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¿Cuándo empezó el recreo?

Lluís Bassets

El ministro de Exteriores español, José Manuel García Margallo, ha decretado el final de recreo. Se refería a Gibraltar pero aludía directamente a la política de su predecesor, Miguel Ángel Moratinos. En un momento en que el Gobierno y sobre todo su presidente se hallan cuestionados por sus responsabilidades en los asuntos de corrupción, viene como anillo al dedo una crisis que tenga dos efectos simultáneos: desalojar de las tertulias y los titulares de periódicos de espacios informativos el caso Bárcenas y proyectar sobre los socialistas en general los males que sufre España gracias al recreo decretado por Zapatero y a cuya interrupción no quiere adherirse Rubalcaba.

Este tipo de proyectos, ocurrencias en su lenguaje, son del mismo calibre que los intentos de encontrar una vida intermedia entre las reivindicaciones de mayores cotas de autogobierno de las nacionalidades históricas y el mantenimiento del vínculo constitucional español. No interesa la voluntad de los gibraltareños como no interesa tampoco la de los vascos o los catalanes. Si mucho se apura la situación, apenas interesa la voluntad de los españoles, con tal de que se exprese en unas elecciones cada cuatro años y devuelvan la mayoría natural y absoluta a quienes les corresponde gobernar casi por mandato de la historia, ya que no de los designios divinos.

Las ventajas tácticas, sobre todo de consumo interno, son estupendas. No lo son tanto las externas. España solo puede esperar el auxilio de Cristina Kirchner y compañía. Basta con leer la prensa internacional para hacerse una idea del disparate. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, que sabe lo que valen un peine, un submarino y un drone, está intentando quitarle hierro al conflicto y devaluar su contenido político. La OTAN todavía es algo serio. Nada suscita más desconfianza entre los países solventes que los irredentismos anacrónicos y desproporcionados. La Unión Europea y las relaciones bilaterales con Londres no se merecen esta crisis. España es menos fiable desde que terminó el recreo.

Comentarios

Pataleta histriónica, además de inútil.Vamos, haciendo méritos para hacer goles de "señor". Quizá si dejásemos de usar el manual de Franco con respecto a la zona... Si las nacionalidades respecto a este asunto invirtiesen su posicion , es mas que probable que los británicos hubiesen encontrado una salida al atolladero.
Los gibraltareños son tan británicos como el salmorejo. Desde luego no son españoles, pero es dudoso que no se les pueda considerar andaluces.http://www.elsenorgordo.com/2013/08/gibraltar-barco-pirata.html
En general, reconocer a Gibraltar como un estado independiente del tipo San Marino o Andorra me parecería una buena solución. Dicho esto con el loable y timorato fin de no hacerme sospechoso de nacionalista español, vayamos a los hechos: el denostado Castiella fue capaz de conseguir una declaración de la ONU imponiendo al Reino Unido la obligación de descolonizar. Yo consideraría eso un triunfo diplomático. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera mantenido cerrada la verja una vez que el Reino Unido abandonó la base militar del Peñón? ¿El Reino Unido hubiera seguido subvencionando un Gibraltar inviable económicamente? No lo creo. Por último, pero no menos importante, los llanitos defienden no una nacionalidad sino unos privilegios económicos y eso es respetable, pero desaparecidos esos privilegios o de resultar perniciosa esa nacionalidad, poco tardarían en querer hacerse españoles. Eso era la doctrina Castiella y así visto no parece tan descabellada, aunque nunca lo sabremos pues la verja se abrió antes de que Gibraltar madurara en esa dirección.. Pero insisto, a mi poco me preocupa recuperar o no Gibraltar para España, me parece una cuestión sin importancia, pero poner unos cuantos hechos en el debate nunca está de más ¿no le parece?
Otro Comentario. La ONU considera a los Gibraltareños colonos en territorio de otro país y se pronunció en favor de las descolonización y el respeto a la integridad territorial española ( eso es lo que consiguió Castiella). De hecho el Reino Unido ha repasado el asunto y por eso dice que es más importante la autodeterminación que la integridad territorial. Desde el punto de vista del derecho internacional no tienen ninguna razón. Los Gibraltareños tienen el mismo derecho a la autodeterminación que los Ingleses residentes en Bombay cuando la descolonización de la India: ninguno. Por otra parte se acusa al Gobierno de aprovechar el asunto de Gibraltar para envolverse en la bandera de España. Desde el punto de vista político es lógico por dos motivos, el primero es que no se me ocurre en qué otra bandera se iba a envolver el Gobierno de España y segundo, habida cuenta que el nacionalismo español está renaciendo en las nuevas generaciones de españoles (los que no vivieron las transición) y reverdeciendo en otras es lógico que un partido español de tendencias nacionalistas lo aproveche. sobre todo con el desafío catalán en lontananza. ¿O es que resulta respetable envolverse en plena crisis económica y de la prima de riesgo en la bandera catalana para echar la culpa a los otros de la propia crisis y no hacerlo en la bandera española para capear la crisis que uno padece? ¿Son respetables los catalanes independentistas y no los españoles nacionalistas? ¿Es legítimo sacudir a la nación para obtener la independencia y no lo es sacudirla para mantener la integridad territorial española y el ordenamiento constitucional? No y no y no y no y no y no; pero veremos. En cualquier caso cómo será la cosa que empiezo yo a emocionarme cuando escucho el himno de España en los acontecimientos deportivos. Lo malo de estos nacionalistas es que acaban por convertir a uno también en nacionalista. En fin. Cosa de sentimientos.
Dice el articulista que cuando Franco cerró la verja se puso, en cierta medida, el grano de la actual identidad gibraltareña. Quiero recordar que la criminalización de Carod Rovira por parte del PP sirvió igualmente, para, si no acentuar la identidad catalana, que no es que lo necesite, si para que un partido como ERC sextuplicara sus resultados electorales. Está claro que a la derecha le gusta echar gasolina si con ello consigue apagar fuegos propios. Y fuera de eso, qué decir, que han pasado trescientos años de Utrech, trescientos años y el Peñón sigue enquistado en nuestros riñones.
Muchas zarandajas. Gibraltar es como un grano en el culo, de vez en cuando se irrita y molesta. Primero: Negociar. Segundo: Plan B: la tasa de paso de vehículos es un acierto. Tercero: La Colonia es como un PARQUE RECREATIVO, donde los visitantes tienen MUY BARATO, las compras (no hay IVA), la gasolina, el tabaco y el alcohol. Cuarto: La mayoría de los visitantes pasan La Verja ANDANDO. Quinto: Funciona como un paraíso fiscal, que la UE debe atajar. Los españoles no queremos Gibraltar, si ellos no quieren, pero NO DAR FACILIDADES si se ponen SOBERBIOS.
Suscribo todo lo dicho por Thibeault. Y es que podría darse la vuelta al manido discurso del articulista y recordar que ciertos "progresistas" españoles (con perdón) siempre encuentran motivos para defender a los enemigos de España, ya sean los nacionalistas catalanes o vascos, los británicos y sus colonos de Gibraltar o Marruecos con sus amenazas sobre Ceuta y Melilla. Y es cuando España está en situaciones más difíciles cuando estos "progresistas" castizos más la cuestionan y más "comprenden" a sus enemigos. Hoy los españoles sufrimos mucho pero tirar piedras contra el propio tejado no va a resolver nuestros problemas sino a agravarlos, algo que en cualquier otro país se entiende perfectamente pero que algunos aquí han convertido en tabú. Así nos va.
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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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