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Atrapados en una fiesta hasta el amanecer: “Había gente amontonada pidiéndonos salir”

Un hombre se enfrenta a 15 años de prisión acusado de secuestro por impedir la salida de varios asistentes a una discoteca ilegal en Vallecas cuando había restricciones por la pandemia

Patricia Peiró
Una fiesta ilegal en un local del centro de Madrid a finales de 2020 en la que se detuvo a sus dueños por encerrar a 36 personas hasta que acabara el toque de queda.
Una fiesta ilegal en un local del centro de Madrid a finales de 2020 en la que se detuvo a sus dueños por encerrar a 36 personas hasta que acabara el toque de queda.Servicio Ilustrado (Automático) (Europa Press)

En El Ángel Exterminador, la película de Luis Buñuel, un grupo de personajes quiere abandonar la fiesta en casa de su anfitrión, pero no encuentra el modo, una fuerza extraña se lo impidehasta que el ambiente se convierte en irrespirable. Por otro lado, los soldados y los policías no logran entrar a la mansión donde permanecen encerrados sus protagonistas. Algo parecido sucedió en un polígono industrial del distrito madrileño de Puente de Vallecas el segundo fin de semana de marzo de 2021, pero no había una fuerza extraña que los retuviese, sino un candado en la verja de entrada. Este jueves se ha juzgado al supuesto organizador de la fiesta, Raúl G., por retener contra su voluntad a varios de los asistentes a esa discoteca. Se enfrenta a 15 años de prisión por tres delitos de detención ilegal.

El fin de semana anterior a estos hechos, en Madrid se había alcanzado el récord de fiestas ilegales desmanteladas en un fin de semana: 442. En esa época aún existían restricciones por la pandemia, pero el ingenio ya había emergido para saltarse las normas. Algunos se conformaban con encuentros caseros, pero a muchos otros les llegaban notificaciones avisando de encuentros clandestinos en locales de toda la ciudad. Por eso, varios dispositivos policiales estaban desplegados por la ciudad en los puntos calientes en los que podía darse un nuevo encuentro multitudinario. Uno de esos lugares de interés se encontraba en el polígono industrial Cerámica, en Puente de Vallecas. Solo un mes y medio antes, los agentes ya había desalojado una macrofiesta en una discoteca que albergaba una de las naves. El edifico estaba rodeado por una verja y tenía un patio delantero.

“Teníamos sospechas de que podría haber otra fiesta, pero no estábamos seguros porque es una zona de difícil acceso y no se oía nada. Pero sobre las seis empezamos a ver a un tumulto de gente que sale del edificio y se acerca a la verja, que está cerrada. Había gente amontonada pidiéndonos salir”, ha explicado en el juicio uno de los policías que participó en el operativo de aquella noche. Se producen momentos de confusión y de tensión. Algunos asistentes les explican que llevaban horas queriendo salir, pero que la condición para entrar era permanecer en el complejo hasta las seis de la mañana y que les habían obligado a dejar el móvil antes de entrar. Los agentes reclaman a gritos al responsable, pero como “nadie se hace cargo”, según ha narrado un policía, deciden llamar a los bomberos para que destruyan el candado con una radial.

Los más de cien asistentes habían comenzado a llegar al lugar sobre las nueve de la noche y entre la una y las tres de la mañana varios decidieron que querían marcharse, pero resultó imposible. Muchos de ellos reconocieron que habían aceptado las reglas impuestas de separarse de sus teléfonos y aguantar hasta el amanecer. En ese momento, estaba vigente el toque de queda que prohibía salir a la calle entre la medianoche y las seis de la mañana. “Llevábamos un rato queriendo salir. Primero no se abría la puerta de la discoteca y ya cuando conseguimos salir al patio, encontramos la verja cerrada”, ha apuntado uno de los testigos que recordaba aquella noche vagamente. Otro de ellos ha asegurado que vieron a uno de los organizadores tirar la llave del candado de la puerta exterior a una alcantarilla, que luego rescataron los bomberos.

En medio del barullo, los policías identificaron a todos los presentes, los cuales apuntaron a tres hombres como los organizadores de la fiesta, que fueron detenidos. De ellos, ha llegado al banquillo Raúl G. al cual ya le constaban notas policiales por haber sido impulsor de este tipo de encuentros ilegales en las semanas previas, ha detallado una policía. Él lo niega todo. “Yo era el Dj. Los organizadores eran otros y yo no retuve a nadie. Solo me encargaba de la música en la celebración de un cumpleaños”, ha sostenido el acusado, quien ha aventurado que, al ser él quien indicaba a la gente la puerta de emergencia, les pudo llevar a pensar que él era el organizador. En la sala, los agentes encontraron también varias bolsitas con estupefacientes, aunque eso no entra dentro de los hechos juzgados en este proceso.

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El abogado del acusado, Iván Olalde, ha asegurado que su cliente era “un empleado más”. “El delito de detención ilegal —más conocido como secuestro— es uno de los más graves, pero la que se imputa a mi patrocinado es muy sui generis porque supuestamente se hizo en un recinto público al aire libre en el que la gente tenía contacto con los policías. Lo que sí ha quedado demostrado es que hubo un problema con la puerta”, ha añadido.

La fiscal ha mantenido su petición de pena de 15 años de prisión al considerar que ha quedado probado que se prohibió la salida del recinto a, al menos, tres personas. No obstante, el ministerio público ha pedido al tribunal que si no aprecia este delito, se condene al acusado a seis años de cárcel por tres delitos de coacciones.

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Sobre la firma

Patricia Peiró
Redactora de la sección de Madrid, con el foco en los sucesos y los tribunales. Colabora en La Ventana de la Cadena Ser en una sección sobre crónica negra. Realizó el podcast ‘Igor el ruso: la huida de un asesino’ con Podium Podcast.

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