De izquierda a derecha, Aurelio Bartolomé, Inmaculada Rodríguez y Ana Isabel Rodríguez. Fotos: CORREOS

Los más de 6.000 profesionales que se han vuelto imprescindibles en la España rural

Pagar recibos del hogar, entregar dinero, pero también leer cartas a quien no ve bien u ofrecer el tiempo necesario de charla para mitigar la soledad no deseada. Lejos de desaparecer, los 6.400 carteros rurales que hay en España han reinventado su oficio gracias a la tecnología y se han erigido en facilitadores de la vida cotidiana de las zonas despobladas. Aurelio Bartolomé, Ana Isabel Rodríguez e Inmaculada Rodríguez son tres ejemplos de ello

Aurelio Bartolomé jamás habría imaginado que, en sus 40 años como cartero rural, iba a asumir funciones como ayudar a comprar lotería o gestionar una multa. Y menos aún que lo haría a pie de puerta en las casas de sus vecinos en Medinaceli. En ese pequeño enclave soriano de 721 habitantes (INE, 2018) reparte la correspondencia y atiende las necesidades de sus residentes. Bartolomé es uno de los 6.400 carteros rurales que hay en nuestro país, un oficio desempeñado en zonas despobladas, también conocidas como la España vaciada. “Todo el mundo tiene mi teléfono. Creo que la mayoría me considera una persona de confianza, casi como si fuera de la familia. Para muchos, sobre todo para los más mayores, soy la única visita del día, su contacto cotidiano con el exterior”, apunta Bartolomé. Lo hace acompañado de su PDA, un dispositivo tecnológico portátil que permite desde 2021 el cobro con tarjeta y la prestación de prácticamente los mismos servicios de una delegación postal. “Este aparato ha sido un salto tecnológico de cien años. Es como llevar la oficina a cuestas”, compara.

Además del envío de cartas ordinarias y certificadas, de la venta de embalajes, sellos y paquetería, los carteros rurales como Bartolomé pueden tramitar desde el domicilio de sus clientes el envío o la recepción de dinero, el cobro de tributos o los distintivos medioambientales de la DGT, una de sus últimas novedades. Hasta hace tres años, estos servicios solo se ofrecían en oficinas informatizadas. El objetivo es unificar y dar acceso a toda la ciudadanía a estos servicios, sobre todo a aquellas generaciones envejecidas y aisladas para quienes lidiar con las nuevas tecnologías resulta complicado. “Pedir algo por Internet y que al día siguiente llegue a estos lugares democratiza el servicio postal universal”, opina este cartero soriano.

El cartero más activo de Soria

Aurelio Bartolomé reparte el correo y atiende las gestiones de la pequeña oficina auxiliar de Medicinaceli, en Soria, desde hace 38 años. También recorre los municipios de Salinas de Medinaceli, Arbujuelo, Urex de Medinaceli, Layna, Sagides y Arcos de Jalón. En 2022, obtuvo el reconocimiento al trabajador de Correos con más servicios a domicilio de toda la provincia de Soria, con un total de 300 operaciones. “Lo que más valoro de mi trabajo es la confianza y la cercanía que establecemos. Hay señoras que me piden que les lea sus cartas privadas en voz alta porque no ven bien. Y recuerdo que una vez un vecino me llamó para que le ayudara a envolver su dentadura para mandarla por correo”, cuenta entre risas. Cada día, conduce 80 kilómetros para tramitar los envíos de estas zonas.

Una iniciativa para combatir la exclusión financiera y digital

Correos puso en marcha un proyecto piloto a mediados de febrero de 2021 en la provincia de Jaén que convirtió a sus empleados en auténticas oficinas ambulantes gracias a las PDA. Los resultados fueron prometedores. Una vez finalizado, se ha extendido poco a poco entre los más de 6.400 carteros rurales evitando, por ejemplo, que una persona mayor tenga que desplazarse hasta una sede postal -la mayoría en estas zonas apenas abre una hora al día- para abonar un préstamo. En los últimos 15 años, han cerrado miles de oficinas bancarias rurales, dejando como única alternativa los servicios que prestan los carteros postales. El número de estos establecimientos en el país ha bajado de 46.118 (su máximo histórico en 2008) a 17.748 en 2023, según el Banco de España. Una cifra que probablemente siga en descenso por el avance de la digitalización y la baja rentabilidad de estas sucursales.

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Carteros que trabajan como ‘oficinas portátiles’

Otro ejemplo de la gran acogida que tuvo esta iniciativa es Ana Isabel Rodríguez, cartera rural desde hace 42 años en Unquera, una localidad de 1.030 habitantes ubicada en el oeste de Cantabria que linda con Asturias. También abarca las zonas de Molledo (1.544 residentes), Prío (86), Helgueras (51) y San Pedro de Baheras (50) que, entre todas ellas, no suman más de 3.000 censados, según datos del INE. Su jornada comienza en la oficina de San Vicente de la Barquera, donde separan y clasifican los distintos envíos para después atender durante una hora al día las peticiones de los clientes en la pequeña oficina auxiliar de Unquera. “Allí, sobre todo, buzoneo. Mi vocación está en los pueblos más recónditos, en entregar los pedidos en mano de cada casa. Muchos de los vecinos aguardan en la puerta en cuanto me ven aparcar, con la factura y el monedero en mano. Y eso me hace sentir muy querida”, reconoce Rodríguez.

Para esta trabajadora, que comenzó su labor cuando tenía 18 años, la evolución tecnológica de su puesto no ha interferido ni un ápice en el significado y en la voluntad que supone esta profesión. “Habrá cambiado el color del uniforme, habrá desaparecido la valija de cuero, el libro de operaciones, el papel y el boli…, pero el trato por nuestra parte siempre será el mismo. La gente nos verá como una persona de estrecha confianza y casi como un familiar”, comenta.

La cartera cántabra con más servicios rurales a domicilio

Con un total de 156 carteros rurales en Cantabria, Ana Isabel Rodríguez se convirtió en 2023 en la más activa de toda esta comunidad autónoma. Comenzó en la empresa postal siendo apenas una joven veinteañera junto a su pareja y actual marido, recién jubilado. Pero esa admiración y vocación también se ha extendido entre los miembros de su familia. Su hija María, de 33 años, ha recogido el testigo de sus progenitores y trabaja como cartera de tarde en la oficina de San Vicente de la Barquera. “Para mí es un orgullo que todos estemos vinculados a esta institución. Creo que este trabajo es muy vocacional, te tiene que gustar ayudar a los demás”, argumenta.

En esa misma línea, Inmaculada Rodríguez, cartera rural que reparte en Beniel (Región de Murcia), y en las pedanías de Alquerías y El Raal, reconoce que la sensación de cercanía que se percibe en un pueblo no se encuentra en ningún otro lugar. “Cartera, ¿te ha pasado algo? Llevamos días sin verte” o “Léeme esta carta, nenica, que no leo” son algunas de las frases que, según relata Rodríguez, escucha a diario durante su ruta. Conoce tan bien a sus residentes que incluso sabe para quién son las cartas que llegan solo con el apodo en el sobre. Y está convencida de que su trabajo es clave para evitar la despoblación en zonas rurales y para fomentar la inclusión financiera de todos los habitantes.

La cartera rural que encabeza el número de operaciones en la Región de Murcia

Inmaculada Rodríguez siempre supo que sería cartera. Hija, sobrina y nieta de carteros, lleva casi 20 años en el oficio como tercera generación de su familia. En 2022, Correos reconoció su labor por ser la empleada postal con más gestiones a domicilio de toda la Región de Murcia, compuesta por una plantilla de 145 carteros rurales. “No hay nada que me haga más feliz que ayudar a alguien. Para mí no es un trabajo. No me supone ningún esfuerzo. Aunque pase frío, calor o incluso me muerda un perro”, recuerda entre risas, “nada me llenará más ni estará por encima de esto”.