Francia abre el juicio por proxenetismo contra Strauss-Kahn
El exdirector del FMI podría ser condenado a 10 años de cárcel
Dominique Strauss-Kahn, el que fuera director del FMI y el candidato con más opciones de alcanzar la presidencia de la República Francesa en 2012, se enfrenta a partir de este lunes a la acusación de “proxenetismo agravado” en el marco del caso Carlton de Lille. La pena para el delito señalado es de hasta 10 años de cárcel y una multa de 1,5 millones de euros. El proceso representa, previsiblemente, el tiro de gracia para uno de los pocos hombres del mundo conocido por sus iniciales: DSK. El expolítico socialista dimitió de su cargo en el FMI tras ser arrestado por presunto abuso sexual de una limpiadora del hotel Sofitel de Nueva York en mayo de 2011. Cerrado el acuerdo con la denunciante, la aventura financiera iniciada con un socio franco-israelí Thierry Leyne terminó en descalabro económico y en el suicidio de este. Ahora, el tribunal correccional de Lille le abre juicio oral. Le acusa de organizar con una red de colaboradores orgías con prostitutas de esa ciudad del norte de Francia.
El sumario del caso inculpa a un total de 14 personas, pero señala a DSK como la persona sobre la que presuntamente pivotaba la organización de las orgías, en las que el imputado actuaba de manera en ocasiones brutal con las jóvenes prostitutas. Los elementos disponibles, según los testimonios, descartarían la tesis del simple libertinaje. Esa es la línea de defensa de DSK. Sus abogados insisten en que los encuentros investigados respondían a su exacerbado gusto por el sexo y no al pago de prostitutas. Añaden que, en todo caso, su cliente desconocía el oficio de las mujeres que participaban en las fiestas sexuales.
Este asunto se inició en 2011, cuando se produjeron denuncias anónimas por sospechar que había actividades de prostitución en los hoteles Carlton y Tours de Lille. Una vez bajo vigilancia el sospechoso, el relaciones públicas René Kojfer, la policía fue dando con los otros 13 imputados en la causa, entre ellos, DSK. La Fundación Scelles, que lucha en Francia por la abolición de la prostitución y la penalización de los clientes y se ha personado como acusación particular, ha sido crucial para obtener datos sobre la red y la esencial implicación del exdirector del FMI en esas orgías celebradas entre 2008 y 2011. Grabaciones, documentos y testimonios le esbozan como un adinerado y caprichoso cliente que exigía discreción y cuyos colaboradores organizaban las orgías en función de su agenda, bien en París, bien en Washington.
El juicio sobre el caso Carlton de Lille durará tres semanas. La expectación es enorme. Más de doscientos periodistas se han acreditado para seguir la vista, que podría prorrogarse durante una cuarta semana. Entre los 14 encausados hay un policía, un abogado y algunos empresarios. DSK tendrá que acudir este lunes ante el tribunal para estar presente en la apertura general del juicio, pero no tendrá que responder de las acusaciones hasta el martes 10 de febrero. Está previsto que su declaración dure dos días y medio. Tres abogados le defienden: Henri Leclerc, Fréderic Beaulieu y Richard Malka, firmante este último del manifiesto “No toques a mi puta” contra la penalización de los clientes que proponen los socialistas en la Asamblea Nacional.
El tribunal de este caso se acerca a la paridad. Está formado por los magistrados Bernard Lemaire, como presidente, y Mikaël Simoens y Christine Blanc, como asesores. Bénédicte Flavigny es la asesora suplente.
La apertura de las investigaciones del caso Carlton en 2011 coincide en el tiempo con la humillante detención de DSK, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo, por presunto abuso sexual en un hotel neoyorquino. Es el inicio de la vertiginosa caída de un hasta entonces atrevido y admirado político francés de transparente y rutilante vida privada, una vez casado, en terceras nupcias, con la acaudalada periodista Anne Sinclair. Su fama de libertino, pero también de acosador, con algunas sonadas denuncias en el interior incluso del FMI, le precedían.
A DSK, que ha cumplido los 65 años, le quedaba al menos hasta ahora su prestigio internacional como conferenciante y asesor económico. En 2013 se alió con el financiero Thierry Leyne y, como presidente de la firma conjunta LSK Partners, puso en marcha un fondo de inversión que pretendía reunir para enero de este año 1.500 millones de euros. Sus viejos colegas socialistas, que le habían hecho el vacío durante años, incluso le rehabilitaron en parte acudiendo a fiestas en las que DSK también participaba. El suicidio de Leyne en octubre pasado y la declaración en concurso de acreedores en noviembre de su fondo de inversión arrasó también su imagen en esta otra cara de su personalidad.
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