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Podía haber sido otro niño rico o seguir los pasos de su padre, pero el hijo de Magic Johnson eligió ser un icono generacional

Se esperaba de EJ Johnson que hiciese carrera en la NBA o que se comportase como otro gran heredero de Beverly Hills. Pero no hizo ni una cosa ni otra. Hoy, desde las alfombras rojas y desde su cuenta de Instagram, abandera la revolución del género de Estados Unidos

EJ Johnson posa ante la prensa en el estreno de 'Otra vuelta de tuerca' en el Teatro Chino de Hollywood en enero de 2020.
EJ Johnson posa ante la prensa en el estreno de 'Otra vuelta de tuerca' en el Teatro Chino de Hollywood en enero de 2020.Emma McIntyre (Getty)
Juanjo Villalba

EJ Johnson, de nombre completo Earvin Johnson III, está bastante acostumbrado a la fama. De hecho, se comenzó a hablar sobre él en la prensa unos meses antes de que naciera, aunque no por nada que él hubiera hecho. La noticia que lo llevó a las portadas fue una de las más sonadas de toda la década de los noventa. En noviembre de 1991, tras volver de una gira por Europa con su equipo, Earving “Magic” Johnson –estrella indiscutible de Los Ángeles Lakers y una de las leyendas vivas de la NBA– anunció que había dado positivo en VIH y que, siguiendo la lógica y el desconocimiento sobre el virus que aún existía en aquella época, abandonaba inmediatamente la práctica activa del baloncesto. Tras la conmoción inicial sobre el estado de salud de Magic, las miradas se dirigieron inmediatamente hacia su esposa, Earlitha “Cookie” Johnson, que estaba embarazada de dos meses. Por suerte, tanto Cookie como el bebé dieron negativo. Ese bebé era EJ.

En un principio, Magic declaró que no tenía ni idea de dónde se había podido contagiar, pero finalmente acabó admitiendo ante la prensa (y ante Cookie), que le había sido infiel a su pareja en innumerables ocasiones y que esa había sido la causa de su positivo. EJ Johnson nació al junio siguiente en Beverly Hills en el epicentro de una triple crisis familiar: mediática, médica y conyugal. Afortunadamente, la tormenta se fue calmando poco a poco, el matrimonio superó su crisis y Magic nunca desarrolló la enfermedad. De hecho, volvió al baloncesto profesional en diversos periodos y se convirtió en un embajador de la lucha contra el sida, contribuyendo muchísimo a que los heterosexuales se concienciaran de que el VIH no distinguía entre clases sociales ni tendencias sexuales y a ellos también les afectaba.

El pequeño EJ creció en un hogar feliz y despreocupado y siempre mostró una mayor predilección por jugar con muñecas que por practicar el deporte que había convertido a su padre en leyenda. Pasaba el rato mirando el armario de su madre y probándose sus zapatos. “Recuerdo tener 4 o 5 años y jugar en su vestidor”, contó a The New york Times en un reportaje con el provocador título No es otra niña rica. “Yo le preguntaba ‘¿Qué es esto?’, ‘¿De quién es esto otro?’, y ella me decía ‘Esto es de Chanel’, ‘Esto es un Versace”. Johnson atribuye su precoz fascinación por la moda a aquel surtido guardarropa de su madre.

Magic Johnson y su hijo EJ en un evento en Los Ángeles en el año 2001.
Magic Johnson y su hijo EJ en un evento en Los Ángeles en el año 2001.Gregg DeGuire (Getty)

Pero no fue hasta los 18 años, cuando salió de su hogar para estudiar en la Universidad de Nueva York, cuando finalmente confesó a sus padres que era homosexual. Ambos lo aceptaron y lo apoyaron sin fisuras. En 2013, un reportero de la web sensacionalista TMZ lo grabó a la salida de un restaurante de Nueva York de la mano de un chico. Solo se trataba de un amigo, pero la escena fue interpretada como una salida del armario en toda regla ante la prensa. Aquel hecho representó no solo esa salida pública del armario, sino su transición de hijo de celebridad a celebridad por derecho propio. En poco tiempo ya tenía un mánager y había firmado un contrato para aparecer en el reality que protagonizaba su amiga Dorothy Wang (hija del multimillonario Robert Wang), Rich Kids of Beverly Hills, en la cadena E!.

A pesar de que Rich Kids of Beverly Hills era un programa diseñado estratégicamente para odiar a sus protagonistas, la actitud de EJ consiguió ganarse a muchos de los espectadores, lo que provocó que la cadena le propusiera la grabación de un nuevo programa para él solo que seguiría su vida lejos de California y su entrada en el mundo de la moda de Nueva York. El programa se tituló EJNYC.

Pero algo había cambiado. Durante sus primeros años en televisión, EJ se había dado cuenta de que, al igual que su padre había sido para muchas personas un símbolo de la lucha contra el sida, él estaba ayudando también a muchos chicos negros a tener el valor de vivir su vida siguiendo el dictado de su corazón. Se había convertido en un ejemplo y muchos se lo hacían saber a través de las redes sociales, donde acumulaba ya cientos de miles de seguidores.

Por todo esto, decidió actuar en consecuencia y se propuso que su nuevo programa no fuera un reality más, sino que tratase problemas reales e importantes, que afectaban a personas como él. Era consciente de que EJNYC era el primer programa de telerrealidad protagonizado por un hombre gay negro, y quería aportar todo lo posible a la gender revolution.

EJ Johnson durante el verano de 2019 en Los Ángeles, luciendo su habitual atuendo andrógino: faldas, bolsos, calzado con tacón y maquillaje.
EJ Johnson durante el verano de 2019 en Los Ángeles, luciendo su habitual atuendo andrógino: faldas, bolsos, calzado con tacón y maquillaje.gotpap/Bauer-Griffin (Getty)

Por desgracia, el resultado fue muy diferente al que esperaba, a pesar de plantear situaciones y reflexiones sobre temas de calado. Por ejemplo, en uno de los episodios, EJ se planteaba la posibilidad de transicionar y acudía a una terapeuta especializada en género, algo que hasta ahora no ha hecho aunque siempre muestre un estilo andrógino y más cercano a lo femenino en el maquillaje y la ropa. Pero la imagen que el espacio transmitía de él finalmente no le convenció y forzó la cancelación tras solo seis episodios. “No me reconocía en esa persona”, declaró a The New York Times. “No creo que [la telerrealidad] deba ser puramente entretenimiento, locura, drama… También debería ser una forma de enseñarle a la gente lo que es único y especial en su vida”.

Esa ha sido, hasta ahora, su última aventura en televisión. Actualmente, con 28 años, sus intereses se centran más en estudiar interpretación y moda, hacia donde quizá dirigirá su atención en el futuro, ya que está convencido de que todavía queda mucho terreno que avanzar en ese sector en lo relativo a la igualdad de género. Desde luego, no se puede decir que no haya contribuido a la causa: aunque hace cinco años Johnson era famoso por los carísimos bolsos de Hermès o Chanel que lucía en sus apariciones públicas, en este tiempo su estilo se ha depurado y vuelto más ambicioso y transgresor. Si en estos años celebridades como Jaden Smith, Luka Sabbat o Harry Styles han demostrado que un hombre se puede divertir con la moda, experimentar y explorar territorios no estrictamente binarios, la imagen actual de EJ Johnson va un paso más allá. Con 1,88 metros de altura, joyas, maquillaje, vestidos de noche y lencería, EJ Johnson es una declaración de intenciones con tacón alto que recuerda que la moda se transforma gracias a los valientes que se atreven a llevarla al límite.

Pero, independientemente de hacia dónde acabe dirigiendo finalmente su carrera, el compromiso de Johnson se dirige a empoderar a la comunidad LGTB+, especialmente a los más jóvenes. El año pasado, la Fundación Human Rights Campaign le concedió un premio por su apoyo a los derechos de la comunidad. En el acto de entrega, Johnson declaró: “Estamos viviendo un momento maravilloso, pero a la vez complejo y tremendamente aterrador. Hay muchas revoluciones en marcha: de género, la revolución trans, racismo… Se está hablando de muchas cosas pero, al mismo tiempo, hay mucha gente empeñada en hacernos callar, en quitarnos nuestros derechos y ocultarnos. Por tanto, no solo tenemos que celebrar todo lo que estamos consiguiendo, sino también luchar por ser todavía más visibles, llegar más lejos, hablar más alto”.

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