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Los músculos son el nuevo símbolo de estatus: la meta de los multimillonarios es ponerse cachas como soldados

Jeff Bezos presume de abdominales de hierro en su yate, Mark Zuckerberg se parte la cara con las artes marciales mixtas y Elon Musk se disculpa en público por sus kilos de más. La era del magnate musculado ya está aquí

Pavel Durov y  Strauss Zelnick
Pavel Durov, fundador y CEO de Telegram, Strauss Zelnick, CEO de Take-Two, Scooter Braun, ejecutivo discográfico, Jeff Bezos, CEO de Amazon, y Jason Oppenheim, propietario de Oppenheim Group.Imágenes: Instagram / Collage: Blanca López
Carlos Megía
Madrid -

La imagen del multimillonario medio poco tiene que ver ya con la de aquellos yuppies engominados de tirantes llamativos y corbatas de pala ancha que aullaban en Wall Street. Tampoco con la de los más recientes gurús uniformados de jersey negro de cuello y vaqueros o nerds universitarios que siguieron el rastro del dinero hasta la costa californiana de Silicon Valley. Sin importar su origen o procedencia, aquellos que han logrado mantenerse vigentes en la lista de las mayores fortunas del planeta coinciden ahora en mostrarse ante el mundo como el ‘después’ de un milagroso batido de proteínas.

El ya calificado (por The Wall Street Journal) como efecto Bezos engloba a toda una ristra de empresarios y ejecutivos de primer nivel que en los últimos meses han transformado sus cuerpos de manera radical y presumen de abdominales de hierro y bíceps hipertrofiados en sus redes sociales. Desde el mencionado fundador de Amazon a magnates en áreas como la música o los videojuegos, el consejero delegado de 2022 ha convertido el físico tonificado en el nuevo símbolo de estatus.

“Tengo que entrenar más y ponerme en forma”. Ni el hecho de ser el hombre más rico del planeta le ha valido a Elon Musk, fundador de Tesla o SpaceX, para ignorar o relativizar las críticas recibidas al ser fotografiado este verano en bañador en un yate en Mikonos. Como si de un futbolista al comienzo de la pretemporada se tratara, el empresario se vio interpelado a dar explicaciones en su cuenta de Twitter y hacer propósito de enmienda después de que los tuiteros se mofaran de la poca definición de su torso. “Por consejo de un buen amigo he estado ayunando periódicamente y me siento mejor”, escribió Musk.

Nadie escapa a la moda del body shaming (la práctica de avergonzar a alguien por su cuerpo). “Voy a cambiar el hábito de mirar mi móvil tan pronto como me levanto para empezar primero a entrenar durante al menos 20 minutos”, aseguró Musk en el podcast Full Send, reconociendo a su vez practicar el ayuno intermitente y haber perdido desde entonces cerca de 10 kilos. En su caso, tampoco ayudó el hecho de que en las imágenes apareciera acompañado de Ari Emanuel, un agente de Hollywood reconvertido en magnate mediático y dueño de la UFC, que a sus 61 años ha estrenado unos abdominales de hierro con motivo de su reciente enlace con la diseñadora de moda Sarah Staudinger, 28 años más joven que él.

También Jeff Bezos (sobre estas líneas), segundo en la lista Forbes de los más ricos del mundo, ha hecho coincidir su cambio radical con una nueva etapa sentimental. Tras poner fin en 2019 a 25 años de matrimonio con Mackenzie Bezos, el CEO de Amazon bendijo su nueva relación con la reportera Lauren Sánchez con una transformación de su dieta y rutina de entrenamiento. Bajo la tutela del entrenador estrella Wes Okerson, en cuyas manos también se han puesto actores como Tom Cruise o Gerard Butler, el ahora apodado como Jacked Bezos (Mazado Bezos) ha conseguido que cada una de sus fotografías en sus vacaciones en el Caribe o marcando músculo con camisetas ajustadísimas en Instagram se conviertan en virales recurrentes de Internet.

“Hay varias macrotendencias que pueden explicar este fenómeno, como el auge del cuidado de nuestra salud o la del culto a la estética en la sociedad multipantalla. Con la presión de mostrar constantemente nuestro éxito, el exhibicionismo en redes sociales tiene un claro componente narcisista”, sostiene Pedro Mir, profesor de marketing de ISEM Fashion Business School (Universidad de Navarra). Sus perfiles bien podrían servir como paradigma para lo que el coach Robin Sharma acuñó como El club de las cinco de la mañana en el libro superventas homónimo. Un método —o mito— que asegura que aquellos que programan su despertador para sonar en la madrugada incrementan su productividad al mismo tiempo que mejoran su salud y optimizan su vitalidad y felicidad. “A priori, la vida de un alto ejecutivo está ligada a altos niveles de estrés y sedentarismo, pero con esta imagen tratan de mostrar al mundo que ellos pueden con todo y que no solo les va bien en los negocios, sino también en otros aspectos de la vida. En algunos de ellos esto puede verse acrecentado por la crisis de la mediana edad, pero no deja de ser un mens sana in corpore sano llevado al extremo”, añade Mir.

Al otro lado del charco, el fenómeno de presumir de figura en redes sociales se extiende en todos los ámbitos del privilegio empresarial: Jason Oppenheim, propietario de un grupo inmobiliario especializado en mansiones de lujo; Richard Branson, fundador del grupo Virgin y que el año pasado viajó al espacio con 71 años; Mark Cuban, emprendedor y dueño de los Dallas Mavericks o Strauss Zelnick, CEO de la compañía de videojuegos Take-Two (responsable, entre otros, de NBA 2K o GTA), son algunos ejemplos. Hasta el históricamente reservado Mark Zuckerberg se acaba de permitir el lujo de publicar un vídeo en su cuenta de Instagram peleando contra el luchador profesional de artes marciales mixtas Khai Wu.

El creador de Facebook ha afirmado que su pasión por las artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) nació a raíz de la llegada del covid a nuestras vidas, una circunstancia que se repite en varios de estos casos. “Creo que la pandemia y el tener que trabajar desde casa originó una oportunidad para que los ejecutivos de primerísimo nivel se centraran en el fitness”, declaró Cuban a The Wall Street Journal.

Roberto Sánchez, coach de imagen para directivos, confirma a ICON que cada vez son más los hombres que también en nuestro país son conscientes de la importancia que tiene su apariencia en el ámbito laboral. Mientras que la pertinencia de tener una imagen siempre cuidada ha sido históricamente exigida y evaluada solo a la mujer, ahora también son ellos los que se preocupan de mostrar el mejor packaging posible. “Mi recomendación es tener claro qué valores queremos transmitir en nuestro ámbito profesional y adaptar nuestra imagen para que esta los comunique al instante”, evoca el asesor. “Según diferentes estudios, una persona puede hacerse una idea de quién eres y de qué puedes aportarle en los 10 primeros segundos de conocerte. Y el peso mayoritario de esa valoración recae en nuestra imagen”.

Que la buena presencia es una de las mejores escaleras para medrar en el ámbito profesional, más allá del mundo del modelaje o la interpretación, es un hecho ratificado por los especialistas. La profesora de Derecho y Ética de la Universidad de Stanford confirmó en su libro The Beauty Bias (El sesgo de la belleza) que “los estudiantes guapos son considerados más inteligentes, los profesores apuestos están mejor valorados, los obreros atractivos ganan más dinero y los políticos con mejor presencia tienen más votos”.

Aunque el grueso de estos multimillonarios haya generado su fortuna luciendo una apariencia más mundana, la tiranía de la estética es real y nos apunta a todos. “El fenómeno del culto al cuerpo no es algo que afecte solo a los consejeros delegados millonarios. Aunque en estos personajes el resultado puede ser más sofisticado, la sociedad cada vez da más importancia al deporte, la alimentación o los tratamientos de belleza”, corrobora Mir. “Todos queremos gustar y tener éxito en el ámbito personal: ya sea con un físico muy trabajado o una relación sentimental”, concluye Roberto Sánchez. “En el caso de estas personas, que no tienen que demostrar nada, puesto que lo han conseguido todo, mucho más. Exhibir lo que han logrado en sus redes es una forma de recompensar el esfuerzo y el ego”. A nadie le amarga un like. Ni siquiera a aquellos que los crearon.

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