Lucas Vidal, el compositor español que pone música en Hollywood
Con 36 años ha ganado un Emmy y dos Goya y ha sido el compositor más joven en la meca del cine al hacer la banda sonora de ‘Fast & Furious’
Al comienzo de su carrera Lucas Vidal (Madrid, 1984) recibía constantemente el calificativo de niño prodigio, un término que no le agrada demasiado: “Suena como raro, por eso no me gusta”. Pero qué otra expresión utilizar para una persona que con tres años empezó a tocar el piano, con siete aprendió flauta travesera y a los 10 bajaba el volumen de las películas para imaginar su propia música. Ahora es el compositor de la banda sonora de nuestras vidas, tanto si el lector es más afín al cine español como al hollywoodense. Salir del ropero o El árbol de la sangre se entremezclan en su filmografía con películas extranjeras como El caso Heineken y la sexta entrega de la saga Fast & Furious, largometraje que le convirtió en el creador de bandas sonoras más joven de la meca del cine.
Por aquel entonces tenía 28 años. A sus 36 cuenta con un premio Emmy —por el tema musical de la cadena de televisión ESPN para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro— y dos Goya, los cuales recibió con apenas cinco minutos de diferencia en la edición de 2016. Recogió el primero a mejor canción original, junto al cantante Pablo Alborán, por Palmeras en la nieve y el segundo por la música de Nadie quiere la noche. Fueron años maravillosos, en los que tenía un pie en Los Ángeles y otro en Madrid y que le permitieron colaborar con gente de la que ha “podido aprender un montón”. Una implicación en su faceta profesional que le impidió prestar más atención a lo personal. “Las consecuencias fueron el estar lejos de la familia, los amigos, estar muy centrado —demasiado quizá— en la música que, claro, es mi pasión, es lo que me gusta y lo tenía muy claro”, explica por teléfono.
Hace un año y medio que regresó a España. Se estableció en su país de origen después de vivir durante más de 15 años en Estados Unidos. Pocas cosas echa de menos de su vida americana, pero no pierde el contacto gracias a la tecnología. “Era un movimiento interesante el volver a mis raíces, a un país estupendo como es este, con una cultura estupenda como la que tenemos”, comenta como firme defensor del cine español, aunque más precavido cuando entra en juego la política durante la entrevista. También es muy cauto si se le pregunta por su familia, con respuestas más generales que le facilitan conducir la conversación por otros derroteros.
“Papá”, se escucha alegremente a lo lejos por el teléfono, mientras Vidal pide disculpas por la dulce interrupción: “Perdona, que acabo de llegar a casa”. Tiene una hija de unos tres años, pero poco más se sabe de ese ámbito tan privado que quiere dejar al margen de su proyección mediática. Algo más conocida es su amistad desde que era niño con la familia de Paco de Lucía. De hecho, su mejor amigo es Curro Sánchez Varela, hijo del desaparecido artista. También guarda recuerdos de su infancia con Malú, cantante con la que le encantaría colaborar en un futuro. Sí que ha trabajado con intérpretes como Amaia Montero, Antonio Orozco y el mismísimo Raphael para el álbum RESinphónico, de 2018.
Esa mezcla de música orquestal y electrónica que logró Vidal con temas como Mi gran noche y Cuando tú no estás ya la llevaba moldeando dos años con su propio proyecto. En el culmen de su carrera decidió arriesgarse, rechazar varias propuestas y centrarse en componer libremente su propio disco, Karma, publicado hace un mes. “Un día me levanté, tenía varias películas apalabradas y de repente quise dejar aparcado el cine un rato y dedicarme a hacer algo muy personal”, recuerda de aquellos perturbadores días: “Estuve cuatro meses con pesadillas, levantándome, pensando que qué hacía con mi vida”. Su objetivo era salir de su zona de confort, algo que admiraba del fallecido Ennio Morricone, uno de sus mayores referentes como compositor de bandas sonoras: “Él siempre ha sido muy inconformista y ha roto moldes. De alguna manera me basé en ese concepto para explorar una sonoridad propia”.
Con la intención de presentar el álbum a principios de año, la crisis de la covid-19 ha obligado a retrasar Karma. Pero durante el confinamiento Vidal no ha parado de trabajar. “Tengo mi estudio y la música me ha ayudado a abstraerme un poco de esta realidad tan loca”, cuenta con un tono más serio y añade que ha perdido a una persona cercana por el coronavirus: “Lo hemos vivido muy de cerca, desgraciadamente”. Durante aquella época de cuarentena el compositor ayudó a repartir comidas a familias desfavorecidas de la capital con el sostén de la cadena de restaurantes 80 grados, del que es copropietario su hermano, José Manuel Vidal. “Fue muy bonito y muy apasionante. Sobre todo ver que puedes ayudar directamente y que no hay que irse a otros países, sino que en tu misma ciudad hay gente que lo está pasando realmente muy mal”, expone el compositor.
Ahora está centrado en la promoción de su disco, cerrando varios conciertos de cara al verano que viene y con más proyectos en películas y series. Se acaba de estrenar Alguien tiene que morir, creada por Manolo Caro, y próximamente llegarán Dime quién soy, Paraíso y el largometraje Xtremo. “Luego… ¿Qué más tengo?”, dice dubitativo hasta que recuerda que continúa como compositor de Élite y acaba de empezar a trabajar en Mediterráneo, una película con actores como Dani Rovira y Anna Castillo.
Son muchos los que quieren colaborar con este portento. Se podría decir que lo de la música le viene de cuna: su abuelo paterno, José Manuel Vidal Zapater, fundó la discográfica Hispavox en 1953 y su familia materna alberga grandes figuras del ballet. Pero Lucas Vidal opina que el artista no nace, se hace: “Todo va acompañado en primer lugar de ilusión, de pasión y luego de esfuerzo y de querer. Y de mucho aprendizaje y de muchas horas, muchas muchas muchas horas”, recalca.
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