Pepas: las galletas argentinas con membrillo

Venidas de la tierra del dulce de leche y el mate, estas galletas son ampliamente populares y muy fáciles de preparar. Si no te gusta el membrillo, puedes sustituirlo por otros dulces o mermeladas

También puedes hacerlas con mermeladaJulia Laich

Las pepas, a veces llamadas pepitas, son unas galletas típicas de la repostería argentina que se suelen consumir en la merienda, generalmente acompañando el mate. Se encuentran en panaderías, confiterías y cafés junto a otras masitas –es como conocemos a las galletas, particularmente a las pastas de té– y es habitual comprarlas al peso; aunque también existen versiones industriales. No sería de extrañar que las pepas sean una herencia europea de los petit fours adaptada a la disponibilidad de ingredientes de la Argentina, pero no lo sabemos a ciencia cierta.

Estas “masitas” son muy sencillas de preparar puesto que no implican ninguna técnica de pastelería avanzada, aunque, como todas las galletas, requieren más de un procedimiento y por ende algo de paciencia. Su masa es suave, mantequillosa y aromática gracias a la vainilla y la ralladura de limón. Según el gusto de quien las prepare, pueden ser más o menos doradas y por tanto más o menos tiernas; algo que cambia simplemente variando el tiempo de horneado.

El relleno típico es el dulce de membrillo, que ablandaremos previamente para convertirlo en una especie de pasta. Puedes obviar este paso y utilizarlo directamente cortado en cubitos, pero corres el riesgo de que no se funda en el horno y te quede un cubo en el centro de la galleta cual escultura posmoderna. Si no te gusta el dulce de membrillo también puedes preparar las pepas con dulce de manzana, alguna mermelada no demasiado líquida o incluso con una crema pastelera o un lemon curd consistente.

Tiempo: 60 minutos

Dificultad: Como todas las galletas, requieren algo de paciencia

Ingredientes

Para 20 galletas

  • 80 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 80 g de azúcar blanco
  • Ralladura de medio limón
  • ½ vainilla o unas gotitas de esencia de vainilla
  • 1 huevo mediano
  • 200 g de harina de trigo
  • ½ cucharadita de impulsor químico
  • Una pizca de sal
  • 75 g de dulce de membrillo

Instrucciones

1.

En un bol batir la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar, la ralladura de limón y las semillas de la vainilla -el interior raspado con un cuchillo- hasta obtener una crema. 

2.

Añadir el huevo e incorporar bien.

3.

En otro bol mezclar la harina con el impulsor químico y la sal. Agregar a la mezcla anterior e incorporar sin amasar en exceso. Si estuviese demasiado pegajosa, añadir más harina. Debe quedar una masa tierna, suave y lisa pero que no se pegue a los dedos. Envolver la masa con papel film y dejar reposar en la nevera durante 30 minutos.

4.

En un bol aplastar el dulce de membrillo con un tenedor hasta que tenga una textura cremosa y más blanda.

5.

Retirar la masa de la nevera. Formar bolitas de 15 gramos –más o menos dos tercios de una pelota de ping pong– y colocarlas en una bandeja para horno engrasada con mantequilla, separadas cinco centímetros entre sí. Aplastarlas ligeramente con la mano hasta que tengan un centímetro de grosor aproximadamente y hacerles una hendidura en el centro con el dedo.

6.

Rellenar cada hendidura con el dulce de membrillo, con dos cucharitas o con una manga pastelera.

7.

Hornear a 180 ºC durante 10-15 minutos, dependiendo de lo dorada que se quiera la superficie (sí o sí deben tener la base dorada). Retirar y dejar enfriar sobre una rejilla antes de consumir.

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