_
_
_
_
_

El niño designado ‘número dos’ del budismo tibetano y desaparecido hace 25 años ya es un universitario

Gedhun Choekyi Nyima fue raptado por China tras ser nombrado panchen lama con tan solo seis años y, desde entonces, permanece en paradero desconocido

Una ceremonia en honor al XI panchen lama, el niño tibetano de seis años Gedhun Choekyi Nyima, en Mcleodganj, cerca de Dharamsala, India, en 2017.
Una ceremonia en honor al XI panchen lama, el niño tibetano de seis años Gedhun Choekyi Nyima, en Mcleodganj, cerca de Dharamsala, India, en 2017.Hindustan Times (Hindustan Times via Getty Images)

Gedhun Choekyi Nyima, 25 años después de convertirse en el preso político más joven del mundo, es un graduado universitario con trabajo estable. Así, al menos, lo anunció ayer un portavoz del ministerio de Exteriores chino, Zhao Lijian. Nyima, que ya ha cumplido los 31, “cursó sus estudios de manera gratuita cuando era un niño, superó el examen de acceso a la universidad y ahora tiene un empleo”. Ni él ni sus familiares desean ser molestados en sus “vidas normales”, añadió el representante político sin dar más detalles.

La vida de Nyima es un misterio desde que en 1995, cuando solo contaba con seis años de edad, fuera escogido por el Dalai Lama como la reencarnación del X panchen lama, la segunda autoridad religiosa en Tíbet. El recién nombrado XI panchen lama despareció el 20 de mayo de ese mismo año, ya que tras el anuncio oficial fue apresado por el ejército chino junto a toda su familia.

El gobierno chino reconoció entonces a otro niño, llamado Gyancain Norbu, recurriendo a un método de selección empleado durante la dinastía Qing, que consistía en escribir los nombres de los candidatos en granos de cebada a introducirlos en una urna de oro, de la que se extraía solo uno. El proceso tibetano, en cambio, pasa por presentar posesiones del difunto lama a su hipotético sucesor para que las reconozca. Este panchen lama alternativo, hijo de dos miembros del Partido, apenas cuenta con reconocimiento internacional y pasa la mayor parte de su tiempo en Pekín sin participar de actos públicos.

Por medio de esta maniobra, el Partido aspiraba a ahondar su dominio en la región, dado que una de las funciones más importantes desempeñadas por el panchen lama es la de dirigir la búsqueda de la reencarnación del Dalai Lama tras su fallecimiento. De este modo, el gobierno chino se garantizaba la posibilidad de controlar la elección del próximo líder tibetano, asegurándose su fidelidad al Partido sin romper con la tradición budista. El dalai lama actual, de 84 años, vive como refugiado en India, adonde escapó tras la rebelión tibetana de 1959 que enfrentó al Ejército Popular de Liberación con las guerrillas locales que defendía su soberanía tras la incorporación del territorio al estado chino en 1950. El dalai lama, que en 1989 ganó el premio Nobel de la Paz por su acción política, ha negado siempre ambicionar un mayor grado de autonomía para la región.

El autoproclamado gobierno en el exilio de Tíbet, también afincado en India, ha aprovechado la efeméride para volver a preguntar por el paradero del joven. “La abducción del panchen lama por parte de China y el rechazo forzoso de su identidad religiosa y derecho a la práctica en su monasterio no solo es una violación de la libertad de culto, también de los derechos humanos”, ha afirmado en un comunicado el parlamento tibetano, conocido como Kashag.

También ha participado de las reclamaciones el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, quien por medio de una nota de prensa ha llamado a China a “hacer público de manera inmediata el paradero del panchen lama y respetar su propia Constitución y los compromisos internacionales para promover la libertad de culto para todas las personas”.

El gobierno chino se ha negado en repetidas ocasiones a dar cualquier tipo de detalles acerca del paradero o la vida de Nyima. En 1996, un año después de su detención, desoyó una petición oficial del Comité de Derechos del Niño de las Naciones Unidas, argumentando que el niño estaba bajo riesgo de ser “secuestrado por separatistas” y que “su seguridad se había visto amenazada”.

La última vez que se tuvieron noticias suyas fue en 2007, en respuesta a una investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que solicitaba la visita de un experto independiente que pudiera confirmar el bienestar del joven. El gobierno se limitó a señalar que el panchen lama “es un niño tibetano perfectamente ordinario, que goza de una excelente salud y lleva una vida normal y feliz”. La información, que ni siquiera daba respuesta a la petición de la ONU, le retrataba como un chico “simpático por naturaleza, un buen estudiante con excelente resultados y aficionado a la cultura tradicional china”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_