar desde 2013 en adelante con piquetes en determinadas calles para llamar la atención de los medios de comunicación, las empresas eléctricas y las autoridades. La falta de inversión en la distribución eléctrica ha sido una de las herencias de 12 años de kirchnerismo.

El nuevo Gobierno del liberal Mauricio Macri se ha estrenado en verano con nuevos cortes del servicio y protestas callejeras, pero este miércoles ha decidido que las interrupciones de la electricidad serán programadas, y no sorpresivas, si el calor se mantiene este jueves y viernes. Durante estos dos días, desde las 13 hasta las 16 unos 386.000 usuarios se quedarán sin luz en 50 barrios de la capital argentina y sus suburbios. En esta ciudad los hogares con servicio eléctrico totalizan 5,6 millones.

Es la primera vez desde 1989 que Argentina ordena cortes programados de energía. Durante un año el entonces Gobierno de Raúl Alfonsín impuso extensas y generalizadas interrupciones del servicio ante problemas graves de generación eléctrica. Aquellos apagones agravaron la impopularidad de Alfonsín en el final de sus seis años de gestión, en medio de una hiperinflación del 3.079%.

El kirchnerismo nunca quiso que los cortes fueron programados para evitar cualquier comparación con aquel colapso de 1989. En cambio, Macri ha optado por aplicarlos. A los inconvenientes en la distribución se han sumado otros en la generación en los últimos días.

Así como el Gobierno de Macri culpa a la herencia kirchnerista por los cortes, algunos de sus alcaldes en la periferia bonaerense se suman a usuarios y políticos kirchneristas en sus reproches a las compañías privadas que dan el servicio de energía. En Buenos Aires operan dos distribuidoras eléctricas: Edenor, propiedad del empresario Marcelo Mindlin, y Edesur, controlada por la italiana Enel y con algunos accionistas argentinos como Nicolás Caputo, uno de los amigos y asesores más estrechos de Macri. En la generación, los principales actores en este país son la estatal argentinoparaguaya Yacyretá, Pampa Energía, de Mindlin, la norteamericana AES, Enel y el grupo Miguens Bemberg.

Las empresas eléctricas están ilusionadas con el reciente aumento de tarifas de hasta el 500% en Buenos Aires. La medida pretende reducir las subvenciones que sostenían unas tarifas bajas y limitarlas solo a los hogares pobres, de modo de contribuir a la reducción del déficit fiscal y a desalentar el consumo energético. Hasta enero pasado, los usuarios de la capital y sus alrededores abonaban por mes de electricidad el equivalente a una golosina, un café o una botella de refrescos. Claro que la corrección de tarifas de un día para el otro, despues de 15 años sin cambios, tendrá su impacto en el bolsillo de los hogares, en los precios de otros servicios y productos y ha despertado de por sí la queja de la Unión Industrial Argentina y la Asociación de Pequeños y Medianos Empresarios.

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