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Una mirada a la memoria LGTBIQ+ del Madrid de hace un siglo

‘Cuestión de ambiente. Diversidad en el Madrid artístico y literario de los años 20′, es una exposición que pone nombre y rostro a 12 biografías transgresoras y pone en valor su obra y su legado

Antonio Juez Nieto. Heliogábalo, 1926. Museo de Bellas Artes de Badajoz.
Antonio Juez Nieto. Heliogábalo, 1926. Museo de Bellas Artes de Badajoz.
Carlos Primo

El Templete del metro de Gran Vía de Antonio Palacios no es el único tesoro madrileño que estrena con nuevos bríos su estatus centenario. En la plaza de Cibeles, el centro cultural CentroCentro acoge durante todo el verano una exposición que recuerda que la capital, durante los años veinte del siglo pasado, constituyó un insólito oasis para artistas, creadores e intelectuales que vivían su diversidad sexual de forma visible. Por ejemplo, Edmond de Bries, un transformista a cuyos espectáculos teatrales llegó a acudir la reina Victoria Eugenia. O Victorina Durán, una figurinista que vivió su homosexualidad con toda la libertad que permitían los códigos de aquella época contradictoria en que la dictadura de Primo de Rivera convivía con una cierta relajación de la moral conservadora que desembocaría en las conquistas de la República.

“El objetivo es contar un Madrid que no nos han contado”, resume el historiador del arte Joaquín García, que ha reunido doce de estos perfiles en Cuestión de ambiente. Diversidad en el Madrid artístico y literario de los años 20, una exposición que aspira a poner nombre y rostro a estas biografías transgresoras, contar su vida y poner en valor tanto su obra como sus relaciones sociales. “No son ejemplos aislados, sino parte de un tejido social, afectivo y sexual”, explica García, que se apoya para ello en testimonios, fotografías, obras de arte y tesoros de hemeroteca. “Fueron nuestros primeros años ochenta”.

Gregorio Prieto / Eduardo Chicharro Briones. Herido por la belleza clásica (1929-1932 ca.). Museo Fundación Gregorio Prieto.
Gregorio Prieto / Eduardo Chicharro Briones. Herido por la belleza clásica (1929-1932 ca.). Museo Fundación Gregorio Prieto.

El título de Cuestión de ambiente, deliberadamente equívoco, rinde homenaje a la primera novela de Antonio de Hoyos y Vinent, un marqués sordo y de exquisita educación que frecuentaba tanto los salones de la aristocracia como los bajos fondos de la periferia. Falleció enfermo en la cárcel franquista de Porlier en 1940, poco después de la Guerra Civil, olvidado por su familia y sentenciado por su activismo anarquista durante la república y la contienda. Otro de los escritores incluidos, Álvaro Retana, fue autor de provocativas novelas cortas, figurinista y letrista de cuplés que hoy forman parte de la memoria colectiva.

Una de esas canciones, Las tardes del Ritz, es para García un resumen de ese Madrid olvidado. “Es una canción muy popular pero no estábamos leyendo todo lo que decía esa letra, que habla de una ciudad que no encaja con la imagen que tenemos en la cabeza”, explica el comisario. Junto a originales de Hoyos y Retana y páginas del diario de Victorina Durán, la exposición recoge dibujos e ilustraciones de José de Zamora, un artista a cuya proyección, en opinión de García, perjudicó el hecho de centrarse en disciplinas consideradas menores: la moda, el figurinismo, la ilustración en prensa y para editoriales como la prestigiosa Calleja. “De Zamora hay poquísima bibliografía y es un artista con una importancia capital”, apunta el comisario. “Su vida y su obra merecen mucha más atención. La historia del teatro en España le debe mucho”.

Figurín de teatro de José de Zamora. Colección Pedro Villora, Madrid.
Figurín de teatro de José de Zamora. Colección Pedro Villora, Madrid.

La exposición también incluye nombres más conocidos para el gran público, pero cuya vida y obra rara vez se pone en contexto y junto a sus predecesores. Escritores y artistas de la generación del 27 como García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre y Emilio Prados conviven en las salas de CentroCentro con las extraordinarias fotografías y fotocollages de Gregorio Prieto que, como cuenta el comisario, “circularon durante años en ambientes reducidos y próximos al artista”.

El cierre de la muestra está jalonado por dos textos que, a finales de la década, alteran para siempre el estatus social de las orientaciones sexuales no ortodoxas. Por un lado, los ensayos sobre la vida sexual de Gregorio Marañón, que presentan la homosexualidad como una patología, pero por primera vez desprovista de juicios morales o religiosos. Por otro, en 1928, un nuevo código penal que castiga los actos homosexuales caracterizados como delitos de escándalo público.

Joaquín García ha querido incluir en la muestra fragmentos de ambos textos que marcan un antes y un después en la vivencia pública de la homosexualidad. La historia y la historiografía, a partir de la República y la Guerra Civil, impondrían un relato diferente que sepultaría en el olvido a muchos de estos nombres que, con las décadas, han alcanzado categoría de culto minoritario y casi clandestino, pero persistente. Los cuplés que escribió Retana siguen sonando en las fiestas populares y en los menguantes espectáculos dedicados al género frívolo. Uno de los atractivos de esta cultura, señala el comisario, es que en cierto modo sigue presente aunque pase desapercibida. Por ejemplo, en los envoltorios del jabón Maja, producido en su momento por Myrurgia y todavía hoy a la venta en muchas droguerías españolas, la silueta que saluda desde la ilustración es la de Carmen Tórtola Valencia, una bailarina extravagante y de fama escandalosa que se retiró a finales de los años veinte sin sospechar que, un siglo después, su efigie seguiría provocando intriga a pesar del olvido.

Gregorio Prieto con un amigo, años 20. Museo Fundación Gregorio Prieto.
Gregorio Prieto con un amigo, años 20. Museo Fundación Gregorio Prieto.

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Sobre la firma

Carlos Primo
Redactor de ICON y ICON Design, donde coordina la redacción de moda, belleza y diseño. Escribe sobre cultura y estilo en EL PAÍS. Es Licenciado y Doctor en Periodismo por la UCM

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