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Carta del director
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cinéfilo converso

Si la historia de Karim Benzema no es un buen argumento para un director de cine, que baje el difunto crítico Roger Ebert y lo vea

Ethan Hawke protagoniza 'Gattaca' (1997), que recrea unos EE UU sometidos a la segregación genética.
Ethan Hawke protagoniza 'Gattaca' (1997), que recrea unos EE UU sometidos a la segregación genética.ARCHIVO
Daniel García López

Cuando tenía 20 años me pasó una cosa curiosa: me creí reaccionario y dejé de ver cine. De cinéfilo, me refiero, o cómo llamarlo. El caso es que cualquier película que no respondiera a planteamiento-nudo-desenlace en cómodos 90 minutos (100 si era de acción) se ganaba un no categórico. NO al cine francés (hablan demasiado), NO al cine alemán (¿existe?), NO a películas de temática gay (son clichés), NO a las series (la trama está inflada, duran demasiado, ¿pero qué se creen con esos diálogos?). Total, que vi mi primera película de Éric Rohmer hace dos meses y cuando, hace poco, escuché una estrofa en una canción de Cabiria que dice “Cansas más / que las pelis de Godard” me sentí ofendido en mi orgullo de meapilas (¿hay algo peor que un converso?).

No solo descubro películas, sino que leo críticas mientras las veo. El otro día, al terminar Cuento de primavera, de Rohmer, di con algo precioso y certero que Ángel Fernández-Santos publicó en EL PAÍS: “Pocos como Rohmer han esclarecido, sin énfasis alguno, las contradicciones humanas”. ¡Cómo no me había dado cuenta! La idea de la falta de énfasis es para mí un unicornio, la perfección, pero nadie me lo había explicado de forma tan clínica (aunque ya dijo Capote que para escribir bien hay que evitar esos tics que pensamos que son nuestra personalidad. En fin. Culpable). Sobre El amor de Swann, el filme que Volker Schlöndorff le dedicó en 1984 al etéreo protagonista de Proust y a sus amores por Odette, el crítico Roger Ebert suspiraba: “Cuando llegan los créditos, nos damos cuenta de que probablemente no hemos aprendido nada excepto que los amantes eran tan bobos en 1875 como ahora. O más, porque tenían más tiempo”. Touché. En un momento de la película, un ocioso y febril Jeremy Irons, en su papel de Swann al borde del desmayo, le dice a una dama en un salón: “Lo que más me gusta de usted es que no es alegre. Podríamos pasar una noche juntos”.

Mis descubrimientos no evitan, por supuesto, que haga lo que más me gusta: volver a lo que ya conozco. Una noche recuperé Gattaca, la fantasía futurista que Andrew Niccol rodó en 1996. En su momento, Ebert se derritió: “Las distopías suelen pintarse como uniformemente perfectas precisamente porque la humanidad es imperfección”, dijo en su reseña, que me irritó por lo previsible y por lo mal que han envejecido ese tipo de consideraciones tan inocentes hoy, que ya tenemos todas las distopías posibles en funcionamiento en nuestro desordenado mundo. Gattaca tiene tres protagonistas imposiblemente guapos, jóvenes y rubios: Uma Thurman, Jude Law y Ethan Hawke (el asunto del privilegio es tan grave que hasta sale Gore Vidal). Van vestidos con ropa a medio camino entre un uniforme y varias colecciones de Prada, y la acción se desarrolla en decorados como sacados de impolutas dobles páginas de la revista Wallpaper*. “Es un cruce entre los años cincuenta y los noventa. Una estética pulida pero no brillante; moderna pero no futurista y minimalista, que no cruda”, leí en un blog. Me dormí pensando en esas bonitas descripciones donde querría quedarme a vivir.

En este número hay muchas películas y otros tantos protagonistas. Adam Nourou, uno de los jóvenes actores del drama Adú, justamente nominado a los Goya. Enric Auquer, que estrena Sky rojo, la próxima bomba de Netflix. John Carpenter, legendario director de cine de terror. La estrella de Élite, Miguel Bernardeau. E Iván Pellicer, que acaba de rodar el primer corto de Omar Ayuso y debuta como modelo en ICON. Karim Benzema, nuestro hombre de portada, no es actor. Pero si la historia de un hombre que nació en un barrio de Lyon y ha llegado a un éxito de vértigo en el fútbol y en la vida no sigue siendo un buen argumento para un director, que baje el difunto Roger Ebert y lo vea. Aunque, con todos mis respetos, Rohmer posiblemente no sería.

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.

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