Tori Spelling cuenta la historia de su mansión de 5.000 metros y 123 habitaciones donde recibió a Carlos de Inglaterra
La hija de Aaron Spelling ha contado que Candyland, pese a sus 27 cuartos de baño, era un lugar “acogedor”. Ahora está a la venta por 150 millones de euros
Donna y Kelly se han sentado para hablar del pasado. Las actrices Tori Spelling y Jennie Garth, que dieron vida a esas dos jóvenes en la famosa serie de los años noventa Sensación de vivir (en EE UU Beverly Hills, 90210) han recuperado ahora su amistad en un podcast donde los personajes del elenco pasan por el micrófono para hablar, tres décadas después, de ellos mismos y de la serie.
En el último episodio del mismo, Garth (que fue Kelly Taylor durante los casi 300 capítulos de la ficción) charla con Spelling acerca de su vida, de su infancia y de sus padres, puesto que Aaron Spelling fue el productor de aquella famosa serie, pero también de éxitos de la televisión como Vacaciones en el mar, Dinastía, Los ángeles de Charlie, Embrujadas... De ahí que salga a relucir cómo era la vida de Spelling en su niñez y en su adolescencia, y que también aparezca en la charla una cuestión que siempre ha llamado la atención de ella: su impresionante casa.
Aquella inmensa mansión de 5.250 metros construidos (sobre un terreno de más de 19.000) en la que vivió la actriz de hoy 48 años durante su adolescencia fue llamada Candyland en honor a su madre, Candy, puesto que su padre la construyó específicamente para ella; hoy se hace llamar simplemente The Manor. Tal y como ha contado y como recoge People, se mudó allí cuando ya era algo mayor. “El principal error que se comete es pensar que me crie allí. Nos mudamos cuando yo tenía 17, así que pasé allí un par de años”, explica sobre una edificación que es incluso mayor que la Casa Blanca.
“Nunca llegué a ver todas las habitaciones, y viví allí dos años. Había un ala en el que vivía todo el personal de mi madre”, unas 20 personas, relata sobre los 123 cuartos que posee el lugar, que sus padres decidieron construir en 1991. Sin embargo, y aunque parezca inmenso (y de hecho lo sea), para Spelling el lugar era acogedor, era un hogar. “Quiero decir, era cálido. O todo lo cálido que una mansión de 5.000 metros cuadrados puede ser”, reconocía en el podcast. Tal y como contó la propia Spelling hace un año en otra charla, el sitio estaba “decorado de forma muy bonita”. “Mi madre tiene un gusto impecable, pero las habitaciones eran muy grandes y siempre hacía frío. Porque en cuanto a tamaño, honestamente, eran demasiado grandes”.
Además de 14 dormitorios, la construcción cuenta con 27 cuartos de baño, un comedor con una mesa para 22 comensales, una habitación principal de 700 metros cuadrados, bolera, cine, teatro, bodega, floristería refrigerada, sala para la plata, museo para 1.000 muñecas e incluso una habitación específica para envolver regalos. Todo presidido por un vestíbulo con techos de casi 10 metros de alto con inmensas lámparas y una gran escalera con barandilla de hierro forjado.
Ese hogar también se convirtió en un lugar en el que recibir invitados, pero tal y como ha contado la actriz su madre no era demasiado aficionada a dar fiestas y apenas celebró “dos o tres”. Aunque cuando lo hacía, era a lo grande. Una de ellas fue nada menos que en honor a Carlos de Inglaterra. “La primera y una de sus pocas fiestas fue para el príncipe Carlos. Cuando él estuvo de visita en la ciudad, quiso celebrarlo ahí”, recuerda. No se cita la fecha de la visita, pero debió suceder en 1994, cuando el heredero al trono británico pasó cinco días en la ciudad y se alojó en el hotel Bel Air.
Otra de las fiestas que también ocurrieron en la casa fue la boda de la propia Tori, en concreto de su primer matrimonio con Charlie Shahnaian, celebrado en julio de 2004 y que Forbes calificó como una de las más caras de la historia, por su coste de más de 725.000 euros. Se divorciaron dos años después, en octubre de 2005, cuando ella ya había comenzado una relación con su segundo marido, Dean McDermott, con quien se casó en Fiji en mayo de 2006 y junto al que comparte cinco hijos de entre 10 y cinco años. “Me encantaría llevar allí a los niños y decirles: mirad, es la casa del abuelo. Porque les habría encantado conocerle”, reconocía Spelling en la entrevista.
Aaron Spelling llevó a cabo su proyecto de esa casa solo por su esposa. “La construyó porque era el sueño de mi madre, y él quería que fuera feliz, estaba muy enamorado de ella”, afirma hoy Tori. La familia vivió allí durante más de 25 años. Aaron Spelling falleció en 2006 y su viuda, Candy Spelling, decidió deshacerse de ella en 2009. La propia Candy contó en People entonces que pasó “cuatro años, 24 horas al día, siete días a la semana, planeando esta casa”, y que tras la muerte de su esposo quería “algo más pequeño” y para ella, aunque tuviera que deshacerse de algunas de sus cosas: “Es momento para el cambio”.
La casa acabó vendiéndose un par de años después, en 2011, y fue Petra Ecclestone, hija del magnate de la Fórmula 1 Bernie Ecclestone, quien se hizo con ella. La compró por 105 millones de dólares, unos 100 millones de euros. En 2019, la vendió por 120 millones de dólares (unos 108 millones). De hecho, entonces, incluyo Beyoncé y Jay Z se interesaron por ella.
Ahora, la casa ha vuelto a salir a la venta. La tiene en cartera la inmobiliaria Hilton & Hyland, que la ha sacado al mercado por 165 millones de dólares, casi 149 millones de euros, lo que la convertiría en la tercera más cara de la ciudad.
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