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Ensayos de persuasión
Columna
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Samuelson versus Friedman

El PP de Feijóo no ha dado señales aún de un verdadero programa (ni equipo) económico

Alberto Nuñez Feijoo
EL presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, en su llegada al Senado para su segundo debate con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado 18 de octubre.Alejandro Martinez Velez (Europa Press via Getty Images)
Joaquín Estefanía

Los responsables de los bancos centrales de Alemania y España discuten en público sobre política monetaria y la profundidad de la recesión. Bien es cierto que solo les separan los detalles, no la sustancia. Falta en la discusión algún partidario de quienes sostienen que al ser esta que sufrimos una inflación de oferta, el protagonismo de la respuesta debería desplazarse de esa política monetaria. Los bancos centrales tratan de frenar la demanda encareciendo el precio del dinero mientras que los gobiernos que les dan cobijo la impulsan, gastando paladas de dinero público en dar protección a los hogares y las empresas más vulnerables para que puedan seguir consumiendo o invirtiendo. Semejan vectores tirando en distinta dirección.

De esto también convendría discutir en el Parlamento español. Sin embargo, en las últimas semanas el principal partido de la oposición se ha quedado seco de ideas económicas, después de la desaparición política de la ex primera ministra británica Liz Trust, con quien —por más que lo nieguen— compartían recetas. Ya se sabe que la cuadratura del círculo de Feijóo (“bajar los impuestos, aumentar la inversión y mejorar los servicios”) es un desiderátum no creíble para los mercados, como dicen con persistencia los organismos multilaterales. Si bien este PP no ha dado todavía señales de un auténtico programa (ni equipo) económico para gobernar, destaca la pobreza de argumentos con la que se confronta con un Gobierno al que no se le puede negar que está haciendo cosas. Bien, mal o regular, eso es lo que se debería discutir, no si Pedro Sánchez es o no socialista, mentiroso, arribista, etcétera.

Y sin embargo, el único debate que hay es el político. No hay contradicción entre esta afirmación y la anterior. A pesar de lo viscoso, pobre y cansino que resulta el forcejeo parlamentario a la vista de los ciudadanos, existe. No tanto en el terreno profesional, intelectual o entre los expertos, donde las controversias sobre el modelo de sociedad apenas se frecuentan. Produce melancolía la lectura del estupendo libro Samuelson vs Friedman (Deusto), en el que el escritor británico Nicholas Wapshott analiza la historia de las confrontaciones dialécticas entre estos dos gigantes estadounidenses de la economía en las páginas del semanario Newsweek, durante casi dos décadas. Wapshott ya había publicado sobre las discusiones entre Keynes y Hayek antes de la Segunda Guerra Mundial.

Paul Samuelson, quizá el economista más completo que haya existido, el primer premio Nobel de Economía de EE UU (1970), autor del libro de texto de economía más vendido de todos los tiempos (titulado, secamente, Economía) y cercano a las tesis de Keynes; Milton Friedman, también Nobel (1976), seguidor de Hayek, autor del seminal Capitalismo y libertad y principal voz de los Chicago Boys. Aunque adversarios ideológicos, ambos eran amigos, y se turnaron semana a semana en Newsweek cuando esa revista disfrutaba de 14 millones de lectores en su soporte escrito. Había sido adquirida por la familia Graham, inolvidables propietarios de The Washington Post, que querían que compitiese con la más conservadora Time. El libro no es, pues, solo una historia de cómo compaginar investigación y divulgación en el espacio de la economía, sino también de periodismo. Cuenta el autor las diferencias entre ambos: Samuelson, con un buen estilo literario que delataba su personalidad, exitoso y seguro de sí mismo; Friedman, como una especie de luchador callejero cuyos derechazos estaban concebidos tanto para sumar puntos como para persuadir a su siempre escéptico rival. Friedman fue un militante que escribía para “extirpar” las ideas de Keynes.

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En los últimos dos años, al menos desde la pandemia de covid y con las secuelas de la guerra de Ucrania encima de la mesa, la dialéctica keynesianos versus liberales se ha ido desdibujando en favor de las tesis de los primeros. Lo contrario de lo que sucedió durante la Gran Recesión. Será muy interesante contemplar en qué parte del espectro económico se va a mecer la derecha española, si es que no sigue, erre que erre, con sus recetas eternas, como si el mundo no hubiese cambiado.


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