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Los homosexuales chinos buscan el amparo de la ley para su lucha

Aunque la aceptación de los LGBT en China es cada vez mayor, aún existen prejuicios

Macarena Vidal Liy
Activistas homosexuales chinos, en un maratón en noviembre.
Activistas homosexuales chinos, en un maratón en noviembre.XU KANGPING (EFE)

Aunque la aceptación de los LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales) en la sociedad china es cada vez mayor y ha logrado progresos notables en la última década, aún se ve lastrada por una nube de desconocimiento y de prejuicios, especialmente dentro de las propias familias. Todavía existen en China clínicas que usan el electrochoque para “curar” la homosexualidad o libros que definen la atracción por el mismo sexo como una “desviación”. Para luchar por sus derechos, los activistas han empezado a recurrir a los procesos judiciales.

La discriminación está, por ley, prohibida en China. Y la homosexualidad dejó de estar vetada en 1997, cuando dejó de estar penada como “gamberrismo”. En 2001, se eliminó oficialmente del registro de enfermedades mentales. No existen grupos de activistas contra los homosexuales, como pueda ocurrir en EE UU. Entre los jóvenes que viven en las ciudades, “más del 80% dice aceptar a los LGBT”, puntualiza Xin Ying, directora de la ONG Beijing LGBT Center. Pero aún es un tema tabú, del que no se habla en público y que cuesta aceptar a las familias.

Las grandes empresas hacen campaña

La estrategia de activistas como el Beijing LGBT Center incluye también reclutar para su causa a las empresas. Hasta el momento han encontrado receptividad entre grandes multinacionales y empresas del mundo de la comunicación o de la tecnología.

El gigante del comercio electrónico Alibaba se apuntó un tanto publicitario al enviar este año a 10 parejas gais a que pudieran casarse en EE UU. Eso sí, en las empresas más pequeñas “la situación es más complicada”, reconoce la activista Echo. Un 31% de LGBT cree que trabaja en una empresa “muy poco amistosa” hacia su comunidad.

La mentalidad confuciana considera una maldición la falta de descendencia. Numerosas familias coaccionan a sus hijos homosexuales para que se casen y tengan descendencia. Muchos acaban cediendo a la presión y casándose con personas que desconocen la verdadera orientación sexual de su cónyuge. Otros optan por matrimonios de conveniencia entre gay y lesbiana.

El Segundo informe sobre la comunidad LGBT del grupo WorkforLGBT, divulgado este mes y que sondeó a casi 19.000 personas, destaca que apenas el 6% de lesbianas han salido del armario. Entre los hombres, el porcentaje es del 3%. Para el 77% de gais y el 80% de lesbianas, la presión familiar es su principal preocupación.

“Mi familia no lo supo hasta hace dos años. Cuando se enteraron, les afectó mucho y no lo podían aceptar, pues nunca habían oído hablar sobre la homosexualidad. Desde entonces la situación no ha mejorado mucho”, explica Peng Yanzi, de 32 años.

Para complacer a sus padres, Peng decidió en 2014 acudir a una de las muchas clínicas que se anuncian por Internet como “correctoras”. La “terapia de aversión”, con un coste de 4.500 euros, incluía el uso de electrochoque para “provocar una reacción de horror”. “Calculé que recibiría cerca de un centenar. Después de 100 descargas eléctricas, uno no se convierte en heterosexual, sino en un neurópata”, considera.

Decidió entonces llevar a la clínica a juicio por estafa y publicidad fraudulenta. En diciembre pasado, los jueces le dieron la razón y obligaron a la clínica a devolverle el importe que había adelantado, en un caso que los activistas consideran un hito.

“Las organizaciones pro derechos LGBT han comenzado recientemente a entender que las demandas judiciales y los cambios en la política son muy importantes [para luchar contra la discriminación]. Muchas han empezado a recabar datos para demostrar esta discriminación y convencer a los abogados y al Gobierno”, explica Xin Ying.

Resultados limitados

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Este año los tribunales han visto otros dos casos sobre derechos de los gais. La estudiante Chen Qiuyan conseguía esta semana llevar ante un tribunal al Ministerio de Educación tras descubrir que los libros de su Universidad siguen calificando la homosexualidad como un “desorden” patológico. Y el director Fan Popo ha presentado una demanda contra la súbita censura en Internet de su película Mama Rainbow, sobre las relaciones entre madres y sus hijos homosexuales.

“Quiero que me expliquen las razones para bloquearlo”, declara Fan, a la espera de que el tribunal emita sentencia en un par de semanas. “Me dicen que mi vídeo es perjudicial para la sociedad. Pero se muestra todo este amor de estas madres ¿Qué daño puede hacer a la sociedad el amor maternal?”

De momento, los resultados de estas iniciativas aún parecen limitados. Las clínicas “correctoras” siguen existiendo y al menos un 10% de los psiquiatras, según el informe de WorkForLGBT, aún cree necesario el uso de terapia. En el caso de la estudiante Chen, el Ministerio de Educación rechazó cualquier responsabilidad sobre el contenido de los libros de texto. Pasos más avanzados, como el matrimonio entre personas del mismo sexo, parecen aún una posibilidad muy distante.

Pero poco a poco se van logrando más avances. Fan Popo recuerda que la asociación PFLAG (Padres, Familias y Amigos de Lesbianas y Gais) de China comenzó su primera reunión con solo cuatro familias. Hoy son más de mil. Y aunque Mama Rainbow se haya suprimido sin explicaciones, la censura sí ha cedido en otro caso. La coproducción francochina Seek McCartney, del director Wang Chao, cuyos personajes centrales son abiertamente gais, recibió en septiembre el visto bueno de las autoridades para su exhibición en cines.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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