El hijo de Liz Hurley y su hermanastra, dos nietos rechazados por su abuelo que recibirán una herencia millonaria
Hijos del productor de cine Steve Bing, el suicidio de su padre este lunes reaviva la enrevesada y dramática batalla por la herencia de su familia
No hay un solo ingrediente en esta historia que no invite a imaginar que algún guionista se ha pasado de frenada y ha añadido varios componentes de más para conseguir un argumento situado entre la tragedia y el culebrón. Existe un padre y un hijo: Peter Bing y Steve Bing respectivamente. El primero es médico, pero hijo y heredero de una fortuna que recibió de su padre, Leo Bing, un visionario y exitoso promotor inmobiliario neoyorquino. Entre sus bienes se encuentra el que es el mayor casino de Las Vegas. El segundo personaje era, hasta este lunes, un productor de cine de cierto éxito que contaba entre sus películas con títulos como Kanguro Jack, Polar Express, La trampa, Desaparecido en combate 2 o Beowulf, y que antes de dedicarse a la industria cinematográfica ya era millonario porque su abuelo le había dejado más de 600 millones de dólares (más de 532 millones de euros) como herencia cuando acababa de cumplir 18 años.
Al trío se suman otros cuatro personajes, la actriz Liz Hurley, la tenista Lisa Border y sus respectivos hijos, Damian Hurley, de 18 años, y Kira Kerkorian Bing, de 20. Los dos jóvenes son hijos a efectos legales de Steve Bing, herederos a efectos legales de su fortuna y también de la de su abuelo, pero todo después de una batalla legal, larga, dramática y enrevesada en la que se han entrecruzado amantes y maridos de sus respectivas madres, intrigas familiares y un abuelo que dudaba de serlo y se negaba a entregar parte de su herencia a unos nietos que no llevan su apellido, que no creen que lo sean y que si lo son afirmaba que no tenían derechos porque habían nacido fuera del matrimonio.
A la ya intrincada historia, en la que existen otros nombres que aparecerán más tarde, se ha sumado la muerte del productos Steve Bing, que se suicidio este lunes tirándose desde la planta 27 del lujoso edificio de apartamentos en el que vivía en barrio Century City de Los Ángeles. La noticia, que fue confirmada por el medio estadounidense TMZ, hablaba claramente de un acto premeditado que los allegados del cineasta atribuían a la profunda depresión en la que se había sumido a consecuencia de la pandemia. Tenía 55 años y quienes le han recordado en sus redes sociales, entre ellos su expareja Liz Hurley, o el expresidente Bill Clinton, han recordado su “enorme corazón”, “su entusiasmo” o su “amabilidad y dulzura”.
La madre de Kira, su hija mayor, estuvo casada en 1999 durante solo 28 días con Kirk Kerkorian, 48 años mayor que ella, magnate de los medios de comunicación, que compró la Metro Goldwyn Mayer en 1969 e impulsó Las Vegas como meca de los casinos y propietario del hotel casino MGM Grand. Cuando se quedó embarazada insistió en que Kerkorian era el padre de su hija y después de su divorcio la estuvo pagando 100.000 dólares mensuales en concepto de manutención infantil más un fideicomiso de siete millones para la niña.
Kerkorian siempre sospechó que Kira no era hija suya y que era fruto de una aventura de su breve esposa con el productor Steve Bing. Una prueba de ADN, con detective de por medio incluido, demostró que Bing era realmente su padre y a la muerte de Kerkorian a los 98 años en 2015, con una fortuna de más de 4.200 millones de dólares, la joven recibió solo 8,5 millones como herencia después de impugnaciones en los tribunales.
Damian es fruto de una relación amorosa de Liz Hurley con Steve Bing que duró 18 meses y que acabó con un embarazo que supuso el inicio de un proceso en el que se cuestionó la paternidad del niño hasta que una resolución judicial determinó que, en efecto Bing era el padre de Damian tras realizar una prueba de ADN. Por tanto el joven que ha cumplido 18 años en abril y tiene un extraordinario parecido con su madre, y su hermanastra, Kira Kerkorian Bing son los herederos legales de la fortuna de su padre, que se estima en unos 500 millones de dólares, tras su muerte.
Pero las resoluciones judiciales de paternidad nunca fueron válidas para el padre del productor, Peter Bing. Y a pesar de que Steve quería que sus hijos recibieran la parte que les correspondía del testamento de su abuelo, él se negaba a reconocerles como nietos y que con ellos no había confianza familiar porque los dos habían nacido fuera del matrimonio. Liz Hurley volvió a los tribunales para pelear por los derechos de su hijo, pero esta vez frente a su abuelo. Y los tribunales dieron la razón a Damian y Kira. El juez de Los Ángeles, Daniel Juárez, rechazó el argumento de Peter Bing de que el término nieto era ambiguo y necesitaba ser aclarado. Todo a cuenta del elevado fideicomiso familar que está en juego y que provocó que el mismo Steve se enfrentara a su padre y le acusara de orquestar una campaña en connivencia con su hermana, Mary –presidenta de Corporación Cordelia– para privar a Kira y Demian de sus derechos en favor de sus propios hijos, Lucy y Anton.
El valor del fideicomiso se desconoce pero no es difícil pensar que será más que elevado si se tiene en cuenta que el doctor Bing donó, por ejemplo, 50 millones de dólares a la Universidad de Stanford en 2006. La sentencia judicial ha dejado claro taxativamente que Damian y Kira son tan legítimos como los otros dos nietos y que tienen derecho al fideicomiso familiar. Kira es deportista como su madre y vive una vida discreta. Damian es modelo como su madre y quiere probar suerte como actor. La muerte de Steve King les ha dejado aún más huérfanos, pero también más ricos. Su abuelo aún vive pero la ley ya le ha dejado claro que ambos nietos tienen derecho a la herencia que le hubiera correspondido a su padre. El enrevesado argumento de esta historia real, que no es un producto de un guionista calenturiento, deja en el aire la pregunta si una herencia millonaria puede sustituir a un padre que solo estuvo a medias en las vidas de sus dos hijos, y un abuelo que en ningún momento se ha sentido como tal.
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