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Los múltiples timos de la alimentación para deportistas

No hay suplementos, pastillas de colágeno, batidos de polvos ni ventanas metabólicas que valgan: una buena alimentación es suficiente para optimizar el rendimiento de cualquier deportista.

Comida sí, polvitos no
Comida sí, polvitos noPIXABAY.COM
Juan Revenga

La publicidad de suplementos deportivos, las revistas especializadas y el clásico entorno de los gimnasios nos ha hecho creer que el deportista, ya sea amateur o profesional, ha de comer diferente que el resto de la humanidad. A pesar de lo extendido de esta idea lo cierto es que, en esencia, se trata de un grandísimo error. Sin ir más lejos el American College of Sports Medicine defiende junto con las asociaciones americana y canadiense de dietética en un documento de posicionamiento que “la alimentación de los deportistas no debe ser sustancialmente diferente de aquella recomendada para la población general”.

Pero la realidad es la que es, y sabemos lo tentador que puede llegar a ser en un momento dado el conocido como efecto Popeye. Efecto que propone hacer caso a mensajes con ninguna o muy poca evidencia, en los que se nos propone comer de una forma especial –con la adición de alimentos concretos (en el caso de Popeye eran las archiconocidas espinacas) o con la inclusión de suplementos maravillosos–, para obtener un rendimiento casi milagroso: más fuerza, más volumen, más velocidad, más resistencia, mejor recuperación, menos lesiones, etcétera.

En este artículo no se pretende dar consejo personalizado a todos aquellos deportistas de diversas disciplinas deportivas que buscan en la alimentación, nutrición o suplementación una especie de piedra filosofal que les ayude a superar sus retos personales. Al contrario: solo se intenta poner un poco de cordura en un terreno especialmente abonado para la superchería científica en base a alegaciones milagrosas, promesas complacientes y pócimas secretas. Y en especial a aquellas en las que se alude a "la ciencia" (sic) para darles credibilidad.

Si has decidido hacer ejercicio, estás de enhorabuena

Mantenerse activo mejora tu pronóstico de salud. La OMS sostiene que las personas inactivas tienen entre un 20 y un 30% más de probabilidades de morir de forma prematura frente a aquellos que hacen al menos 150 minutos a la semana de actividad física moderada. En la misma línea, un interesante estudio publicado en la prestigiosa revista The Lancet estima que la inactividad física es causa, en todo el mundo, del 6% de las enfermedades coronarias, el 7% de las diabetes de tipo 2, el 10% de los cánceres de mama y otro 10% de los cánceres de colon.

Mantenerse físicamente inactivo estaría detrás de 5,3 millones de muertes en el panorama mundial, lo que representa casi el 10% de las defunciones del año 2008, por poner un ejemplo. Con estos resultados, el artículo sostiene que moverse serviría no solo para disminuir la incidencia de diversas enfermedades no contagiables como las ya señaladas, sino también para incrementar de forma global la esperanza de vida en 0,68 años. Así que, de entrada, si abandonas la categoría de sedentario y optas por mantener un patrón de vida más activo, ya mereces un aplauso.

Es posible que en estas circunstancias también te hayas preguntado por el papel de la alimentación en tu salud, rendimiento o a la hora de cumplir metas deportivas. Y haces bien. Por el lado de la salud, es probable que esa enhorabuena por hacer ejercicio sea doble: está bien contrastado que quien hace ejercicio, por lo general, suele comer mejor que la población inactiva. Una afortunada pescadilla que se muerde la cola retroalimentando buenos hábitos.

Aquí tienes proteína sin batidos ni polvos ni nada
Aquí tienes proteína sin batidos ni polvos ni nadaWIKIMEDIA

Vayamos con el rendimiento, en el que también está bien asumido que la dieta desempeña un papel crucial. Importante, pero no único: ese rendimiento se va a ver afectado por múltiples elementos –personales (genéticos), relativos al entrenamiento, socioeconómicos y ambientales– tan importantes, o más, que la alimentación aislada. Apesar de eso, el entorno deportivo supone un excepcional caladero para mensajes que, sin mayor soporte científico pero sí con una importante inversión en márketing, van a pretender vendernos la moto sin manillar (en este caso, ¿las mancuernas sin pesas?) y hacernos creer mil y una maravillas sobre los beneficios de comer de una forma más o menos extravagante, o incluir este o aquel suplemento.

Desenmascarando la palabrería deportivo-nutricional

El dietista-nutricionista Julio Basulto, uno de los profesionales de este terreno más reconocidos en España –y autor junto a Juanjo Cáceres del recomendable libro Comer y correr– lo tiene bien claro: “Lo primero que llama la atención en el bonito mundo de la alimentación y de los complementos dietéticos ligados al mundo deportivo es que se trata de una cuestión atrozmente compleja. Todo tiene que estar embebido de algo bioquímico, inmunológico, insulínico, gluconeogénico, fitoquímico, polifenólico, neurológico, proteínico, aminoacídico, enzimático, hidrolítico, metabólico, catabólico, anabólico… e hiperbólico”. Es decir, en este terreno es habitual el uso una serie de términos que, bien empleados, son habituales en el mundo académico de las ciencias de la salud; pero que se convierten en moneda de uso corriente en la jerga cientifista de monitores de gimnasio y otros arribistas de la venta suplementadora.

Resulta imposible abordar en un artículo de estas características todos y cada uno de los conceptos buenrollistas que rodean el mundo de la nutrición deportiva; pero desgranaremos algunos de los más recurrentes.

La triple hélice del colágeno
La triple hélice del colágenoWWW.WIKIPEDIA.COM

Usa el sentido común

Es imprescindible acabar el artículo tal y como se empezó, haciendo un llamamiento a la racionalidad. Y es algo que se hace por el bien general, para que nadie se gaste una pasta indecente en tonterías varias, para que no le engañen y recordar por tanto que la alimentación de los deportistas no debe ser sustancialmente diferente de aquella recomendada para la población general. Ten en cuenta que la práctica de ciertos rituales vinculados con mayor o menor evidencia al rendimiento deportivo (eso es lo de menos) pueden fidelizarte a una determinada rutina de entrenamientos, pero eso no se traduce en un resultado real. Resumiendo: vestir un mono de fórmula 1 con su casco te puede animar a sentirte más virtuoso dentro de un monoplaza, pero no te hará conducir mejor. Eso tenlo por seguro. Pues con esto lo mismo.

Por último, y en el terreno estrictamente de los suplementos y las ayudas ergogénicas conviene recordar las dos reglas básicas del profesor Ronald Maughan, miembro condecorado del American College of Sports Medicine entre otros muchos méritos, un reconocido profesional en este ámbito que ha consagrado gran parte de su vida al tema del rendimiento deportivo, el uso de suplementos y la lucha contra el dopaje:

1ª Regla: Si el suplemento funciona, probablemente esté prohibido

2ª Regla: Si el suplemento no está prohibido, probablemente no funcione.

Sobre la firma

Juan Revenga
Es dietista-nutricionista, biólogo, consultor, y divulgador. Es profesor en la Universidad San Jorge, en la Universidad Francisco de Vitoria y un montón de cosas sesudas más. Definido como un Don Quijote con cuchara, es muy activo en redes sociales en donde, a partes iguales, reparte estopa y defiende la salud a través de la cocina.

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