Orlando Bloom: budista desde los 16 años, casi vegano y fan de Lego
El actor desvela su vida familiar y cotidiana junto a Katy Perry en la que confiesa sigue un riguroso ritual de cánticos y alimentación a la vez que intenta apartarse de las redes sociales
¿Quién es Orlando Bloom? Millones de personas podrían responder rápidamente, y con más o menos detalle, a esa cuestión. Un actor, británico de nacimiento y de residencia estadounidense, de 44 años, famoso por papeles en películas como El señor de los anillos (donde interpretó al elfo Legolas) o Piratas del Caribe; con un hijo, Ben, junto a la modelo Miranda Kerr y comprometido con la cantante Katy Perry, con quien tiene una hija de siete meses, Daisy Dove. Ese es Bloom, en rasgos generales. Pero hay mucho más de él rascando la superficie.
“Tristemente, no creo que haya nada de mí que la gente no sepa”, se lamenta Orlando Bloom en una entrevista, más bien un rápido cuestionario con dos docenas de preguntas rápidas sobre él, sus aficiones, miedos y recuerdos, que ha respondido para el diario británico The Guardian este pasado fin de semana. Si quedaba algo que saber, Bloom se ha abierto no solo con ese diario, sino también con The Times, que lanzaba un pequeño ensayo en el que Bloom contaba paso a paso cómo es un día normal en su vida.
Un día normal en la vida de Bloom no parece demasiado ajetreado si no tiene rodaje —está a punto de estrenar Retaliation, el 26 de marzo—, y se centra en una alimentación sana, la meditación y sus dos hijos. Cuenta en The Times que suele despertarse antes que Katy Perry y que pasa un tiempo junto a su hija, diciéndole “Papá quiere a su Daisy Dove”. “Así que sabe quién es papá. La primera palabra de mi hija fue ‘Mama’, pero Daisy dijo ‘Dadda”, cuenta orgulloso en The Times. Asegura que tras Ben, de casi 10 años, para él ser padre de nuevo ha sido “increíble”. “Esta vez hay menos y más presencia”, explicaba. “Como Capricornio que soy, adoro la rutina, y afortunadamente mi pareja también”, explica.
Además de tomar proteína y colágeno (”muy del estilo Los Ángeles, la verdad”), empieza sus mañanas meditando, con 20 minutos de cánticos budistas que no perdona. Practica esta religión desde los 16 años y de hecho en el cuestionario de The Guardian cuenta que su posesión más preciada es su Gohonzon, “un pergamino budista” con el que reza “cada día”. Esa práctica budista le ha hecho más consciente del mundo y de su carrera, en la que “antes solo estaba semipresente”, y sin ella se habría “salido de las vías”, reconoce. “He ido cambiando la narrativa en mi cabeza y siento que puedo ser el conductor del vagón”. Cuenta Bloom que cada mañana lee un poco acerca de temas budistas y luego lo escribe en sus Stories de Instagram. “Más allá de eso, no miro más mi móvil. No quiero que me chupe el agujero negro de las redes sociales”, confiesa.
Después llega un paseo largo, escuchar “a Nirvana o a Stone Temple Pilots”, preparar un desayuno más completo con “avena, leche de avellanas, canela, vainilla, avellanas, bayas de goji, proteína en polvo y té negro”, además de prepararle el desayuno a su hijo Ben si está con él, porque tiene la custodia compartida con Kerr. Cuenta que es casi vegano, “al 90%”, y que cuando ve una vaca le parece un animal precioso. “En algún punto miraremos atrás y no nos creeremos que las usáramos para comer carne”, reflexiona. Él solo se concede “un buen trozo de carne roja como una vez al mes”.
Para sus tareas —”conferencias en Zoom, leer guiones”, en general y “pasar mucho tiempo soñando con papeles para mí y para otros, para minorías y mujeres, quiero ser la voz de todos”— se ducha y viste al completo: “Me gusta hacer un esfuerzo, nada de pantalones de chándal”. También hace pesas, y cocina en ocasiones, pero tiene un equipo que se encarga de ello. Además, le gusta dedicar tiempo a las construcciones con Lego, que retomó en el confinamiento, sobre todo a crear coches. “El método natural de crear cosas pequeñas me hace sentir que consigo ciertos logros”, cuenta. Le gusta dormir ocho horas, a él y al dispositivo que usa para controlar el sueño, por eso intenta dormir de 11 a 6.30. “El tiempo es algo precioso, siempre se lo he dado a otras personas, pero ahora tengo espacio para soñar”, explica.
Sobre Perry, Bloom cuenta que está “superorgulloso” de ella por su compromiso con el tándem Biden-Harris. De ella dice que es el amor de su vida, junto a sus hijos y su perro, Mighty. Y también confiesa que no practican sexo con demasiada frecuencia: “Tenemos un bebé, ya sabes”, confiesa a The Guardian. En ese mismo diario cuenta que siempre ha querido ser actor o, si acaso, doble de acción. Formar parte de El señor de los anillos fue su momento más feliz, “lleno de esperanza, sueños y con aventuras por delante”. Y también que lo más cerca que ha estado de la muerte fue cuando hace años, cuando tenía 21, se cayó desde un cuarto piso, se rompió la espalda y durante cuatro días le dijeron que jamás volvería a caminar. “Pero tuve una recuperación milagrosa”, señala. Eso sí, le dejó ciertas secuelas: “Desde entonces tengo ciertos problemas con la próstata y hago pis con mucha frecuencia, a menudo al aire libre”. Para que luego diga que no queda nada por saber de él.
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