De Alcaraz a Sinner, el lujo se rifa a las nuevas estrellas del tenis
El nombramiento del tenista murciano como embajador de Louis Vuitton o la aparición en Wimbledon del italiano con una bolsa de Gucci revela que las firmas más importantes han puesto su mirada en los jóvenes ídolos del deporte de la raqueta
Cinco días antes de su debut en Wimbledon 2023, Louis Vuitton anunciaba que Carlos Alcaraz era su nuevo embajador. El tenista murciano de 20 años, número uno de la ATP, se unía a un exclusivo club del que también son miembros Zendaya, el miembro de BTS J-Hope o Lionel Messi. Todos, líderes en lo suyo. Todos, al menos seis años mayores que él.
No es el único tenista joven vinculado a marcas de lujo. Holger Rune, danés, 21 años, número seis del mundo, es imagen de Armani. Y Jannik Sinner, italiano de la misma edad y en el puesto número ocho de la ATP, marcaba ayer un pequeño hito en la historia de ese deporte. Se presentó a su partido contra el argentino Cerundolo con una bolsa personalizada de Gucci con sus iniciales grabadas en la pista central de Wimbledon. Según la marca italiana, era la primera vez que un tenista era autorizado a llevar una bolsa de lujo con el logotipo a la pista. Y además en el más tradicional de los Grand Slam, los cuatro torneos más importantes del calendario anual. Son el abierto de Australia, (Melbourne); Roland Garros, (París); el abierto de Estados Unidos, (Nueva York) y Wimbledon (Londres). En este último, que comenzó ayer, todavía rige una vieja regla del siglo XIX que obliga a los jugadores a vestir de riguroso blanco, incluso en los entrenamientos. Una norma tan anticuada que hasta este año las tenistas estaban obligadas a llevar ropa interior blanca.
Es una auténtica novedad en el tenis. Las estrellas de la NBA, el fútbol o la Fórmula 1 hace tiempo que han convertido sus apariciones en pasarelas de moda, pero hasta ahora las pistas de tenis eran territorio exclusivo para las marcas deportivas que esponsorizan a los jugadores. Lo más parecido que se había visto es a Casper Ruud de embajador de Samsonite, pero la elegante bolsa de Gucci tiene poco que ver con la maleta color lima que promociona el noruego de 24 años, número cuatro del mundo.
Nada ha sido improvisado. La bolsa, fabricada en lona con ribetes de cuero, correas extraíbles y bolsillos para las botellas de agua ocultos en su interior, estaba diseñada para no incumplir ninguna norma del libro de 106 páginas que regula hasta el más mínimo detalle de los Grand Slam. Entre ellas, las que que limitan el tamaño, la colocación y el número de logotipos en las mangas, cuellos, gorras, cintas para el pelo, calcetines y, por supuesto, las bolsas de equipación.
Hasta ahora el lujo no era un habitual en el tenis excepto por algunas firmas de relojes (Rolex no solo patrocina a tenistas, como Federer o el propio Alcaraz, sino las principales competiciones). Pero la relación del tenis con las grandes empresas de la indumentaria no es nueva. Adidas convirtió en 1978 sus Stan Smith en uno de sus modelos más populares. Hasta el punto que el tenista, ganador de Wimbledon en 1972, declaró con un punto de amargura: “Mucha gente piensa en mí sólo como un par de zapatillas de tenis”. Rafa Nadal está vinculado a Emporio Armani y Tommy Hilfiger; Djokovic a Lacoste y Federer tenía un lucrativo acuerdo con Uniqlo, pero Alcaraz parece destinado a superarles.
Carlos Alcaraz, Holger Rune y Jannik Sinner son, por fin, parte de la generación que podría sustituir al trío de oro oficial: Novak Djokovic, Rafa Nadal y Roger Federer, tres estrellas que alargaron su dominio en las pistas muchos años más de lo esperado. Hacía falta un jugador con carisma para liderar la renovación y la aparición del murciano ha sido providencial. Su forma de jugar y su carácter han insuflado una nueva vida al tenis y han propiciado el recambio generacional. Hoy, en el top ten solo Djokovic (36 años) supera los 30 y Medvedev (27), los 25. El resto son más jóvenes. Son jugadores elegantes, tan físicos como técnicos, viajados, políglotas y bien asesorados. Se señala a Albert Molina, el manager de Alcaraz, como la persona que guía sus pasos en cuanto a patrocinios. No hay un Agassi, un Connors o un McEnroe, rebeldes y a veces impresentables. El más parecido, el impredecible australiano Nick Kyrgios, se ha desplomado con 28 años al puesto 33. Ni siquiera son rebeldes estéticamente. Están más cerca de la clásica elegancia de Federer que del joven Nadal de pantalones piratas y camisetas sin mangas.
Esta nueva hornada de jugadores aseados y sin excentricidades, muy alejada de los futbolistas y sus tatuajes, pero cada vez más conocidos, resulta muy golosa para el lujo, embarcado ahora en una vuelta a una estética más tranquila que los últimos cinco años. Algo que el comunicado de Louis Vuitton que presentaba a Alcaraz como su nuevo embajador resumía en un breve párrafo: “Compartiendo la misma filosofía de esfuerzo y excelencia que distingue a Louis Vuitton, Carlos continúa subiendo el listón del tenis. Su atractivo y su estilo le han granjeado fans dentro y fuera del deporte que, seguro, estarán deseando seguirle en esta nueva aventura”. Como escribía Vanessa Friedman en el New York Times: “Después de todo, ¿qué es una marca sino un conjunto de valores englobados en un nombre, un logotipo o un objeto? Es un símbolo que representa una herencia, un saber hacer. O la excelencia, la aspiración, el poder, la gracia y el activismo: todos esos conceptos acompañan a los deportistas. Y a veces, también a los bolsos. O a unas zapatillas”.
El interés de las marcas de lujo por este deporte se ha disparado también a nivel institucional. Un ejemplo: desde 1994 se celebra, una semana antes de Wimbledon, un torneo de exhibición sobre hierba en el Hurlingham Club de Londres. En 2022, Giorgio Armani sustituyó a BNP Paribas como patrocinador principal. Desde entonces, se conoce como Giorgio Armani Tennis Classic.
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