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El curioso caso de la película española que acumula premios internacionales y no tiene distribución en España

Julia de Castro, su codirectora y protagonista, desvela las claves del proyecto junto a Chacha Huang, la actriz con quien comparte pantalla. Sin distribución en España, este verano empiezan una gira para proyectarla en todo el país

Carlos Primo
Chacha Huang y Julia de Castro, actriz y directora de 'On the go'.
Chacha Huang y Julia de Castro, actriz y directora de 'On the go'.Ayub El Kadmiri

Todo comenzó haciendo cola. Corría 2018 y la artista multidisciplinar Julia de Castro (Ávila, 40 años) disfrutaba de una beca en la Academia de España en Roma. Tuvo que ir a renovar su código fiscal y pidió a otra de las artistas becadas, la cineasta María Gisèle Royo, que la acompañara. Y mientras esperaban a que las atendieran, de Castro dejó caer que soñaba con hacer un remake de Corridas de alegría (1982), un episodio casi olvidado del cine español entre el destape y el punk. Cuando la vieron, quedaron fascinadas. “Nos cautivó su sensación de libertad”, recuerda de Castro. “Es una película que no tiene miedo a hacer cine, que transmite una relajación insólita y difícil de expresar. Curiosamente, está catalogada como la película más machista de Gonzalo García-Pelayo. Pero hay algo subyacente, una ligereza muy contracultural”.

De aquella road movie castiza y desvergonzada surgió On the go, una película dirigida a cuatro manos entre aquellas dos mujeres. De Castro la protagoniza junto a Omar Ayuso y Chacha Huang. El primero, una celebridad gracias a su papel en Élite, se dejó seducir por un guion indómito. “Le hice un casting un poco velado”, explica De Castro. “Vi que tenía sentido. Le mandé el guion y le encantó. Aquello no tenía nada que ver con el tipo de producciones en las que él había trabajado”. En la película, Ayuso es el amigo adicto a Grindr que acompaña a la protagonista, interpretada por De Castro, en un viaje por Andalucía que también es una búsqueda de respuestas sobre la maternidad, el tema principal de la película. Las codirectoras lo abordaron desde su condición común: dos mujeres artistas que afrontan el final de la treintena y, por tanto, el final de su fertilidad. “Tratamos de plantear el dilema de una manera profunda y desde una mirada femenina”, afirma De Castro.

Chacha Huang y Julia de Castro posan para ICON en Cupra City Garage Madrid con motivo de una proyección de la película.
Chacha Huang y Julia de Castro posan para ICON en Cupra City Garage Madrid con motivo de una proyección de la película.Ayub El Kadmiri

Huang es la tercera compañera de viaje. La actriz china, con un sólido historial de papeles en el cine español, se emocionó al recibir una propuesta de guion donde, por primera vez, no aparecía la especificación de que se trataba de un personaje asiático. “Siempre me llegan personajes con nombre asiático o chino, así que este me pareció interesante desde el primer momento, porque implicaba superar estas barreras”, explica. “Me encantaría luchar para que haya más productores y directores que hagan castings no condicionados por el físico o la etnia, sino por un personaje que cuenta una historia. Si no, siempre voy a ser la china, una especie de adorno en la película. No es que no me interese ser la dependienta del bazar que le vende una cerveza al protagonista, pero hoy en día ya hay muchos personajes así. Por eso me gusta que haya proyectos más indies, más punkis”. On the go se ajusta a esa categoría. Su papel, La Reina de Triana, es una especie de sirena varada con un papel fundamental en la epifanía de los personajes. “Es un guion divertido, onírico y misterioso, con mucho espacio para crear”, apunta.

El resto salió, en línea con el título de la película, sobre la marcha. El viaje del trío protagonista desde Madrid hasta Sevilla y Cádiz es un viaje iniciático marcado por el deseo, las ansias de libertad y las dudas . Algunas secuencias recuerdan al cine contracultural de los setenta y los ochenta, pero otras son puro surrealismo poético. Hay sexo, humor, conversaciones banales y diálogos trascendentales. Una espontaneidad salvaje recorre cada fotograma, y no es una forma de hablar. Como Corridas de alegría se había rodado en 16 milímetros, con solo una toma por escena, On the go se produjo del mismo modo, con un equipo técnico propio de otros tiempos. “El aspecto de una imagen de 16 milímetros se puede simular a partir de una grabación digital, pero lo que no se puede reproducir es cómo se mueve un actor que sabe que no tiene otra oportunidad de rodar la misma escena. Es el espíritu de la película”, explica De Castro. Huang coincide con ella. “Es un tipo de rodaje que exige estar atenta todo el tiempo. El trabajo de actor normalmente es esperar. Aquí, al rodar en 16 milímetros, con una toma o dos, hay que prestar atención al 100%. Están pasando cosas y hay que estar muy concentrado”. También exige asumir la incertidumbre. Con las tecnologías digitales, es posible comprobar al instante si la toma se ha grabado correctamente. Con película de celuloide, no. “Hay un momento en que no puedes ver nada”, explica Huang. “No sabes si la cámara estaba bien enfocada, o si ha entrado un pelo. Es una experiencia, la de hacer cine tradicional, que me ha encantado. Te permite apreciar el presente”.

On the go se gestó durante la pandemia y se rodó con poco presupuesto, un equipo reducido y grandes dosis de entusiasmo. “Al principio todo era un poco caótico, pero pronto empezó a encajar”, cuenta Huang. Castro añade que “movilizamos a todo el mundo, nos dieron una subvención, la perdimos”. El equipo hizo piña a pesar de las dificultades. “No veo igual la industria y a la gente que hace cine después de esta película. Entiendo que se hable de la familia del cine, porque es una familia”. La primera versión se terminó espoleada por una cita ineludible: la película fue seleccionada en el Festival de Locarno donde obtuvo una mención especial del jurado junior. “La primera vez que vi la película en un premontaje, sin el sonido definitivo ni la corrección de color, casi lloré de orgullo”, recuerda Huang. “Qué bien’, pensé, ‘tenemos una película”. Desde Locarno, On the go no ha dejado de viajar por festivales y de amasar un no desdeñable conjunto de premios: una mención especial Biznaga Arco Iris en Seminci, el Premio al Mejor Largometraje español del festival de cine FICX de Gijón, el Premio del Jurado del festival Cheris-Cheries (Francia), el Premio Panorama España del Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria o el Premio Miglior Film Casa Rossa Internazionale de Bellaria Film Festival (Italia). Además, proyecciones en Grecia, Islandia, Polonia, Países Bajos, Bulgaria, Reino Unido, Australia o Argentina. Es una película arriesgada y libérrima que ha encontrado eco en distintos lugares gracias a MPM Premium, su agente de ventas internacionales. Se ha vendido en Francia, Alemania, Suiza, EE UU, Canadá o Austria. En Taiwán se ha proyectado durante un mes.

En España, sin embargo, la situación es distinta. On the go se ha visto en un sinfín de festivales, pero sin distribución comercial. Sus autoras explican que no es por falta de interés por parte de la industria, sino por la crisis que atraviesan las salas. “Hemos tenido diálogos con distribuidoras y han sido encantadoras con nosotras, pero hemos entendido perfectamente que la situación actual no les permite apostar por una película tan arriesgada”, afirma De Castro. Por eso, este verano On the Go se convierte, literalmente, en otra road movie. Una gira por cines de toda España, desde el cineclub de una pequeña localidad de 180 habitantes de Almería, Almócita, hasta el Numax de Santiago. Las fechas de las proyecciones, que comenzaron el 28 de junio en Madrid y concluirán en Santiago en septiembre, se pueden consultar en la cuenta de Instagram del proyecto. “Queremos que se vea en pantalla grande”, dice la creadora. La situación de las distribuidoras en España no es pujante, así que el equipo de On the go ha decidido abrazar ese espíritu gozosamente trashumante. De Castro zanja: “Hay que aceptar el cine que hemos hecho”.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM
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