Las excentricidades imposibles de las Kardashian: de escáneres cerebrales a 700 dólares en gominolas de cannabis
Los 10 capítulos de la segunda temporada del ‘reality show’ de la familia desvelan que tanto la madre como las cinco hijas viven en una espiral de gastos desmedidos y acontecimientos que rozan lo extraordinario
Todo lo que hacen las hermanas Kardashian interesa y se convierte en noticia. Hasta el punto de que, pasados unos meses, esa misma noticia ocupa de nuevo titulares cuando la historia aparece en el reality show familiar. Un ejemplo: el pasado mes de agosto Khloé Kardashian protagonizaba titulares al convertirse en madre por segunda vez. Algo más de un mes después, lo hacía de nuevo cuando explicaba en el primer capítulo de Las Kardashian cómo había sido el proceso mediante vientre de alquiler mientras lidiaba con la infidelidad de su entonces pareja (críticas incluidas por su posado como si ella hubiese parido al niño, del que aún no se sabe el nombre). Ese es probablemente uno de los secretos del éxito del programa familiar que empezó a emitirse en la televisión estadounidense el 14 de octubre de 2007. Aunque se sepan las tramas principales que se van a contar, muchos quieren saber cómo las vivieron realmente Kourtney, Kim, Khloé, Kendall, Kylie y su madre Kris — aunque ellas lo controlen al milímetro como productoras—.
Y todo ello con el plus de que el reality es una ventana abierta a un mundo lleno de excentricidades y lujo. Como que Kylie Jenner coge su avión privado para un vuelo de tan solo 12 minutos; Kim Kardashian es capaz de pasar hasta 10 horas para teñirse el pelo y alcanzar el tono rubio de Marilyn Monroe; o que la preocupación de Kris Jenner al saber que su hija pequeña está de parto es no olvidarse la botella de champán para brindar en el hospital. Tras los 10 capítulos de su segunda temporada en Hulu (en España se puede ver en Disney+), este es un repaso de los momentos más hilarantes que ha mostrado el mediático klan Kardashian-Jenner.
Un apartamento olvidado
Que Kris Jenner es tan madre como manager (por ella se acuñó el término momager) es tan sabido como que se lleva un 10% de cada dólar que ganan sus hijas. Forbes le calcula una fortuna de 200 millones de euros, con la que, entre otras cosas, compra casas. No se sabe cuántas tiene, pero ella tampoco parece tenerlo claro. “Es ridículo, ¿no?”, dice mirando a cámara durante el primer capítulo, tras confesar que se había olvidado de la existencia de un coqueto apartamento en Los Ángeles. “Qué ganas de ser tan rica que se me olviden las casas que tengo”, le suelta su hija Khloé mientras ambas vacían el congelador de una nevera llena de botellas de champán y vino. “Aquí es donde guardamos los regalos, el taller de Papá Noel”, recuerda de un lugar en el que parece no haber vivido nunca ni ella ni nadie.
Probablemente, tener una cuenta corriente abultada es lo que hace que alguien pueda pagar 732 dólares sin pestañear, y en efectivo, en una tienda de productos derivados del cannabis. Esa es la cantidad que se gasta Kris Jenner durante el viaje a Palm Desert que muestra el tercer capítulo. Compra relajantes para el dolor articular, gominolas para la ansiedad y para conciliar el sueño con sabor a sandía, piña y melón, o lubricante. Eso sí, a ella lo que le llama la atención es que le pidan un documento de identidad antes de dejarla acceder a la tienda.
La extraña afición de Kendall
“Tengo mucho interés por ver cómo es tu cerebro, sobre todo después de lo que ha pasado con Tristan”, le dice Kendall Jenner a Khloé, en referencia a su último desengaño amoroso. En el segundo capítulo, la que es la modelo mejor pagada de 2022 acaba convenciendo a su hermana mayor para que se someta a un escáner cerebral en el que se pueda ver cuál es la zona más activa de su cerebro (ella asegura que en el suyo se veía mucha ansiedad). Un escáner en el que el doctor Daniel Amen acaba observando el daño cerebral que le causó a Khloé un accidente de coche cuando tenía 16 años y “traumas emocionales”. “Quiero ver los cerebros de toda la familia, os llevaré uno a uno. Con toda la mierda que aguanta Kim cada día, me interesa mucho ver su cerebro porque seguro que está saturado. El de Kourtney sería todo nubes por ahí y pajarillos volando”, dice Kendall.
Una familia, dos aviones privados
Las Kardashian no son sencillas, ni siquiera cuando vuelan. Así se puede ver en varios capítulos en los que se muestran curiosos detalles de los jets privados de Kim Kardashian y su hermana menor Kylie Jenner. “¿Espray bronceador antes de mi vuelo? ¿Has visto los asientos de cachemir?”, le suelta Kim a Kendall, a quien va a llevar en su jet —en el que se gastó 150 millones de dólares— hasta Milán para la semana de la moda. A Kendall también le deja elegir el menú del vuelo, todos menos la pasta que ella quiere, que para algo se dirigen a Italia. Si esto pasa en el capítulo segundo, en el quinto Kim organiza de un día para otro una escapada a Miami para ella, Khloé y sus amigas (ventajas de tener piloto propio). Es antes de despegar cuando sabemos, gracias a un comentario de Khloé, que otra de las ventajas de volar en su avión es que el viaje Los Ángeles-Miami tiene una hora menos de duración que si se fuera en una aerolínea comercial, como el resto de los mortales.
Si en la alfombrilla de la escalera pone KIM AIR (así, en mayúsculas), en el jet de Kylie, además de en la alfombrilla, su nombre está también en las pantallas del avión, en las servilletas y los menús de bebidas que prepara para sus invitados. Sus iniciales también están bordadas en las cómodas y amplias butacas. Una manera de que aunque ella no vaya a bordo ni Kendall ni sus amigas, entre ellas Hailey Bieber, se olviden de quién las ha llevado de Los Ángeles a Las Vegas.
Invitados estrella
Martha Stewart tiene una granja de pavos reales. La empresaria, escritora y presentadora de televisión aparece en el capítulo cuatro de Las Kardashian, y no porque sea amiga de una de ellas: lo que ella quiere es vender uno de sus pavos reales. Todo surge porque Kris quiere regalarle a su hija Khloé una de estas aves para su nueva casa, y allí que se presenta Stewart. Mientras Kris le enseña las fotos de sus hijos colgadas en la pared y su glam room, Martha le enseña una especie de álbum de fotos para presumir de sus pavos. “Solo querías una razón para invitar a Martha a comer. Nada de esto tiene sentido. En mi vida he mencionado pájaros grandes. No me gustan los pájaros. Me gustan los animales pequeños y peludos”, le espeta Khloé a su madre tras visitar la granja de Martha Stewart. Un lugar del que se van con las manos vacías aunque este se queda con un animal menos, pues un pavo real sale volando asustado cuando se le acerca Khloé.
Otro invitado estrella en la segunda temporada del reality es Domenico Dolce, la mitad del dúo Dolce & Gabbana. La firma italiana fue la patrocinadora de la boda de Kourtney Kardashian y Travis Barker en Portofino, un enlace del que se ha visto mucho, pero cuyos detalles se van a dejar para la tercera temporada. Lo que se ve en el capítulo octavo es cómo los novios son recibidos como unas estrellas en el lujoso palacio de Milán en el que tiene la sede la marca. En su encuentro con el diseñador, uno descubre que él se ha ocupado de mucho más que de los diseños de los trajes de los novios: les habla de dónde van a cenar la noche de antes de la boda y del menú que habrá. Vamos, como un wedding planner en toda regla, que les advierte también de que en la localidad italiana no van a poder despistar a los paparazis.
Una boda regada con tequila en Las Vegas
Antes de su boda a la italiana, el pasado mes de abril Kourtney y Travis se casaban por sorpresa en Las Vegas. La noticia de su enlace dio la vuelta al mundo. Pero entonces con pocos detalles, que sí se han desvelado en el capítulo seis. El Elvis oficiante llama Khloé todo el rato a la novia, Kourtney, que acaba por los suelos entre la risa y el tequila de más que lleva en su cuerpo. “Iba como una cuba, estaba por los suelos, vomitando. ¿Quién quiere casarse así?”, le dice Kris a Kim mientras comentan la noticia, aliviadas de que esa boda no fuera legal. Mientras, en otra escena, la pareja comenta divertida el momento durante su sesión de fotos para la campaña de publicidad de una marca de pollo frito vegano. “No sabéis cómo iba Kourt”, comenta Travis. “Ya, el tequila. Es otra cuando bebe tequila”, contesta una persona de su equipo. Ella confirma que, efectivamente, terminó la noche vomitando.
Hay otra particularidad de su relación que ha quedado ahora al descubierto. Tras múltiples alfombras rojas en las que se ha visto que Kourtney y Travis pocas veces se besan en los labios, sino que chocan sus lenguas, en el reality ella explica por qué. En el capítulo nueve, ese dedicado a la presencia de las cinco hermanas en la pasada gala del Museo Metropolitano de Nueva York, ella cuenta que esa es su forma de besarse porque no quiere fastidiarse el pintalabios ni que a su marido le quede carmín en la cara. Aunque, vista la segunda temporada, no les hace falta estar sobre una alfombra roja para eso.
En total, 10 capítulos que dejan otros muchas curiosidades al descubierto. Kylie Jenner tiene más de 1.600 mensajes sin leer en su móvil y, según cuenta casi en el último minuto de la temporada, su hijo se sigue llamando Wolf, lobo en castellano (si al final le cambia el nombre, como anunció en marzo, ya lo contará en la tercera temporada, dice). Uno de los regalos que recibió Kendall en su último cumpleaños fue el que le hizo su amiga y peluquera Jen Atkin: semen de un semental para embarazar a una de sus yeguas. Seguimos: Kim es capaz de intercambiar con Photoshop las caras de dos de sus sobrinas en una foto para que no le arruinen la estética de su Instagram —”No es un gran escándalo. Quería mi Instagram rosa y azul”, se justifica—. Pero es incapaz de recordar el consejo que le dio Demi Moore antes de desfilar para Balenciaga en la última semana de la alta costura de París —”Es algo como: ‘Siempre que hagas algo que te pone nerviosa, piensa en lo que recibes y no en lo que das. O al revés”—. ¡Ah! Y en el asiento de atrás de su coche siempre lleva un bote hermético y toallitas por si le entran ganas de hacer pis.
Como dice Khloé en el último capítulo: “No te puedes inventar algo así. Ojalá fuese algo que puedes escribir y no nuestra realidad”. Aunque como resumen también encaja la frase de Kris Jenner, parafraseando a Ricky Martin: el klan sigue con su plan de “livin’ la vida loca”.
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