Almeida inaugura en Madrid una estatua de tres metros de la Legión con una loa a Millán-Astray
El Ayuntamiento de Madrid coloca en La Castellana una escultura de tres metros de un legionario donada por la Fundación del Ejército
Falta media hora para que el coche gris del alcalde José Luis Martínez-Almeida frene en seco en el paseo de La Castellana. Tres legionarios de mediana edad con el gorro verde y el pecho descubierto ―por donde revolotean pelos rizados, blancos y negros a borbotones― se cuadran a la altura del número 80 de una de las principales calles de la capital. Hay una enorme expectación. Banderas de España por doquier. Pulseras de España en las muñecas, en las fundas de los móviles, en la espalda como superhéroes, pines en las solapas. También dos o tres banderas de los tercios ―mástil en mano― se mueven al son de un tímido viento capitalino de noviembre. Alrededor de 300 madrileños rodean una estatua enorme de casi tres metros de alto y 600 kilos de peso de un legionario de 1921 con una bayoneta en mano, que está a puntito de ser inaugurada en la capital. De pronto, un policía interrumpe a estos tres legionarios que deambulan por La Castellana a pecho descubierto. El policía no se anda con rodeos. La seguridad prima por encima de los saludos:
―Caballeros, es la autoridad.
La autoridad era un concejal de Ciudadanos. Ciudadanos todavía es capaz de cortar el tráfico de toda una capital de España. Quien sabe si su presencia aquí es el último gesto necesario para ser llamados a filas por los populares. Arturo López, un septuagenario madrileño que estuvo destinado en la Legión en 1975, camina a paso lento entre la muchedumbre. Ha acudido esta tarde para vislumbrar en directo la estatua que ha donado la Fundación Museo del Ejército al Ayuntamiento de Madrid. “Estoy orgulloso porque Madrid sabe reconocer los valores de la Legión: el amor a España, a las Fuerzas Armadas y a todos los españoles”. En la valla que corta el acceso a la estatua de bronce, y por donde se van colocando poco a poco los ediles del PP, dos mujeres piden una foto al gentío: “¡Que se vea bien el monumento!”.
―¿Qué tal está la patria?
―La patria está regular. No ha venido nadie del Gobierno para que no les abucheen.
Es cierto. Ni rastro de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Ni del Jefe de Estado Mayor de la Defensa. Sí está Enrique Millán, general de división. Llega Almeida. Saluda a los militares presentes. El alcalde se dirige directamente a la estatua, de la que cuelga un enorme manto azul. Hay dudas protocolarias:
―¿Qué hay que hacer?, ¿tirar para abajo?
Efectivamente. Un hombre vocifera al descubrirse la insignia: “¡Viva la Legión!”. El público responde: “¡Viva!”. El hombre continúa: “¡Viva España!”. La gente responde con fiereza: “¡Viva!”. Una voz sale de los altavoces. Pone un poco orden. Anuncia la presencia del escultor Salvador Amaya. Amaya esculpió la obra del legionario en bronce a partir de un boceto del pintor de batallas Augusto Ferrer-Dalmau. “Ha sido un honor”, reconoce Amaya ante los presentes. “He querido que se viera el espíritu de todos ellos y un homenaje a los 10.000 caídos”.
La escultura del legionario, según su creador, es un homenaje al soldado veterano de 1921, justo un año después de la creación de la Legión. La idea de la Fundación del Ejército, que es quien ha financiado la obra a través de 700 colaboraciones que han supuesto una recaudación de 50.000 euros, era que se instalara en la plaza de Oriente, tal y como adelantó eldiario.es hace un año. Finalmente, el lugar escogido ha sido el número 80 de la Castellana, a pocos metros del monumento conmemorativo de la Constitución Española de 1978 y del Cuartel General del Estado Mayor de la Defensa.
Tras las palabras del escultor Amaya, el alcalde de Madrid se acerca al micrófono. Saca del bolsillo el discurso. “Es una escultura extraordinaria”, dice. “Todos somos conscientes de que en Madrid no hay acuartelamientos de la Legión, pero eso no quiere decir que en Madrid desde hace tiempo se rinda también tributo de admiración hacia la Legión, y estos reconocimientos están a lo largo y ancho de la ciudad de Madrid: el barrio del Tercio en el distrito de Carabanchel”, señala. “O la calle dedicada al fundador de la Legión, general Millán-Astray”. El público interrumpe el discurso con aplausos.
Almeida realiza esta loa sabiendo la connotación política que conlleva. La calle de Millán-Astray en Madrid se llamaba desde 2017 Justa Freire, una mujer pionera en la educación española y represaliada durante la dictadura. Almeida ordenó el cambio de esta calle por su nombre original el 24 de agosto de 2021, tras una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. ¿Podría haberse mantenido el nombre de Justa Freire? Sí. De hecho, la ordenanza que regula los cambios de nombres en Madrid es muy clara. El equipo de Gobierno y las Juntas de distrito de cada barrio pueden proponer el cambio de nombre de cualquier vía madrileña. Es más, durante estos dos años de Gobierno de PP y Ciudadanos se han cambiado una plaza y dos calles que antes tenían otros nombres. Almeida sabe que con estos gestos afianza su electorado y araña también a los votantes de Vox, necesarios para las elecciones venideras de 2023.
Tras el discurso de Almeida, el himno de España suena en el centro de la capital. Al concluir un hombre vocifera: “Alcalde, tienes que tenerlo bien cuidao”. Un señor protesta: “¿Y el himno de la Legión? Es acojonante”. Los presentes comienzan a cantarlo a capela, mientras Almeida se hace selfis y un señor, que dice que se llama Fermín, se coloca frente a la estatua y levanta con su brazo derecho y bien alto un folio que lleva impresa la foto de Millán-Astray junto a una frase: “Viva la muerte. Muera la inteligencia”.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.