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Laura Llevadot: “Las mujeres se han prostituido en los matrimonios y sin cobrar”

La filósofa catalana aborda en su nuevo libro cómo reconstruirse cuando se ‘mata’ al fascista al que han amado y adorado tantas mujeres

Laura Llevadot fotografiada en Barcelona este 23 de febrero.
Laura Llevadot fotografiada en Barcelona este 23 de febrero.Consuelo Bautista

Laura Llevadot (Barcelona, 1970) asegura que ha escrito Mi herida existía antes que yo. Feminismo y crítica de la diferencia sexual (Tusquets Editores) para “dar estructura a un malestar” que ha sentido “como propio”. Impulsora y directora de las dos primeras ediciones del Festival de Filosofía Barcelona Pensa, la académica explora en este tratado las problemáticas del feminismo contemporáneo. Un texto que aborda la complejidad de la feminidad construida a través del deseo y la dominación masculina, e indaga en por qué nadie quiere solucionar la definición de ser mujer o cómo reconstruirse cuando, como Sylvia Plath y Maria Mercè Marçal, se mata al fascista al que han amado y adorado tantas mujeres.

Pregunta. Se pregunta, como Simone de Beauvoir, “por qué las mujeres no se han rebelado”. Esta cuarta ola feminista, ¿no la percibe como una rebelión?

Respuesta. En esta etapa se han puesto el foco y la denuncia en la violencia estructural y su relación con un cierto concepto de masculinidad, casi siempre enmarcado en la relación heterosexual. Se ha hecho mucha crítica de la violación, visibilizando algo que ya no era reclamar igualdad de derechos, se ha hablado de violencias que pasan en tu casa.

P. Entonces, ¿no hemos avan­zado?

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R. En derechos sí, claro, como con la ley trans. Cuerpos oprimidos hay de muchos tipos, no solo los de las mujeres. Es un avance legal. El avance de mentalidad no se ve tan claro.

P. ¿Qué lo impide?

R. Aunque las mujeres han podido acceder a puestos de poder, han mantenido la estructura de las instituciones. Si siguen siendo las mismas y siguen funcionando igual, no ha habido un cambio: no existe acceso de las mujeres porque el poder sigue funcionando como siempre. El progreso no es tan real como parece cuando persisten la hipersexualización y las desigualdades en las relaciones afectivas.

“No existe acceso de las mujeres a las estructuras porque el poder sigue funcionando como siempre”

P. Ni cree en el feminismo de la igualdad, el “de las mujeres blancas que lloran por el techo de cristal a costa de que las sin papeles se dediquen a los cuidados”, ni en “el feminismo de la diferencia, basado en las identidades”. ¿Por qué?

R. El feminismo de la igualdad, el feminismo liberal, no tiene en cuenta todas las opresiones que van detrás. Es la mujer blanca europea accediendo a unos derechos mientras están todos esos otros cuerpos sosteniendo ese privilegio. Su lucha por el poder no soluciona nada. El problema del feminismo de la diferencia es que abre disputas. Ya no hablas solo de las que tienen vaginas, sino además de las que son negras, las que están oprimidas en contextos urbanos, rurales, etcétera. Esto divide, resta fuerza y genera luchas.

P. ¿A qué feminismo apela?

R. A la teoría queer. Es la que está cuestionando el aparato binario: el que nos divide en lo masculino y lo femenino. Si hacemos la crítica al aparato ya estamos todos incluidos, incluso los hombres, porque también están los que no se reconocen en ese mandato de masculinidad que les han impuesto. Ese aparato se debe cuestionar en el ámbito económico, social y político.

P. Afirma que no se puede hablar de condición femenina sin herir al lenguaje heredado. ¿Se conseguiría con el lenguaje inclusivo?

R. El lenguaje inclusivo es una modificación del léxico. Si estás poniendo una ‘e’ en lugar de una ‘a’ estás cambiando el género del léxico, pero en realidad la gramática de nuestras vidas sigue siendo la misma. Es un cambio superficial. Las mujeres no deben hablar con el lenguaje del amo, porque se sucumbe a una estructura en la que ya está prefijado. En la teoría feminista se escribe de una manera muy personal en los asuntos políticos, con cierta agresividad. Hay que introducirla en filosofía, ciencia y academia.

P. ¿Por qué cree que las “víctimas no son nunca solo víctimas”?

R. La víctima que se queda quejándose en posición de víctima y que alcanza cierto goce y satisfacción en serlo no provoca ningún movimiento. Virginie Despentes, después de ser violada, rechazó encajarse ahí. Dio un paso a esa agresividad en sus textos, a denunciar a todo el sistema y a mostrar por qué es estructural.

P. Escribe: “Descubrir y denunciar la misoginia de los autores célebres carece de valor. El feminismo debería servir para algo más que juzgar y prohibir. A poco que hurgues en los escritores alemanes, siempre habrá un antisemita agazapado”.

R. En el presente se debería dar por supuesto que no tenemos por qué aceptar actitudes misóginas en nuestro trabajo, ni con nuestras parejas ni con los demás. En las obras del pasado es distinto. Si miras las cartas de Kafka comprendes que era un misógino, un narcisista y un maltratador. Una barbaridad. Entonces, ¿qué hacemos? ¿No leemos a Kafka? Yo creo que es al revés, Kafka también se enfrentaba a los mandatos de su mundo, pero no lo hacía en términos de género. Se puede aprender de estos autores para llevarlos al terreno del feminismo.

“En Netflix no es problemático ver a un trans, lo que irrita es la ley trans. Esta es la hipocresía en la que vivimos”

P. Por mucho que en las series de Netflix veamos a trans no implica que haya menos relaciones de dominación, ¿considera que el neoliberalismo no acabará con el patriarcado?

R. El capitalismo necesita identidades que se pueden vender y comprar como cualquier otra. Una cosa es que un personaje trans aparezca en Netflix y todos nos sintamos muy liberados por verlo, pero la realidad es que la mayoría de trans son mujeres prostitutas que están en la calle. Ese es el tema. En Netflix no es problemático verlo, lo que irrita es la ley trans. Esta es la hipocresía en la que vivimos.

P. Dice que la prostitución es estructural, que “abogar por la abolición es chistoso cuando no se ha pedido en casa”.

R. Yo no soy de las feministas que están en contra de la prostitución, estoy en contra de cualquier explotación. También de las mujeres, obviamente, pero nuestra sociedad se ha estructurado sobre la prostitución. Las mujeres se han prostituido en los matrimonios y sin cobrar: tú te casabas para que alguien te mantuviese, a cambio le dabas favores sexuales, descendencia y no hacías el amor siempre que quisieras. Esto era lo normal. Empecemos a reconocer que eso ha sido estructural para todas.

P. ¿Es “ilusorio pensar que alguna vez tendremos derechos plenos”?

R. Mi responsabilidad, mi posición ética es como la de Antígona. Dijo: “Me da igual que me entierres viva, tengo que hacer lo que tengo que hacer”. No podemos esperar siempre a que llegue la utopía. Uno no tiene que luchar para que en el futuro se realice aquello por lo que batalla, debe hacerlo por su presente, por justicia. No porque llegue un día en el que no haya patriarcado.

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