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Sandra Barneda, el éxito al final de un infierno

La presentadora y finalista del premio Planeta disfruta de un año de triunfos tras una crisis personal y profesional: “En esa travesía los deseos no cuadraban, venían más hostias que aplausos”

Programa sustituto Salvame
La presentadora de televisión y escritora, Sandra Barneda, en el plató del programa 'La isla de las tentaciones' en Madrid el pasado en enero.Diego Puerta (Gtres)
Juan Cruz

Sandra Barneda se despide de 2020 como el año en que, como aconseja Rudyard Kipling, afrontó los dos impostores que marcan la vida, el éxito y el fracaso. Tuvo la alegría de ser premiada como finalista del Planeta por su novela de amor y lucha, Un océano para llegar a ti, e igual que miles de ciudadanos de todo el mundo también sufrió la enfermedad que deja su huella de estupor en la vida de la humanidad. A esos dos acontecimientos mayores de su propia existencia ha respondido “buscando la calma, tratando de no precipitarme en las emociones y de sostener el desconcierto individual y colectivo”. Barcelonesa que vive en Madrid, vivió sus momentos de dolor o de éxito saliendo al miedo de las calles desiertas, “una imagen que recordaremos siempre… Parecía que estuviéramos en una prisión. Eso cambia las relaciones, nos ha arremolinado por dentro”.

Pero ella, que desde años está al frente de programas de mucha popularidad en Telecinco, ha vivido con éxito el último tramo de esta temporada en el infierno. “Sí, he tenido un buen final de año, pero venía de una travesía del desierto de año y pico. Creo que este premio lo he vivido como un homenaje a la resiliencia. En definitiva, la vida es aprender a sostenerte en los momentos en que la vida no ocurre cómo tú deseas, y ahí es cuando tienes que sostenerte”.

En el túnel, como ella llama a ese periodo de desierto, “se juntó lo personal con lo profesional, y en esa travesía los deseos no cuadraban, venían más hostias que aplausos. Esos momentos son los que te ponen a prueba, no te pruebas con el éxito…”. ¿Cuál fue la quiebra? “Una quiebra personal, de mi esencia, una crisis, desacuerdos en el trabajo… Pasó de todo. Cuando tu vida no marcha según los deseos, cuando todo se junta es cuando aprendes de ti, te sostienes. Por eso este final de año bonito, con un desenlace que para mí es una satisfacción, un orgullo, un privilegio, con éxitos también en televisión… Quizá no hubiera sido así si antes no hubiera habido ese casi año y medio de travesía en el desierto”.

Tiempos duros que ella fue “viviéndolos por dentro, hasta que dejé de cuestionarme interiormente, ganando en seguridad, tuviera o no la autoestima de la audiencia. Aparte del premio o los programas, el éxito para mí ha sido ganar en seguridad interna y no valorarme según la cifra, eso lo tiene que hacer la empresa y no yo personalmente”. Debe ser un mundo muy duro depender de que te vean más o menos. “Bueno, hay que lograr objetivos, beneficios a pesar de la pandemia… Y eso depende de una cifra que tú mismo no controlas ni evalúas, las evalúa un empresario, un economista”. La clave de su éxito en televisión, en todo caso, ha sido “seguir adelante te digan lo que te digan, mantenerme en esencia, con mis convicciones, crecer, acercarme más a la persona que al personaje. Y lo logro así, alimentando más a la persona, yendo a la esencia. Decía Janis Joplin: ´Yo me subo a un escenario y hago el amor con 25.000 personas. Luego me voy a casa y duermo sola’. De eso se trata, de que no te lleves al personaje a casa, a tu vida, a la calle”. ¿Y cómo está ahora el personaje? “Feliz porque está controlado por la persona y la persona está muy tranquila. ¡Disfrutando!” ¿Y qué es lo más le afecta de lo que ocurre? “La mala intención… Sufrimos mala intención de otros. No podemos aislarnos del dolor provocado inconscientemente, pero la mala intención me duele mucho”.

— ¿Cosas que le dolieron del pasado ya no duelen?

— Exacto. Había parte del dolor que era mío. Es importante sanar.

— El silencio es muy importante en su libro, lejos del ruido urbano, en Candeleda, adonde se va su personaje a despedir a su madre muerta y a sentirse con ella misma. ¿En qué consiste el silencio para usted?

— En escucharte y en escuchar. El silencio se escucha en reposo.

— Lo cierto es que usted vive en un mundo rodeado de ruido…

— Pues sí, soy muy contradictoria. Necesito sacar esa parte social que tengo, ese ruido, esa frivolidad. Y necesito entrar en mí. Ese ying y yang maravilloso me ha equilibrado mucho: la parte televisiva, más de fiesta, porque necesito sacar una energía hacia afuera. Y la parte más interna, casi artesanal, palabra tras palabra, y luego ir picando y decorando. Me equilibra mucho, no soy una ermitaña, necesito gente en mi vida.

En las novelas (en Océano para llegar a ti, por ejemplo) se juntan esas dos sandras, aunque aquí domine la ermitaña que vive, con estupor y alegría, el fin de un año contradictorio en el que también ha sido feliz.

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