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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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La que se avecina

Vamos a hacer frente a una enorme crisis internacional en medio de un fuerte y propio desprestigio institucional

Ideas 05/06/22
Patricia Bolinches
Soledad Gallego-Díaz

La globalización está en transición, dicen los expertos, pero no se sabe hacia dónde. También es verdad que si se hace caso a los índices mundiales de confianza que publica Ipsos Mori, a los ciudadanos les produce bastante más seguridad cualquier cosa que diga un funcionario (57%) o incluso lo diga “el hombre o mujer común de la calle” (56%) que lo que digan los economistas (53%). En fin, sea como sea, los pronósticos son inquietantes. El francés Jean Pisani-Ferry reconoce que es una “situación verdaderamente desconcertante”, el turco-americano Nouriel Roubini no cree posible atajar la inflación sin provocar una recesión, el premio Nobel Joseph Stiglitz piensa que la visión globalizadora de un mundo sin fronteras se ha hecho añicos, Thomas Piketty defiende que la Unión Europea sigue siendo una gran idea pero que hay que poner en marcha inmediatamente un registro financiero global que permita saber qué tiene quién y dónde. El joven historiador holandés Rutger Bregman, invitado en Davos, obtuvo un éxito formidable pidiendo que los billonarios dejen de hablar de filantropía y empiecen a hablar de lo que importa: impuestos, impuestos, impuestos. “Soy historiador y cuando me preguntan dónde se han solucionado las cosas pagando más impuestos, les respondo: en los Estados Unidos de Eisenhower estos bimillonarios que están hoy aquí sentados tendrían que pagar el 70% de sus beneficios y el 90% en herencias”.

En el plano político, la pandemia de la covid puso de manifiesto la utilidad de la Unión Europea y su compatibilidad con la descentralización: las vacunas se compraron de manera unificada y la descentralización dentro de cada país permitió poner en marcha rapidísimamente enormes redes de vacunación. La Comisión Europea demostró su eficacia y Alemania y Francia, una vez más, actuaron como líderes de la Unión poniendo en marcha los fondos Next Generation y, por primera vez, la emisión de bonos soberanos europeos.

El proyecto político parecía claro. Pocos meses después, sin embargo, la decisión de Putin de invadir Ucrania está debilitando la Unión, el proyecto y el liderazgo de Berlín y París. El problema de credibilidad de Alemania deriva de su relación con Rusia, cimentada económicamente a lo largo de las últimas décadas, lo que está teniendo un efecto evidente en los equilibrios internos de poder de la UE. Se supone que Francia podría tomar el relevo, pero la percepción no está tampoco clara. Macron no ha viajado aún a Kiev (por pura terquedad, enfadado por la visita de Boris Johnson, que tuvo interés puramente doméstico) y no desmiente con fuerza que esté animando a Ucrania a aceptar cesión de terreno a cambio de paz. El presidente francés busca mantener una línea abierta con Moscú, que, aunque no haya dado el menor fruto hasta ahora, siempre es importante, y, sobre todo, defender su obsesiva idea de una Europa con una estrategia propia, no sujeta a Washington.

Así que por muy distraídos que estemos los españoles, no nos va a quedar más remedio que comprender que se avecina una temporada internacional de gran incertidumbre económica y política y pensar cómo estaremos mejor representados en ese maremoto. Desde luego, no olvidemos que estaremos más cerca de Polonia que de Francia mientras el órgano de gobierno de los jueces siga bloqueado, desprestigiado e ineficaz, por decisión exclusiva del principal partido de la oposición, el PP, que se niega a renovarlo. Imposible olvidarlo, imposible aceptarlo, imposible creer que los miembros del Consejo General del Poder Judicial sigan avalando semejante despropósito sin avergonzarse de producir un daño institucional tan grave, en unos momentos tan críticos como los actuales.

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En fin, la esperanza es que en otoño la economía rusa esté sufriendo ya serios problemas y que la europea soporte los suyos sin flaquear. Las encuestas indican que los europeos siguen creyendo razonablemente que la UE es el mejor instrumento de que disponen para hacer frente a la crisis. El índice de veracidad de 2022 de Ipsos Mori hecho para el Reino Unido quizás sea una guía para otros países, incluido España, y no es muy halagüeño. Las profesiones que inspiran más confianza son enfermeras, médicos y profesores, y las que menos, empresarios (31%), periodistas (28%), ministros y políticos en general (19%). No es un buen bagaje para la que se avecina, pero a veces el remedio puede ser peor que la enfermedad.

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