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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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No merece la pena perder más tiempo: Puigdemont ignora la situación internacional

Las circunstancias en Europa y en el mundo aconsejan que España disponga de un Gobierno en pleno ejercicio

Israel-Hamás
Columna Sol Gallego. Ilustración suplemento Ideas 22/10/23Patricia Bolinches
Soledad Gallego-Díaz

Un partido que tiene siete diputados en el Congreso, que quedó quinto en Cataluña en cuanto al número de votos en las últimas elecciones generales, cuyo principal dirigente, Carles Puigdemont, vive en Waterloo (Bélgica) y que puede perder su inmunidad como europarlamentario en cualquier momento, exige, para favorecer la formación de un Gobierno de coalición PSOE-Sumar, que se firme un “acuerdo histórico” reconociendo el derecho a la autodeterminación de Cataluña. Leyendo fríamente estos datos se podría pensar que el señor Puigdemont no tiene ni idea de lo que está sucediendo ahora mismo en el mundo, ni del lugar que ocupa Cataluña en las preocupaciones internacionales, y que el PSOE se ha enredado en una estrategia negociadora confusa. Porque en estos momentos, una nueva guerra (además de la que ya se desarrolla en Ucrania) pende de un débil hilo. Una guerra en Oriente Próximo que alcanzaría de lleno a Europa y en la que participan países con armamento nuclear, empezando por Israel, que nunca ha firmado ningún tratado al respecto.

Los próximos a Carles Puigdemont deberían facilitarle un buen resumen de la actualidad internacional. Informarle de que el Gobierno de Estados Unidos ha recomendado a sus ciudadanos que no viajen, no a Oriente Próximo, sino a ningún lugar del mundo, por temor a sufrir ataques terroristas. Que a uno y otro lado de la frontera de Líbano con Israel se acumulan misiles y que Washington ha enviado parte de sus fuerzas navales al Mediterráneo para advertir a Irán de que no aceptará que entre en la batalla. Que ha habido incidentes armados y bombardeos en Irak y en Siria. Quizás podrían incluir algunas fotos de lo que está ocurriendo en Gaza, el espanto de la aniquilación física de un pueblo bajo la mirada indiferente de medio mundo (1.500 niños muertos y 4.000 heridos, 500 desaparecidos, datos de la UNRWA), y recordarle que si la comunidad internacional dispusiera de mediadores en conflictos no los enviaría, desde luego, a Cataluña, un lugar donde impera el Estado de derecho y el respeto pleno a los derechos humanos, con alto nivel de vida, lengua propia y brillante futuro.

Quizás esos asesores (incluidos los empresarios catalanes que le siguen financiando) le podrían recordar que existe una cosa que se llama jerarquía de prioridades y que, en estos momentos, con su actitud de bloqueo impidiendo la formación de un Gobierno en plenitud de ejercicio en España, está perjudicando a Cataluña, a España y a Europa. Aunque es muy probable que los responsables de los países europeos no estén dedicando en estos momentos ni un segundo de sus pensamientos a los eventuales objetivos del independentismo catalán, sí recordarán en el futuro quién perdió los papeles en una situación de grave inestabilidad.

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Es difícil comprender por qué el PSOE se ha enredado en una estrategia de negociación con Junts tan confusa. El resultado de las elecciones generales dejó claro que el Partido Popular no podría alcanzar el Gobierno, como se demostró en la fallida investidura de Alberto Núñez Feijóo. El PP no lo logró, ni podrá hacerlo mientras mantenga una estrategia política que le impide cualquier alianza parlamentaria. El PSOE, por el contrario, ha demostrado que es capaz de alcanzar esa mayoría. ¿Qué pasaría si convocara rápidamente la sesión de investidura y Pedro Sánchez presentara un programa político de fuerte contenido social, protagonismo europeo y que ofreciera directamente a los independentistas, sin más negociación, medidas de gracia para los implicados en los sucesos de octubre de 2017 (bajo la forma de Ley de Amnistía o no), nueva financiación y nuevo Estatuto de autonomía, que necesariamente, tal y como establece la Constitución, debería ser sometido a referéndum en Cataluña? Es posible que Junts (y detrás, ERC) negara su voto y provocara nuevas elecciones, pero también que comprendiera que ni el momento ni sus expectativas justificarían esa decisión.

No es cierto que los problemas internos de un país condicionen su posición internacional. Todos los países tienen problemas internos y no por eso dejan de jugar su papel en el mundo. Lo que sí dificulta ese trabajo es la condición de no disponer de Gobierno, o de que ese Gobierno esté en funciones, desprovisto de algunas capacidades. Las condiciones internacionales aconsejan que España (Cataluña incluida) disponga de un Gobierno en pleno ejercicio. Si Junts no lo entiende, no merece la pena perder más tiempo.

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