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Columna
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Verano del 15

Los vaivenes europeos y el renacer de Obama centraron el estío

Francisco G. Basterra

El verano que se desvanece confirma que la historia no se toma vacaciones. El estío de 2014 concentró la mirada en el centenario de la Gran Guerra a la que los viejos imperios acudieron empujándose unos a otros como sonámbulos. Hoy parece impensable el estallido de una conflagración bélica global, pero sí nos acechan conflictos regionales susceptibles de desbordamiento, crisis ambientales, movimientos migratorios desestabilizadores y nuevos terrorismos.

Los acontecimientos de este verano han pivotado esencialmente en torno a Europa, enfrentada al reto existencial de las migraciones y de las fronteras abiertas, o la imposible fortaleza inasediable, en Estados Unidos y China. Por contra, los países emergentes, Brasil y Rusia especialmente, han visto frenado su ascenso víctimas de la maldición del petróleo, provocada por una China saciada de momento de su sed de materias primas.

Europa ha salido del laberinto griego y Alemania asume su papel global. Despierta de su ensimismamiento gracias al gran éxodo de los refugiados, siempre las crisis como amalgama integradora. Nunca nada como la combinación de una fotografía, la del niño sirio ahogado en una playa de Turquía y el valor de Merkel, hicieron tanto para relegitimar la Europa unida del siglo XXI. La canciller alemana rescata los valores que nos hacen creer en una integración más estrecha y prende la chispa para ilusionar a la ciudadanía europea.

El poema de Emma Lazarus en la estatua de la Libertad de Nueva York merecería una réplica en Berlín. "Dadme tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas gimiendo por respirar libres, los despreciados de tus congestionadas costas. Enviadme a estos, los desposeídos, basura de la tempestad".

Obama resurge de una presidencia declinante. Con avances sociales como la aprobación por el Tribunal Supremo de los matrimonios homosexuales. Por contra, 50 años después de la aprobación de las leyes de los derechos civiles, reconoce que EE UU aún no ha superado el problema racial. Triunfa en Irán con el acuerdo de restricción nuclear, que tendrán que tragar los republicanos, como la opción menos mala.

Refuerza estratégicamente a Washington. Obama gana también en Cuba, es con los enemigos con quien hay que hablar, y repara relación con Latinoamérica. El presidente demócrata ve satisfecho como los republicanos, que no entienden el fin progresivo de la América wasp (blanca, anglosajona y protestante), se destrozan en una batalla en la que prima el populismo extravagante liderado por el multimillonario Donald Trump, partidario de soluciones simples para problemas complejos. Un candidato inelegible en noviembre de 2016. En el campo demócrata, Hillary Clinton muestra fragilidad y no parece tan inevitable.

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Los cardenales de la Ciudad Prohibida de Pekín confirmaron un crecimiento inferior al 7% y la devaluación del yuan, seguida del colapso de la bolsa china. Demostraron que se les ha atragantado el capitalismo de Estado. Las burbujas de su economía pueden hacer perder legitimidad al PCCh y a Xi, que temen sobre todo la quiebra del orden social en un país de 1.300 millones de habitantes a los que han prometido una vida mejor. Con un problema añadido: no sabemos casi nada de lo que realmente sucede en China. Menudo verano.

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