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Trabajar cansa
Columna
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El mundo en el que nos movemos

Dos consultores españoles sacaron a familias ucranias del país. Quien pidió sus servicios preguntó cuánto le iba a costar. “¿Con quién crees que estás hablando? Esto es gratis”, le contestaron

Piqué
Gerard Pique (FC Barcelona) durante un partido en el Camp Nou, Barcelona, el pasado 3 de abril.Siu Wu (picture alliance via Getty Image)
Íñigo Domínguez

No sé si se han enterado de esas conversaciones tan fuertes que han trascendido estos días, de gente negociando acuerdos difíciles y hablando de comisiones. Te dejan sin palabras. Si tengo que elegir una de ellas, la más alucinante es esa de los españoles de Ucrania, uno se queda de piedra. ¿La conocen? Se trata de algunos españoles que intentan sacar a sus familias de la guerra, porque se han quedado allí atrapadas. Están desesperados y les dan el móvil de un tipo, un intermediario que les puede arreglar el problema. Ya conocen a los intermediarios en situaciones críticas, de lo que son capaces para arreglar un problema. Este mediador, un consultor de Oviedo, junto a otro consultor español que vive en Praga, conocían bien Ucrania por su trabajo y sacaron a estas familias del país, sanas y salvas, organizando el transporte a través de su red de contactos y hasta les pagaban el avión a España. Obviamente, quien pidió sus servicios preguntó cuánto le iba a costar. Y la respuesta de su interlocutor fue escandalosa. No dijo: “Pa la saca”. No dijo: “Le sacamos un palo más o dos palos más”. Lo que dijo fue: “¿Con quién crees que estás hablando? Esto es gratis”, según han contado quienes acudieron a ellos. ¿Se dan cuenta? Esta gente lo hacía por ayudar y pagándolo de su bolsillo porque, dijeron, “nos lo podemos permitir”. Tenían sus trabajos, lo hacían desinteresadamente. Yo no sé a qué está esperando la Fiscalía para actuar.

Este tipo de personas son un peligro para la economía, para “el mundo en el que nos movemos” donde te llevas comisiones vertiginosas, como explicó Gerard Piqué. Póngase en el lugar de alguien normal. Un jeque árabe, por ejemplo. Estás ahí aislado en tu despacho, un apestado para la comunidad internacional, tú deseando trabajar y nadie te coge el teléfono. Por muchos millones que tengas la gente no acepta tu dinero, aunque se lo regales, ni pagando. Bueno, así sí. Entonces necesitas a alguien que haga una mediación profesional, a ser posible con mucha gente en medio, y te saque un pastón para poder hacer negocios. Es la única manera. ¿Qué sería de estos magnates si todo el mundo actuara desinteresadamente? Pensarían que hay gato encerrado, no te puedes fiar. Y lo mismo un ayuntamiento que en una emergencia necesite material médico urgente. Cómo vas a confiar en un desconocido, sin referencias, que no le suena ni a tu primo, que se presente y te haga todo gratis. Es para escamar a cualquiera. El mercado se basa en la confianza de que todo el mundo actúa como se supone que debe actuar, no es para aficionados.

El mundo en el que nos movemos, decían. Qué mundo será ese, en el de la mayoría casi te da vergüenza preguntar si pagan algo en un trabajo. Estos dos consultores que tienen como pasatiempo salvar la vida a los demás por amor al prójimo y sentido del deber han sacado ya a más de 400 personas de Ucrania. A todos los españoles que quedaban que querían irse y siguieron con ucranios. Han creado una asociación, Help to Ukraine. “¿Con quién crees que estás hablando?”, preguntó uno de ellos. Podríamos hacer una larga lista de personas con las que les podríamos haber confundido, pidiéndoles disculpas, porque son mucho más famosas. Pero son estos desconocidos los que te devuelven la confianza en el género humano, y enseñan otros mundos en los que moverse, aunque a veces parezca que no están en este.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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