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Dos bandos por el futuro de la energía nuclear de la UE

Mientras la energía atómica pide ser tenida en cuenta para ayudar a la descarbonización, España prevé cerrar para 2035 la última de sus siete centrales

El manejo de los residuos nucleares es uno de los principales argumentos en contra de esta fuente de energía.
El manejo de los residuos nucleares es uno de los principales argumentos en contra de esta fuente de energía.FRANK HERFORT (GETTY IMAGES)

Detrás de la potencial apuesta de los Países Bajos por construir nuevos reactores está el hecho irrefutable de que la energía nuclear no emite CO2, destaca Jessi­ca Johnson, directora de comunicación del European Atomic Forum (Foratom), desde Bruselas. “Los Países Bajos son muy densos, no hay mucho sitio, y las renovables necesitan espacio. Y se han dado cuenta de que la biomasa no es sostenible”, añade. “La nuclear es una energía estable, 24 horas 7 días a la semana, que puede ser aliada de las renovables, dependientes de las condiciones meteorológicas”, insiste la directora de legal y relaciones institucionales de Foratom, Berta Picamal. Johnson sugiere que la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de sostenibilidad podrían estar haciendo mejorar la opinión hacia la nuclear, cuyos riesgos son igualmente irrefutables (basta recordar el desastre de Fukushima en 2011) y se enfrenta a la cuestión, siempre controvertida, de qué hacer con sus peligrosos residuos radiactivos.

“Las instalaciones son seguras y la gestión de los residuos ha probado ser eficaz en Europa”, enfatiza Picamal. El 26% de la electricidad y la mitad de la electricidad con bajas emisiones de carbono de la UE se generan mediante energía nuclear; 14 de los 27 Estados miembros tienen alguna central en operación, con un total de 126 reactores (estos últimos datos son de 2018). Este es el presente. ¿Y el futuro? “No hay una postura unánime”, revela. Alemania o España han anunciado que abandonarán esta energía. Suecia es “un sube y baja”, en palabras de la experta. Los países del Este están a favor. “Es crucial para reducir su dependencia del gas natural de Rusia”, apostilla. Francia, donde la nuclear representa el 77% del consumo de electricidad, se muestra “tímida”, prosigue.

Juego político

La industria europea se encuentra a la espera de lo que decida la UE sobre la energía nuclear en sus reglas de taxonomía, las que determinan qué inversiones son verdes y cuáles no. En 2020, su Joint Research Centre (JRC) evaluó si cumplía con los criterios de “no causar daño significativo” en todo su ciclo de vida, en particular en el almacenamiento de los residuos. Concluyó que, “bajo los criterios de taxonomía, la energía nuclear no causa más daño a la salud humana o al medio ambiente que cualquier otra tecnología de generación eléctrica que se considere sostenible”, según informa Foro Nuclear (foro de la industria nuclear española) en nota de prensa.

Su evaluación está siendo revisada por dos grupos de expertos independientes: el Grupo de Expertos en Protección Radiológica y Gestión de Residuos y el Comité Científico de Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes sobre Impactos Ambientales. En teoría, ambos han de emitir su veredicto antes del verano para que una muy dividida Comisión Europea tome la decisión final. “Entramos en el juego político; si nos basamos en decisiones políticas y no científicas, ya podemos ir olvidándonos de alcanzar la neutralidad en carbono para 2050”, denuncia Picamal. Foratom ya sabe que Alemania, Austria y Bélgica van a intentar rechazar la inclusión de la energía atómica en la taxonomía europea sobre finanzas sostenibles. Por contra, los países del Este, apoyados por Francia, pidieron libertad para decidir sobre el mix energético que necesitan, lo que incluye seguir funcionando con energía nuclear en el futuro.

España se ha unido al primer bloque europeo y, de hecho, contempla que cuatro de sus siete reactores estén cerrados para 2030. El año pasado, a pesar de haber sido un periodo de actividad récord de las renovables, la energía nuclear repitió como primera fuente de generación en España, como lleva ocurriendo ininterrumpidamente en la última década. Ignacio Araluce, presidente de Foro Nuclear, cree que le queda poco de reinado, un año, quizás menos, hasta que sea destronada por la eólica y, poco después, por la fotovoltaica. Hasta 2025 mantendrá los 7.399 MW de potencia bruta instalada que tiene desde 2015. Su desmantelamiento comenzará a partir de 2027, según un acuerdo, que no figura en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC), entre los propietarios de las centrales y la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos, SA (Enresa): ese año cerraría la central Almaraz I; su grupo gemelo, Almaraz II, lo haría en 2028; Ascó I, en 2029, y Ascó II, para finales de 2030. Quedarían Cofrentes (con parada prevista en 2033), Vandellós II (2034) y, la última, Trillo, en 2035.

El PNIEC prevé para 2030 “una potencia total instalada en el sector eléctrico de 161 GW”, de los que 50 GW serán energía eólica; 39 GW, solar fotovoltaica; 27 GW, ciclos combinados de gas; 16 GW, hidráulica; 9,5 GW, bombeo; 7 GW, solar termoeléctrica, y 3 GW, nuclear. “Nos encanta que haya energías renovables y que sean tan competitivas. Lo que pedimos es que durante esta transición, y mientras haya centrales nucleares en España, no se arrincone a la atómica y se tenga en cuenta, porque ayuda a descarbonizar”, asegura Araluce.

Planes para los reactores modulares pequeños

La nuclear está en mitad del debate energético en la UE y descartada para varios de sus Estados miembros, España entre ellos. “Pero en muchos lugares del mundo entra en los planes de futuro”, recuerda Araluce. En Rusia o en Asia se están proyectando y construyendo centrales nucleares. También en República Checa y en Finlandia. “Son países que contemplan esta energía como un apoyo predecible y estable a las renovables”, remacha. El presidente de Foro Nuclear le ve proyección a los llamados reactores modulares pequeños (SMR por sus siglas en inglés), que, según subraya, son más baratos y pasivos (no se necesita energía eléctrica para pararlos de forma segura).

Bill Gates defiende la extensión de una red mundial de SMR. Su proyecto Natrium, diseñado por TerraPower, compañía que preside, junto a GE Hitachi Nuclear Energy (alianza entre General Electric e Hitachi), es quizás uno de los más conocidos: un nuevo modelo de central nuclear más pequeña y preparada para integrarse en redes eléctricas con altas penetra­ciones de renovables. “Hay muchas tecnologías investigándose, pero nada funcionando”, tercia Berta Picamal desde Foratom. “Finlandia lleva años reflexionando sobre el uso de SMR para calefacción urbana”, pone a modo de ejemplo. Sin embargo, Alemania los ha descartado, por considerar que plantean riesgos de seguridad. “Los vemos viables a nivel europeo, para producción de hidrógeno, calefacción urbana o aplicaciones industriales”, ­concluye Picamal.

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