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La militarización de la lucha antiterrorista

El despliegue del Ejército francés convierte al país galo en blanco del terrorismo islamista

Un grupo de malienses saluda a los soldados franceses que abandonan Bamako, en 2013.
Un grupo de malienses saluda a los soldados franceses que abandonan Bamako, en 2013.Eric Feferberg (AFP)

Para el Ejército francés, el de mayor presencia de Europa en el exterior con 20.000 soldados fuera de sus fronteras, el terrorismo plantea nuevos desafíos. La lucha contra los grupos yihadistas, de Al Qaeda en el Magreb al Estado Islámico (EI), otorga un carácter totalmente nuevo a las operaciones militares.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York se produjo un giro. "La primera consecuencia de la lucha contra el terrorismo es el despliegue cada vez más lejano de nuestras tropas, el refuerzo de la lógica expedicionaria", decía el experto Louis Gautier, hoy secretario general de Defensa y Seguridad Nacional, en un libro publicado en 2009. La nueva situación convierte la seguridad mundial en "la nueva frontera" de la política de defensa y obliga a poner más énfasis en la cooperación entre Ejército y medios civiles.

El Ejército francés cubre en el Sahel una zona tan extensa como Europa

Ahora que han pasado más de 15 años, ¿ha dado resultados esa lógica? Es una pregunta aún sin resolver. "El Pacto de Varsovia estructuró nuestra doctrina militar y nuestros equipamientos durante 50 años. Hoy se trata de saber si el terrorismo va a estructurar del mismo modo nuestras fuerzas durante los próximos 30 años", resume un alto mando del Ejército francés, que está obligado a mantener el anonimato.

En enero de 2013, con motivo del lanzamiento de la Operación Serval en Malí, el presidente François Hollande empleó términos que traían ecos del Bush de la segunda guerra de Irak: "Los terroristas deben saber que Francia siempre estará ahí". El enemigo está claro. "Estamos en guerra contra el terrorismo, el yihadismo y el islamismo radical", declaró el primer ministro Manuel Valls el pasado 13 de enero ante la Asamblea Nacional, tras los atentados de París.

Con la Operación Chammal —1.000 soldados, a los que se unirán 4.000 más con el reciente envío del portaviones Charles de Gaulle—, Francia confirma que es “el segundo contribuyente” a la lucha contra el EI en Irak. Esa voluntad decidida de participar en operaciones de combate ha convertido a Francia en un blanco de los yihadistas.

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Otra novedad es la escala de las operaciones. El Ejército francés cubre en el Sahel una zona tan extensa como Europa. Ya no es posible aspirar a controlar territorios. Se considera que el uso de la alta tecnología, junto con la intervención de fuerzas especiales, es la clave para lograr contener a los grupos refugiados en Libia o golpearlos en cuanto se mueven. Los centros de mando y de datos, drones, cazas, helicópteros de combate y armamento se adaptan a una consigna: readaptarse.

La relación entre seguridad exterior e interior es hoy más estrecha que nunca Jean-Yves Le Drian, ministro de Defensa francés

¿Cómo puede evolucionar esta nueva Guerra de los 30 años? "Llevamos a cabo una labor antiterrorista con la idea de mantener el problema contenido en un nivel soportable para los países afectados, y nos apoyamos en un dispositivo militar ligero y duradero. Es parecido a lo que EE UU hace en Yemen", explica Camille Grand, director de la Fundación de Investigaciones Estratégicas, un think tank con sede en París. Pero "el objetivo de la guerra no puede ser mantener un statu quo, eso es competencia de la ONU", opina un antiguo jefe del Estado Mayor francés. "Cuando interviene un Ejército, el objetivo no puede ser más que ganar".

"La relación entre seguridad exterior y seguridad interior es hoy más estrecha que nunca", recuerda el ministro de Defensa, Jean-Yves Le Drian. El político ha calificado de "operación militar" el reciente despliegue de 10.500 soldados para reforzar la seguridad pública dentro del plan Vigipirate, el sistema nacional de alerta de Francia, rebautizado como Operación Sentinelle.

Tras los atentados cometidos entre el 7 y el 9 de enero en París, el Gobierno francés ha eludido emplear el término "enemigo interior", tan utilizado por la derecha. Pero el Ejército de tierra, en plena reorganización y con el reto de contener su presupuesto, ha convertido en prioritario el territorio nacional. Por primera vez, va a crear un mando para coordinar sus operaciones en Francia, y está pensando en crear un nuevo servicio militar voluntario.

Aparte de todo esto, ¿se puede decir que la nueva combinación de policía, servicios de información y actuación militar está produciendo buenos resultados? Sí, si se tiene en cuenta el escaso número de atentados en suelo europeo. En el exterior, entre el fracaso de Afganistán, las consecuencias descontroladas de las operaciones en Libia y el éxito precario en Malí, el balance es muy distinto.

Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia.

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