La desbandada en el PRD amenaza su hegemonía en la izquierda
Cerca de 30 políticos de alto perfil han dejado el partido desde noviembre
En México es difícil que una semana termine sin que algún militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) anuncie que deja la organización. Su presidente, Carlos Navarrete, ha calculado que de noviembre a enero 28 políticos de alto perfil han abandonado sus filas, entre ellos seis fundadores. La sangría ha aumentado con las elecciones intermedias a la vista. Los comicios de junio encarnan el riesgo de que el PRD pierda la categoría de principal fuerza de izquierda en el país. El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, que debutará en las próximas elecciones, aguarda la oportunidad con lo que las encuestas proyectan como un estreno de ensueño.
Un sondeo publicado esta semana elaborado por Parametría para el diario El Financiero asegura que el Revolucionario Institucional (PRI) tiene una ventaja mínima —el 30%— en la intención de voto frente al PAN —27%—, en las elecciones que renovarán los 500 escaños de la Cámara de Diputados. Más que competir por la cabeza, el PRD lucha por su supervivencia como tercera fuerza. Se halla en un 12%, mientras Morena le pisa los talones con un 11%. El Partido Verde (PVEM), una organización satélite del PRI castigada por su publicidad inescrupulosa, tiene el 10%.
La corriente Nueva Izquierda, conocida como Los Chuchos, domina el PRD. Entre sus líderes se encuentran Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete. Fueron ellos quienes idearon reunirse con el PAN y el Gobierno de Enrique Peña Nieto para trabajar una agenda común de reformas que se hizo pública en diciembre de 2012 con el nombre Pacto por México. Este acuerdo fue rechazado por los sectores tradicionales de la izquierda, que reprocharon a los líderes del partido diluir su poder como oposición.
Los Chuchos han emprendido una intensa gira por el país centrándose en los nueve estados que elegirán nuevo gobernador. Además de evitar una catástrofe electoral, trabajan para arrebatarle al PRI Michoacán y seguir gobernando Guerrero, donde llegaron al poder en 2011 gracias a una extravagante alianza con la derecha. Fue en este Estado donde el alcalde de Iguala, el perredista José Luis Abarca, ordenó hace seis meses secuestrar a 43 estudiantes para entregarlos al narco. El crimen abrió una crisis que obligó a renunciar al gobernador Ángel Aguirre. Desde entonces la tragedia de Iguala persigue al PRD. “El partido pasó de víctima a victimario, de poner los muertos a poner los verdugos”, dijo el senador Alejandro Encinas en octubre del año pasado. El legislador, exjefe de Gobierno que sustituyó a Andrés Manuel López Obrador, renunció al PRD en enero.
La izquierda vivirá en el Distrito Federal una batalla fratricida. La ciudad es el bastión más preciado para el PRD. La gobierna de forma ininterrumpida desde 1997. Ninguno de los cinco exjefes de Gobierno que han sido elegidos desde entonces sigue militando en el PRD. El primero de ellos, Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del partido, dejó la organización en noviembre de 2014 acusando a la dirigencia de miopes, oportunistas y autocomplacientes. Su salida abrió la puerta a la desbandada. Marcelo Ebrard, un popular exjefe de Gobierno (2006-2012), abandonó el PRD en febrero después de que Los Chuchos le negaran una diputación. El Consejo Nacional del partido aseguró las mejores posiciones en las listas de representación proporcional para integrantes de Nueva Izquierda.
Para competir frente a Morena en el D.F., el PRD ha elegido asociarse con Nueva Alianza en las delegaciones de Iztapalapa y Cuauhtémoc. Hasta hace algunos años, los perredistas acusaban al partido, creado por la polémica líder sindical Elba Esther Gordillo —en prisión por lavado de dinero— de participar en lo que llaman el “fraude electoral de 2006”, donde López Obrador perdió la presidencia por el 0,56% de los votos. Esta vez harán campaña juntos para sobrevivir.
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