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Damien Hirst, millones, soledad y, por fin, calma

El polémico artista británico, el más rico del Reino Unido cumple 55 años trabajando de nuevo en la pintura y recaudando dinero para la sanidad pública

Damien Hirst, junto a su cuadro "I Am Become Death, Shatterer of Worlds (2006)" en la Tate de Londres, en abril de 2012.
Damien Hirst, junto a su cuadro "I Am Become Death, Shatterer of Worlds (2006)" en la Tate de Londres, en abril de 2012.Toby Melville (REUTERS)

El británico Damien Hirst ha pasado el obligado confinamiento a causa del coronavirus trabajando solo en su estudio de Londres. Toda una novedad para quien en su día admitió que pagaba a otros para que ejecutaran sus obras. Lo que permanece inmutable es el poderío financiero de uno de los artistas más cotizados de todos los tiempos, cuya fortuna de 391 millones de euros ha vuelto a confirmarle este año como el más rico del Reino Unido, según la famosa lista publicada por el Sunday Times.

Esa bonanza le hizo sentirse un privilegiado durante los días de encierro —según admitía en una entrevista con The Guardian—, en los que un chófer le llevaba por la mañana al estudio para luego devolverle a su casa y al gozo del jardín y de sus tres perros. Al margen del tiempo dedicado a la pintura, Hirst se ha volcado este último mes en recaudar fondos para organizaciones benéficas ligadas a la sanidad pública, a cuyos trabajadores considera “las mejores personas del mundo”. Y, en esta ocasión para una buena causa, el artista que en el pasado encajó más de una acusación de plagio ha copiado una idea popularizada por los niños británicos en miles de ventanas, donde luce el dibujo de un arcoíris como símbolo de apoyo al Servicio Nacional de Salud ( NHS).

Damien Hirst vende por internet dos creaciones realizadas digitalmente con fotografías de alas de mariposa dispuestas en franjas con los colores del arcoíris, a fin de recaudar fondos para organizaciones benéficas y el sector sanitario del Reino Unido.
Damien Hirst vende por internet dos creaciones realizadas digitalmente con fotografías de alas de mariposa dispuestas en franjas con los colores del arcoíris, a fin de recaudar fondos para organizaciones benéficas y el sector sanitario del Reino Unido.Damien Hirst (EFE)

Adquirir una obra original de Damien Hirst a precio razonable (373 euros la lámina pequeña y 1.244 euros la grande) ha sido el gancho para la comercialización vía Internet de una edición limitada de sus dos propuestas, un arcoíris formado por mariposas y un corazón multicolor. Todavía no se ha difundido el montante de los beneficios de la iniciativa, aunque se presumen importantes porque la tentación era grande: hacerse con una pieza firmada por quien está considerado el artista mejor pagado del mundo, capaz de recaudar en tan solo dos jornadas de puja en la sala Sotheby´s (septiembre de 2008) 124 millones de libras. Aquella venta de un plumazo de una exposición completa (titulada Beautiful inside my head forever e integrada por 223 lotes) confirmó al extravagante, controvertido y para algunos sobrevalorado Hirst cuanto menos como un genio del marketing.

Exponente más exitoso del movimiento de los Young British Artists (YBAs), que dominó la escena del arte en el Reino Unido en los años noventa, ganador del prestigioso premio Turner y abrazado a la fama y el dinero desde que su famosa serie de animales sumergidos en formol arrasara en el mercado, la figura de este hijo de Bristol (1965) encandila e irrita a partes iguales. De Hirst se ha dicho que él crea su propio mercado y lo controla mejor que cualquier marchante. No ha tenido empacho en admitir por ejemplo que fueron sus asistentes quienes realizaron la nutrida producción de obras de puntos de colores que comercializó con su firma.

En los últimos tiempos, sin embargo, ha recuperado el placer de la pintura plasmándolo en una colección dedicada a la flor de cerezo que presentará en la primavera del próximo año en la Fundación Cartier de París. Incluso antes del confinamiento ya solo trabajaba con dos asistentes que tenían la tarea de mezclarle las pinturas. Damien Hirst, que cumple 55 años el domingo, aparece más templado y ya no recuerda tanto a aquel otrora enfant terrible del arte británico. En los días de encierro para millones de británicos ha disfrutado interactuando con el público en la plataforma Instagram e incluso ha ofrecido camisetas con su sello a aquellos usuarios que cuelguen el mejor comentario.

En el plano más personal siempre ha adoptado un perfil discreto del que solo se desvió cuando anunció a sus amigos, en pleno transcurso de una fiesta que él mismo organizó en 2012, que su compañera de los últimos 20 años y madre de sus tres hijos, la diseñadora californiana Maia Norman, le había abandonado por un teniente coronel retirado del ejército británico. El artista sigue sin comentar las especulaciones que circulan desde finales del año pasado sobre una segunda boda con su actual compañera, la bailarina Sophie Cannell, 28 años menor que él. La prensa británica da por hecho que viven juntos, en compañía de esos tres queridos perros que son los únicos integrantes del hogar a los que Hirst cita en las entrevistas.

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